lunes, 31 de diciembre de 2012

VIEJO

English Frenchmen attending Rugby World Cup Op...
English Frenchmen attending Rugby World Cup Opening Ceremony (Photo credit: Wikipedia)

El anciano iba los sábados a leer el periódico a su casa. En realidad el veterano rugbier suponía que venía a verle, a ver a los niños también. Pero llegaba a una hora en la que todos estaban  dormidos, incluyendo los niños. Él se levantaba, sin despertarse del todo,  para abrirle la puerta y su papá entraba con la prensa que el repartidor había dejado en la entrada, se acomodaba en la sala esperando que alguno se levantara definitivamente y ojeaba el diario local: esquelas y fútbol.
Normalmente su hijo volvía al tálamo conyugal y dejaba que su mujer se levantase y preparase un café para su suegro –al fin y al cabo él tenía muy poco que hablar con aquel personaje alejado voluntariamente del desarrollo de sus emociones desde su nacimiento y que sólo había vuelto a su mundo empujado por las olas de la resaca final de su vida-.
Una mañana de sábado, sin embargo fue el hijo quien preparó el café matutino, dejando al cónyuge en la cama, y desde la cocina oía a su padre suspirar ante el periódico. Extrañado llevó las dos tazas al sofá, cogió un Rugby World del montón de debajo y echó una mirada a lo que leía: las páginas de esquelas. Esos recuadros tópicos con una pequeña y pésima foto del difunto, la lista de familiares condolientes y demás rutinarias notas que los ritos sociales obligan a poner para dar aviso de una defunción. El lector suspiró de nuevo y dijo:
-Uno se da cuenta de lo viejo que es cuando las chicas con las que ha estado se van muriendo.
Bueno, no dijo eso literalmente. Sino que empleó un verbo más descriptivo y grosero sobre cómo se había relacionado con aquellas chicas que a su hijo le recordó la ancestral sangre francesa de la familia. Aún tardó unos 10 años en morirse, cuando iba a cumplir los 90.
El rugbier no suele leer las esquelas. Pero sin embargo se va dando cuenta de lo viejas que se están haciendo las chicas con las que ha estado.  Sobre todo cuando se entera de las cosas que alguna hace ahora por esos terrenos ideológicos situados a la derecha según se sale de la civilización.   
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sábado, 22 de diciembre de 2012

TODOS LOS FANGOS DE LA NOSTALGIA

Mud!


Cada fin de semana de invierno permite descubrir al rugbier nuevos matices en los barros de los terrenos deportivos. Hay barros rojos entre el óxido y la bauxita, barros negros industriales o empecinados, todas las variedades del marrón desde el beige claro hasta el más obscuro castaño. Durante años rugby y lodo han sido inseparables hasta que ha ido llegando el césped artificial, las moquetas verdes nos van privando de esas imágenes épicas de los gladiadores transformados en minerales fatigados que durante tantos años han conformado nuestro folklore en Ovalia.
Para los delanteros jugar en estas condiciones es un placer doloroso donde el retorno a los juegos prohibidos infantiles viene acompañado de un esfuerzo cervical repetido. El balón decide portarse mal a menudo y se escapa hacia delante, a pesar de todo el cariño con el que se le trata en esos partidos de humedad y aliento invernales cuando se le patea lo imprescindible. Los zagueros tienen que sacar de su estómago agarraderas más adhesivas que la resina para sujetarse en el balón mientras los crampones les hacen deslizarse como patinadores patosos. Y la bisagra, el medio de melé y el apertura, consigue desconcertar casi siempre a propios y extraños porque el cieno decide más rápido que cualquiera de los dos.
Luego la ducha –con un poco de suerte con agua caliente para todos-, pone al descubierto las huellas de los choques y de las batallas del subsuelo en los agrupamientos, momento en que uno descubre que tanto líquido envolvente ha causado, por ósmosis, una sed prácticamente insaciable ¡Menos mal que empieza el tercer tiempo!
Años después se han olvidado los resultados y todas las imágenes de la memoria forman un solo partido que se jugó en un barrizal inacabable. Quizá el paraíso del rugbier esté formado de eternos partidos de invierno.
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domingo, 16 de diciembre de 2012

LOS OBREROS DEL RUGBY



En mi infancia el barrio de Gros era industrial y los obreros de fábricas y talleres se distribuían por bares y tabernas como el Aloña, Gohierri, Bambi, David…  a las horas de entrada y salida. Otras costumbres permitían que los niños compartiéramos los mismos espacios y que las variedades culturales que la inmigración traía se nos fueran comunicando.
Hace poco me encontraba en un bar leyendo la prensa cuando aterrizó un grupo de jugadores profesionales de rugby de uno de nuestros equipos, al parecer para celebrar el cumpleaños de uno de ellos, les acompañaban sus mujeres. Desde mi rincón los observaba como un niño, no sólo por la diferencia de corpulencia, sino porque los retazos de sus conversaciones multiculturales me retrotrajeron a mi ya lejana mocedad.
No sé si en otros deportes profesionales se da pero en el rugby actual hay una sana proletarización. Jugadores de origen en sociedades donde el rugby sigue vinculado a un cierto elitismo hacen equipo y se buscan su vida con quienes proceden de rugbis más populares. Es evidente que el deporte como trabajo que permita vivir es algo muy viejo –ya los griegos y romanos tuvieron deportistas profesionales en el hipódromo y en el circo-, pero en el mundo oval además de reciente los ingresos de sus practicantes no suelen ser escandalosos.
Aquellos jóvenes obreros del balón oval, algunos ya acercándose al final de su vida productiva en esta actividad, tenían los mismos problemas vitales y la misma perplejidad ante los resortes del poder que algunos tienen y que todos padecemos. Y, a pesar de que estaban divirtiéndose, sus conversaciones saltaban de los incidentes del reciente partido a las cuestiones económicas, como las de todos nosotros.

viernes, 7 de diciembre de 2012

VISTA DESDE EL PUENTE




El Ampo Ordizia va a jugar este fin de semana mientras que el Hernani ya jugó y perdió su partido por adelantado ya que el compromiso europeo de Gernika –precisamente este fin de semana ante el Rovigo italiano-, impuso el cambio.
Sin embargo, ambos equipos guipuzcoanos marchan bien en la tabla y lo que, para mí es más importante, marchan bien en su juego en cada encuentro. No parece que los cambios de plantilla en Ordizia ni el esfuerzo extraordinario exigido a los de Hernani les impida estar disputando la máxima competición de nuestro rugby  a un nivel muy interesante. Por el contrario, ambos equipos han hecho trampolín con los obstáculos y los jugadores individual y colectivamente han crecido, aunque indudablemente se exhiban las carencias comunes a todos los equipos de este lado de los Pirineos en físico y en técnica individual, que impiden practicar el juego de equipo al que indudablemente se aspira.
Esas carencias siguen requiriendo del trabajo en bases infantiles más extensas de las que los clubes guipuzcoanos disponen en general –indudablemente los dos primeros citados y los restantes hacen cuanto pueden en un medio ambiente hostil para todo lo que no sea futbol-, y de esfuerzos imaginativos para que los jugadores jóvenes y mayores mejoren a través de todo tipo de selecciones y de encuentros internacionales.
Nos encontramos tan cerca, y tan lejos a la vez, del rugby de Iparralde que resulta verdaderamente doloroso hacer cualquier comparación y menos hoy desde este puente en que una sirena, convertida en ballena por la hechicera del mar, ha venido a morir a nuestras costas.


http://www.ordiziarugby.com/http://hernanirugby.com/