sábado, 6 de diciembre de 2025

El derecho de las víctimas a la justicia y su participación en la vigilancia penitenciaria

Escribo con empatía por las víctimas de los graves delitos cometidos por un fotógrafo donostiarra, siguiendo las lecciones inolvidables de D. Antonio Beristain, mi maestro,  con el fin de arrojar luz sobre un tema que está generando gran frustración en las mujeres víctimas e incomprensión social: la concesión de beneficios penitenciarios (como los permisos de salida o la progresión a tercer grado) a un delincuente que no ha mostrado un arrepentimiento genuino ni ha reparado el daño causado voluntariamente, sino por la subasta judicial de sus bienes.

La situación se vuelve especialmente dolorosa cuando el condenado, cumpliendo pena en la prisión de Martutene, disfruta de estos beneficios con paseos por nuestras calles, mientras sus víctimas, sus familias, sus amigos... reviven el trauma.

En este caso donostiarra, las víctimas concretas deben de tener su abogado e incluso su gabinete de comunicación, pero aprovecho las noticias conocidas sobre los paseos de este conocido reo para que otras víctimas puedan conocer sus herramientas de defensa.

 

(Imagen generada por IA para ilustrar este artículo)

Explicando, de forma sencilla, los pasos clave que las víctimas de un delito, de todos los delitos, pueden y deben dar:

1. Personación en la Ejecución de la Pena

El primer paso es asegurar que la víctima no quede fuera del proceso una vez dictada la sentencia.

 ¿Qué hacer? La víctima o sus familiares (si ha habido un fallecimiento) deben personarse formalmente ante el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria (JVP), que es el órgano judicial encargado de supervisar cómo se cumple la condena.

 Importancia: Esta personación les da el derecho a ser notificados de decisiones cruciales relativas a la clasificación del penado (progresión de grado) y a la concesión de permisos de salida.

   

2. Derecho a ser Oídas y a Presentar Alegaciones

Una vez personadas, las víctimas tienen el derecho a que se escuche su voz, especialmente cuando el penado solicita beneficios.

 Información Crucial: El JVP tiene la obligación de notificarles la propuesta de la Junta de Tratamiento de la prisión (el equipo técnico-psicológico que evalúa al recluso) antes de tomar una decisión sobre permisos o progresión de grado.

  ¿Cómo Oponerse? En ese momento, las víctimas pueden presentar un escrito de alegaciones ante el JVP. En este escrito se debe argumentar, de forma razonada, por qué la concesión del beneficio es prematura, mencionando la falta de arrepentimiento, el riesgo de revictimización, la ausencia de reparación del daño, o el impacto emocional que el permiso pueda generar en ellas.

   

3. Recurso Judicial contra Decisiones Favorables

Si el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, a pesar de las alegaciones, decide conceder el beneficio penitenciario (por ejemplo, autoriza un permiso de salida o aprueba el tercer grado), la víctima no ha agotado sus opciones.

    ¿Qué hacer? La víctima personada, asistida por un abogado/a o procurador/a, puede interponer un Recurso de Reforma y/o un Recurso de Apelación contra la decisión del JVP.

    Ante quién: El recurso de apelación se presenta ante la Audiencia Provincial que revisará la decisión del Juez de Vigilancia Penitenciaria. La Audiencia Provincial tiene la última palabra sobre la legalidad y la justificación de la medida.

   

La finalidad de la pena es ante todo castigar pero constitucionalmente también tiene el objetivo de la re-educación y la reinserción social. Sin embargo, en el camino hacia esa reinserción, el arrepentimiento y la reparación del daño son elementos esenciales que deben ser evaluados. El no arrepentido que disfruta de beneficios sin haber asumido plenamente su responsabilidad moral y material, no solo ofende a la víctima, sino que debilita el sistema de justicia.


martes, 25 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 42

Imagedn generada por IA
Este es el último capítulo de la crónica vasca que antes fue guion pero no se rodó.
La historia comienza AQUÍ


El cuarto de baño de Miren era su santuario de mármol y vapor. Era el único lugar en su apartamento donde el mundo exterior y sus responsabilidades se disolvían en un olvido temporal, sustituidos por un placer auto-indulgente y fugaz. Esa noche, el agua estaba caliente, perfumada con aceites exóticos, y la luz tenue de las velas reflejaba el color rubí del vino en la copa de cristal que sostenía. Miren se había entregado a la soledad y a la búsqueda de un consuelo físico que hacía tiempo no encontraba en una conexión genuina. Aitor llevaba un mes sin aparecer, No respondía a sus llamadas ni a sus mensajes. En su despacho le contestaban que no estaba en Donostia pero tenía noticias de que se había puesto en teletrabajo y seguía llevando asuntos, visitando a sus clientes en fábrica en vez de recibirles en el despacho y acudiendo a juicios con normalidad. 

El baño de Miren era un ritual privado de desconexión, sus dedos acariciaban su punto sensible desde hacía un momento y justo cuando el placer prometía alcanzar su cúspide, la atmósfera de la habitación cambió.

No fue un sonido, sino una presencia. El aire pesado y húmedo se volvió fresco y limpio, y un resplandor que superaba la intensidad de las velas se filtró en el baño. No era un brillo agresivo, sino una luz plateada, líquida, que se arremolinaba sobre el suelo de azulejos. 

Miren se inmovilizó, con el corazón golpeándole en el pecho, su cuerpo a medio camino entre el asombro y el terror.  De esa luz, tan pura que parecía absorber toda sombra, emergió una figura alta. Sus alas, invisibles un instante, se desplegaron con la forma de plumas de cristal; su rostro era de serena autoridad, y sus ojos, dos pozos de sabiduría inmutable.

- Miren, hija de Dios, - resonó la voz de Gabriel Arcángel, no con trueno, sino con la quietud de un río profundo. No había ira en su tono, sino una inmensa tristeza. - El Padre me envía para hablarte sobre el templo que te ha sido confiado-.

Miren se cubrió, su cuarto de baño no era una playa nudista y la irrupción le hizo ser consciente de su desnudez. La copa de vino cayó de sus dedos entumecidos y se hizo añicos en el suelo. Salió del agua y se envolvió rápidamente en el albornoz.

- Una ya no puedo ni cascarse una pajilla tranquilamente en su bañera ¡Qué pelma !

- La desesperanza te ha llevado a buscar el consuelo en la soledad y en el olvido alcohólico, - continuó Gabriel, sus palabras penetrando más profundamente que cualquier reproche -. Cuidas tu cuerpo con ungüentos y aromas, pero lo usas para adormecer el alma. El vino es para la alegría compartida, no para la huida en el placer solitario. El cuerpo es una vasija sagrada, no un juguete para el vacío -.

Miren, temblando, logró balbucear:

- Alucinaciones sicóticas persistentes… tengo que recuperar el equilibrio mental.

El Arcángel inclinó su cabeza, y la luz que emanaba de él pareció envolver a Miren con calor. 

- El camino está en el equilibrio. Debes honrar tu cuerpo con el descanso adecuado, con el alimento que nutre, y con la pureza de la mente. Tu alma anhela la conexión con el propósito que te fue dado, no la evasión en la oscuridad-.

Gabriel se detuvo, permitiendo que sus palabras hicieran su efecto. 

- Aléjate de esta agua estancada. Viste tu cuerpo con dignidad. Deja atrás los placeres que te dejan más vacía de lo que te encuentran. Tu vida de pecado y de auto-negligencia termina esta noche. Cuida tu cuerpo como el hogar de tu espíritu, y tu espíritu te guiará. Busca la luz en el día y el propósito en la acción, y no busques más el olvido en la noche. Ve, y vive con intención y honor -.

La luz se concentró sobre Gabriel por un último instante, como una estrella que se apaga, y luego desapareció por completo. El baño volvió a ser solo vapor, mármol y las velas moribundas. El frío del suelo mojado de vino y agua  devolvió a Miren a la realidad.

No sintió vergüenza, sino una profunda y dolorosa claridad. Recogió los cristales con cuidado, vació el resto del vino en el desagüe y, por primera vez en mucho tiempo, se miró en el espejo, viendo más allá del reflejo, hacia el alma que brillaba en sus ojos. La vida de placeres solitarios había terminado; una vida de intención y cuidado estaba por comenzar.

Así que bien envuelta en el albornoz se tumbó de lado  en la cama y se introdujo suavemente el dedo índice con el apoyo del dedo corazón hasta alcanzar el borde de clítoris y lo movió hasta que el placer le vino relajadamente a sacudir como una descarga agradable por todo el sistema nervioso.

Luego, buscó el teléfono de la sicóloga de la que había oído hablar en la peluquería. Desde la primera consulta, se abstuvo de volver a beber alcohol. Un par de meses más tarde vendió el piso de Hernani y se compró una casa en Denia (Alicante). 

Allí empezó a escribir, escribir sobre su vida, a mezclar realidad e imaginación.

Aitor desapareció para siempre, como desapreció el arcángel, el arcángel sintomático que dijo la sicóloga,  Ahora vive con un anciano alemán que le va a dejar heredera de una fortuna cuando se muera, suceso que no puede tardar mucho.


FIN

domingo, 23 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 41

Primer final

Imagen generada por IA
Este es el final en el guion pero en esta versión - gracias espontáneos colaboradores -, hay una secuencia más que es el capítulo siguiente y éltimo.
La historia comenzó a escribirse en una SECUENCIA INICIAL


Más tarde ese mismo día, deben ser las 22 horas pasadas, en la estación de tren de Donostia, Julián, el amigo de la adolescencia de Aitor, está en el andén observando las vías en dirección Madrid cuando Aitor llega, vestido como antes, ahora sin corbata.

- Se te ha escapado el cercanías de Hernani hace más de 5 minutos.

- No se me ha escapado. Voy a coger el sudexpreso para París aquí, en vez de en Hendaya, no me apetece dejar abandonado un coche allí, en el aparcamiento.

- ¿Y el equipaje?

Aitor se toca el bolsillo del pantalón donde hay un bulto inconfundible.

- No hay mejor equipaje que un buen billetero.

(Continuará)

jueves, 20 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 40

Imagen generada por IA
Esta es una secuencia literalizada de un guion de una película.
La historia empieza en el primer capítulo


Unos días más tarde, mientras en una ciudad china de cuyo nombre no quiero acordarme pero que es fácil de encontrar en Internet, alguien decidió hacerse una sopa de murciélago para cenar, ignorando que el animalico que había comprado en el mercado era portador de un virus, en Hernani el viento sur había dejado una tarde calurosa y soleada, debían ser las 3 de la tarde cuando Aitor salía por el portal de la casa de Miren sin tomar café y vestido como de costumbre para ir a trabajar.

Cuando abre la puerta a la calle, Aitor oye la voz de Miren en el portero automático.

- Cariño, cariño, perdona lo de mariconazo, nena y quejica, perdona, perdona, por favor.

Aitor no se detiene, oye perfecta y claramente las palabras que se repiten.

- Cariño, cariño, perdona lo de mariconazo, nena y quejica, perdona, perdona, por favor.

Aitor se dirige sin prisas, sin detenerse, a una cafetería de barrio., Hay una liebre disecada por un taxidermista torpe encima del horno micoondas del aparador, detrás de la barra donde una mujer rubia, más cerca de los cuarenta que de los treinta, le pone un café sin que se lo pida y se pone otro para ella. No hay clientes, dentro de la barra pero en una esquina, hay un hombre, debe ser el marido de la rubia que está ojeando viejas revistas de caza con la esperanza de encontrar algo que no haya leído. La televisión encendida da el aburrido informativo diario que incita a la siesta de todos los ciudadanos españoles.

-  Aquí tienes, mi niño, cortado con leche fría ¿Tienes tiempo para echarme una ojeada a la opción de compra que te dije?

La mijer le pone también delante una carpeta de agencia inmobiliaria con contrato, fotos...

-  Contigo el tiempo es el que tu reloj marca, vida mía – en un juego de parodia de relación conyugal o amorosa, el abogado examina los papeles y fotos -. O sea que compráis una caravana sin ruedas y un trozo del desierto de las Bardenas ¿Hay agua, al menos? Habrá perdices, codornices, conejos... ¿No? Porque tu Tartarín de Tarascón  no querrá ir a plantar alcachofas contigo los días de fiesta...

- Con los ahorros que tenemos, es lo que nos podemos permitir, algo donde refugiarnos cuando no trabajamos en este puto bar.

- Os sale más rentable gastaros el dinero en el Hotel Maria Cristina y pasar el cierre semanal en Donostia, pero eso puede ser la antesala del divorcio porque no creo que a éste le dejen pegar tiros a las gaviotas del río desde el balcón de la suite. Por lo demás, el contrato está claro y cristalino como agua de pozo que vais a beber…

- Y las codornices ya las criaremos nosotros para que éste las mate. Cuando quieras, cariño, puedes venir a visitarme, a ser posible, cuando éste ande con sus amigotes en la Mancha para lo de cazar palomas.

- No creo que vaya, a éste no le iba a hacer gracia, además éste tiene buena puntería.

El marido le apunta con el índice y simula un infantil disparo desde la distancia.

- ¡Que se me escapa el tren! - Aitor saca un billete de cinco euros pero ella le impide pagar con un gesto -.

- ¡Hasta mañana!

Al oír esta despedida, Aitor se vuelve para decir, a modo de adiós.

- O no,

(continuación capítulo penúltimo)

martes, 18 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 39

Imagen creada por IA
Esta estampa vasca es parte de la transformación de un guion de película que no ha sido rodada.
La historia de este borrador de novela comienza aquí


Lo de las sidrerías en Euskadi es una institución social. Como es sabido, a falta de vino – el txakolí antes no contaba ni como limpiacristales -, los donostiarras se veían obligados a beber sidra, a lo largo del siglo XX la mejoría del transporte facilitó que el vino de Rioja llegara todo el año pero los donostiarras conservaron cierta costumbre de beber sidra en verano y los días de viento sur el resto del año a pesar de que los alsacianos llegados a la ciudad producían una cerveza excelente, supongo que para mantener el nivel sanguíneo en el torrente alcohólico, los donostiarras bebían de todo pero surgió la costumbre de ir por los caseríos productores de sidra en invierno para reservar la sidra que se iba beber embotellada después y que el productor llevaría a casa del cliente en su momento. Esta cata hasta ponerse ciegos se convirtió en una alegre tradición, las familias al mediodía y las cuadrillas de amigos, solo hombres, iban los fines de semana con algunas vituallas a los caseríos productores para preparar la comida en la fragua de herrar que era imprescindible en la campiñña guipuzcoana y beber sidra de las distintas barricas, todo ello sin pagar porque se iba a comprar. Quizá por las crisis varias o por los abusos, los sidreros empezaron a cobrar una módica cantidad a cada visitante. La evolución condujo a buscar mejorar los ingresos mediante la venta de la comida también además de cobrar por la bebida hacia los años 70 del siglo pasado por lo que las sidrerías se convirtieron en una especie de figones de temporada de invierno y primera parte de primavera, los merenderos de verano se convirtieron en sidrerías también, los caseríos más infectos y decrépitos se apuntaron al nuevo negocio y así los alrededores de Donostia, hasta el Adour por el norte y hasta el Ebro por el sur, se llenaron de tradicionales sidrerías sin ninguna tradición previa desde que el tirano se murió de aburrimiento sanguinario en el 75 hasta estos días en que escribo estas líneas. Además unidos en distintos cárteles, los empresarios sidreros empezaron a fijar precios y menús para realizar los mayores ingresos a los mínimos costes con las bendiciones correspondientes del batzoki y de la herriko taberna.

Es inevitable que durante la temporada de sidrería, desde mediados de enero hasta pentecostés o así, que alguien en toda cuadrilla de amigos proponga ir a una sidrería en cuadrilla y hay que ir. En Hernani hay una docena, por lo menos y la cuadrilla se encuentra un viernes noche en una de llas sobre las 21 horas, fuera llovizna, sidrería típica, un gran comedor, no hay calefacción, barricas a un lado, mesas corridas al otro, con bancos corridos, hay retretes con cola en el de mujeres, el olor de la sidra y la humedad ambiente superan el aroma que los comensales ponen, ruido, mucho ruido… es el momento del txost junto a una gran barrica de madera, un formido muchacho abre la espita por la que sale el chorrito potente y fino de sidra. Vestidos informales Aitor, Miren, Bernat, Paulina, Lánder, Maddi, Dunixi, más caras repetidas que se han visto por el pueblo, no hay niños, todos hacen cola con el vaso mientras que en las mesas hay bandejas sucias de porcelana blanca, restos, pan, servilletas… sentado está un acordeonista que toca melodías populares en un rincón, hay cantos espontáneos, que más o menos siguen la música, apenas audible en la cacofonía ambiente. Los miembros de la cuadrilla, según llenan el fondo del vaso se apartan de la barrica y forman un círculo entre las barricas y las mesas mientras hablan y apuran los vasos, luego vuelven a la cola de la barrica, esperando que el postre, nueces, queso y dulce de manzana, llegue a la mesa.

- Ya está el pelma de Joxan dando la tabarra con el acordeón, es que no se cansa, tiene el mismo repertorio que hace 40 años – dice Paulina en voz alta y aguda para hacerse oír -.

Miren apura el vaso que tiene en la mano antes de hablar.

- Si es lo que te gusta a ti, si es la música que te conecta con tus raíces de dantzarina,  que de eso tú ni te desconectas ni hostias - Miren se aleja hacia la cola delante de la barrica, sin oír lo siguiente -.

- Un poco está bien pero tanto, tanto, harta – Paulina se dirige a Bernat y a Aitor que mantienen los vasos vacíos en la mano -.

- Prefiero el acordeón que un otxote cantando canciones tristes – Aitor le contesta -, además Joxan introduce variantes de su propia cosecha y nunca toca dos veces igual la misma pieza y no solo estamos aquí para comer chuleta y nueces...

Miren se vuelve a incorporar a la conversación con el vaso rellenado en la mano.

- Ya está el pijo entendido dando lecciones pedantes a las incultas pueblerinas - Miren acaba el vaso y coge el vaso de Paulina que no lo había empezado -.

- No me importa que la tomes, yo no iba a beberla.

Miren le mira sin verla y bebe de un trago el vaso robado.

- No  me jodas con tus ironías. - Hay una agresividad exagerada en sus palabras -. Tú, si quieres que el culto te dé clases particulares de cualquier tema, queda con él, que estoy segura que te las dará gustosamente, que a este idiota se le abulta la bragueta en cuanto te huele, rica.

- Vamos para aquel pasillo de dentro – Aitor interrumpe inmediatamente -, que abren otra barrica, ésta de las metálicas..

Bernat y los demás se precipitan por un pasillo resbaladizo entre barricas y wateres, Aitor coge el vaso de Paulina de la mano de Miren y se vuelve con su vaso también en la otra mano, Paulina le sigue y Miren detrás, ésta se tropieza y se apoya en Paulina por la espalda para no caer, Paulina impulsada se agarra por detrás a su vez a Aitor que deja caer los vasos.

- Pues no han botado – Ironiza Miren -.

Un hombre de color de mediana edad, más bien bajo y fino, empleado de la sidrería, lleva un mandil impecable,y  se dirige a Miren.

- No te apures mi niña, ahora viene la Yolanda a barrerlo y recogerlo.

Una joven de unos 25 años, cansada, vestida de uniforme negro de camarera - como las otras empleadas, los camareros van vestidos como los clientes -, aparece con recogedor y escoba. Tiene un tono de enfado, de enfado perpetuo.

- ¿A ver si tenemos más cuidado? Que me tenéis harta todos, que si limpia en casa, que si limpia aquí, que si limpia allí…

Apartando a Miren de los dos, Miren se había quedado alelada observando a los dos empleados, el resto de la cuadrilla ha seguido su camino hacia la barrica cuya apertura se ha anunciado, Bernat le dice.

- Vámonos a la mesa, que ésta tiene una mala leche horrible desde que se casó con el cubano…

- Antes de que la echaran del trabajo por chupársela al jefe era una tía majísima – le replica Miren -.

- Y eso que tuvo muy mala suerte con aquel novio negro negro pero negro que tuvo y que le hizo un bombo.

(continuarción siguiente episodio)

sábado, 15 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 38

Imagen generada por IA
Esta estampa vasca pertenece a un relato basado en un guion de film no rodado y que comienza en un Capítulo primero


¿Cómo se acaba una relación clandestina, adúltera? En el duermevela del amanecer, cuando las neuronas hacen conexiones  curiosas, mientras Miren dormía a su lado con una respiración profunda y acompasada, Aitor daba vueltas a su cada vez más peligrosa relación con Paulina. Tenía claro cómo romper con Miren, “un día cojo la puerta y no vuelvo” pero le parecía más complicado dejar a Paulina, tenía la esperanza de que ella le dejara, sería un disgusto pero estaba acostumbrado a que las mujeres casadas le dejaran, que un día dejaran de responder a sus llamadas o mensajes, que le indicaran más o menos diplomáticamente que la aventura había terminado… él nunca había tomado la iniciativa, además era la primera vez en que él tenía a su vez una relación, sino matrimonial, estable ya que compartía techo y lecho con Miren. Sabía que tenía que cortar vínculos, todos los vínculos, con Hernani ¿Cómo sería vivir en París? ¿Emma le acogería? 

- Mira, Aitor.

Paulina empezaba siempre sus divagaciones con esas palabras « Mira, Aitor ». Después de hacer el amor por primera vez de la mañana, de la tarde o del día que iban a pasar juntos, mientras descansaban relajadamente desnudos en la cama de la habitación, Paulina formulaba el introito de su monólogo « Mira, Aitor », Aitor no miraba, escuchaba y, a veces, se dormía un poco, si esto pasaba, Paulina le despertaba inmediatamente con una patada, un codazo o una bofetada, dependiendo de la posición en que ella se encontrase. Si la habitación era de un hotel, reservada por Aitor siempre, ella no fumaba pero si la habitación era de una casa rural, reservada por Paulina, ella encendía uno de esos cigarrillos largos y delgados que dejaba consumirse en la mano, dando unas pocas caladas entre las frases de su disertación. Hoy estaban en una de esas habitaciones de caserío vasco que Paulina tenía en su lista de « zulos », aunque en la entrada del camino contaba con la señalización oficial de « Casa Rural » era una excepción, normalmente Paulina gustaba de comportarse como un explorador indígena y llevarle a Aitor por las pistas y caminos imposibles del profundo sur guipuzcoano o vizcaíno, alguna vez tardaban tanto en localizar el abrigo que hicieron el amor bajo la lluvia sobre una de esas mesas fijadas en áreas de recreo habilitadas por los pequeños ayuntamientos vascos para que los caminantes, peregrinos o turistas puedan disfrutar del paisaje, Paulina y Aitor se empaparon y llegaron al caserío, que no estaba tan lejos, para secarse y continuar su encuentro sexual. Pero hoy, la habitación confortable y luminosa, las ventanas abiertas en un día otoñal de viento sur, de un caserío fotogénico les había acogido apenas un cuarto de hora antes y ya habían finalizado el primer round, « primer polvo para entrar en materia » otra de las frases que Paulina empleaba con frecuencia. Como otras veces, ella solo se había desnudado de cintura para abajo, una breve falda y un tanga invisible, sin descalzarse, taconazos de aguja, y Aitor apenas se había bajado los pantalones con los calzoncillos hasta las rodillas y sentado en la silla, mientras se besaban y acariciaban, ella encima de él mientras hacía los movimientos de pistón precisos se podía ver en el espejo del gran armario ropero, Paulina se veía guapa en la imagen reflejada, en la expresión de sus ojos que buscaban el orgasmo en su interior, Aitor seguía su ritmo a la vez que la desnudaba del todo, arrojando la ropa por el suelo y desnudándose él del todo. Había sido un orgasmo notable pero no llegaba a sobresaliente en la escala de ella, en la de él, como todos, se puso un 10 sobre 10, luego Paulina sacó el paquete de tabaco y el mechero del bolso y se habían tumbado sin cubrirse, sudaban pero la temperatura ambiente no parecía propicia a resfriarse.

- Mira, Aitor, hay dos tipos de amor en la pareja, el amor de hogar y el amor de hotel. El amor de hogar es el que yo tengo con mi marido y tú tienes con la tuya, con Miren, que no es tu esposa pero como si lo fuera, ese amor de las pequeñas cosas entre semana, las comidas juntos, las salidas por el pueblo juntos, las broncas de pareja, los niños y sus deberes juntos, el sábado si el marido no se ha emborrachado mucho pues el polvete al regresar a casa que no está mal y, si no, el de la mañana del domingo que suele ser como más flojo, en todo caso antes, durante y después, una debe hacerse los deberes para no perder las ganas de repetir, ese es un amor limpio, honesto, burgués y que da muchas satisfacciones, además de algún disgusto y mucho aburrimiento. El amor de hotel, es el clandestino, en el que verdaderamente solo cuenta el sexo, encontrarse con el otro para follar, un « aquí te pillo, aquí te mato », un amor físico, un amor químico si es necesario, un amor que nunca se sabe si se podrá repetir – estamos teniendo suerte porque ya llevamos más de un año jugando esta liga -, un amor en el que vale todo, un amor hecho de todas las posiciones, de “sesentaynueves”, de “noventaynueves”, de sodomías, de “kamasutras”, de “mesasutras”, de “cochesutras”… pero en el que no hay, no debe haber, otra cosa que sexo. Are you ready ?

Al acabar su descripción de la vida matrimonial Paulina había dejado la colilla apagada en un cenicero que había sobre la mesilla y, mientras se refería al adulterio sistemático que ella practicaba desde bastante antes de encontrar a Aitor, se había dedicado a deslizar los dedos de su mano derecha sobre el glande púrpura del abogado donostiarra que era evidente que se podía considerar preparado.

- ¿Sodomía ? ¿Has dicho sodomía ? ¡Qué idea ! Para eso hace falta prepararse, flaca.

- Una sale de casa con los deberes ya hechos y en el bolso tengo unas taladrinas estupendas para el orificio y lo que haga falta.

Por las ventanas se oía el cacareo de las gallinas, algún cencerro de ganado, una motosierra desagradable en la lejanía, el motor de un avión que buscaba hacia el mar la buena orientación para tomar tierra en Hondarribia o en Loiu, cualquier opción era posible.

Nunca hubo sodomía. No era la primera vez que una flaca le decía a Aitor que tenía la fantasía de recibir amor por el esfinter anal ¿Era una idea común a las delgadas? El caso es que Aitor y Paulina no volvieron a hacer unas risas juntos en la intimidad más íntima.

Aprovechando el decalaje horario entre Francia y España, Aitor mantenía conversaciones telefónicas con Emma todos los días, bien al mediodía francés, las doce, bien a la noche francesa, las ocho de la tarde. Emma era culta y leída, en París hacía una vida de teatros y conciertos, sus crónicas críticas de lo que estaba viviendo eran bebidas por Aitor que, por primera vez en su vida, tenía que oír más que decir en sus conversaciones.

(Continúa y ya queda menos para que acabe felizmente en siguiente estampa)


jueves, 13 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 37

Imagen generada por IA
Este capítulo 37 tiene su inicio en el Capítulo primero

Esta historieta está escrita a partir de un guion que no ha sido rodado aún.

La tarde siguiente, una tarde lluviosa, aparcar en Bayona se complica, incluso en los aparcamientos subterráneos. Aitor deja el coche en el piso más profundo y húmedo después de dar vueltas para encontrar una plaza y tiene que correr porque llega tarde a la cita en la oficina de Hacienda, donde llega sudoroso, mojado y patinando en el suelo resbaladizo de la entrada. El abogado francés, Alain, le espera tranquilamente en la puerta que se encuentra cerrada a visitas a las 18 horas como el horario en letras góticas lo anuncia y se ríe de su apresurada carrera, ha llegado con unos minutos de margen porque automáticamente la puerta se abre para los dos. Se va arreglando en el ascensor que le conduce a la planta donde se encuentra el despacho de la Inspectora. El despacho lleno de expedientes de colores por mesa, estanterías e incluso el suelo junto a las paredes que quedan libres, parece imposible de encontrar algo y, sin embargo, un atento observador podrá comprobar que hay una clasificación de expedientes, quizá por importancia, quizá por orden cronológico, quizá por orden alfabético, quizá por una combinación de criterios… Aitor tiene ganas de preguntar por ello a la funcionaria, seria debajo del retrato fotográfico del Presidente de la República que sonríe henchido de su poder de rey republicano con esa nostalgia de la monarquía que las élites francesas dejan traslucir por momentos. Sobre la mesa de despacho, el grueso expediente abierto de su cliente con sus subcarpetas de plástico trasparente y, sobre todo, hay unas actas preparadas, formularios impresos que podrían ser esos contratos ilegibles que proponene los bancos o los concesionarios de automóviles a sus clientes pero que, en este caso, son las declaraciones de hechos que la Inspectora considera acreditados, con su encaje legal, su tipificación como infracción y la sanción correspondiente. Detrás de la mesa una silla de director con Emma sentada, vestida de traje, blusa abierta, collar de perlas, pendientes llamativos, peinado nuevo… delante de la mesa los dos abogados impecablemente vestidos, sentados con los ojos concentrados en los papeles que les conciernen y escuchando atentamente.

- Con esta firma aquí, en nombre de su cliente, el Sr. Madariaga se aviene a saldar y finiquitar la deuda de 105.312€ que su cliente tiene con la hacienda francesa en el plazo de 30 días y al mismo tiempo la sanción de 21.062€ que le ha sido impuesta ¿Leído, entendido y conforme?

- De pleine conformité, bien sûr, on signe – Alain le indica a Aitor, que saca de la chaqueta una estilográfica y firma lentamente seis veces en todas y cada una de las páginas y poniendo la fórmula en francés completa en la útima página, como indica el impreso: “lu, compris et accepté”.

- Tout est bien qui finit bien. Mais, quand même, ça a été bien dur d’arriver jusqu’ici, Madame la contrôleuse – después de firmar en todos los juegos de formularios y entregar las actas a la Inspectora, Aitor parece suspirar -.

- Je crois qu’on a établi une belle équipe, vôtre client a maintenant tout en règle pour opérer en France… mais un des membres de l'équipe assume un nouveau poste et nous allons dîner ensemble pour souligner l'événement, comme prévu – Otro funcionario ha entrado en el despacho, cómo ha sabido que era el momento de entrar solo Emma lo sabe, recogiendo las actas que la Inspectora le entrega y despareciendo acto seguido. Aitor aprovecha esta breve presencia para pisar ligeramente el pie del abogado francés -.

- Veuillez m'excuser de ne pas être parmi vous mais il m'est malheureusement impossible… 

- Tant pis pour vous – Emma no parece sorprendida por tener que cenar cara a cara con el abogado español y su cara no deja adivinar sus sentimientos sobre el desarrollo posterior del atardecer.

La cena es a hora francesa, las 8 de la tarde, prácticamente hay una hora para esperar, en la primera cerveza en un bar cerca de la catedral, aún son un trío que habla de la política francesa, de los problemas presentes en una sociedad que se convulsiona con facilidad ante cualquier medida impuesta, luego pasan a hablar de rugby y de la cultura popular del sudoeste francés, cultura más española en todos sus tópicos que la cultura del norte peninsular, la conversación pasa de uno a otro idioma sin problemas, a pesar de que los acentos de Emma en español y de Aitor en francés son fuertes y desvelan su origen mientras que solo Alain puede mantener una cierta neutralidad, solo un ligero deje, cuando habla español. Aitor provoca risas cuando relata sus desventuras de adolescente en colonias francesas a las que su familia le enviaba con intención de que aprendiera el idioma de Molière y se encontraba rodeado de lectores de El Quijote que le hablaban raramente en francés y que preferían entenderse en el idioma de Cervantes con el turista.

Alain les dejó cuando solo faltaban un par de minutos para las 8 de la noche y los otros dos se dirigieron a un restaurante del pequeño Bayona donde una mesa reservada con antelación y preparada para tres les esperaba. Pasaron al vino para el aperitivo y la cena, Emma habló más que Aitor, fue una degustación de porciones que reclamaban un cierto acompañamiento, maridaje, de distintos vinos.

Emma había decidido no llevarse a Aitor a la cama del apartamento aquella primera noche más por probarse a sí misma que por otra cosa, aunque la perspectiva de que iba a partir a París sin tener certeza de que Aitor fuera a acudir a lo que sus hormonas femeninas reclamaban desde hacía un tiempo, esa perspectiva incierta, le estuvo reclamando romper la palabra que solo se había dado a sí misma. Acabada la cena, lamentó vivamente que tenía que levantarse temprano al día siguiente pero le dejó claro a Aitor que le esperaba en París, le dio todas sus coordenadas aunque le exhortó a Aitor a quedarse a dormir solo en un hotel de Bayona si la tasa alcohólica le impedía regresar. Aitor estaba en toda suerte de dudas, no sabía qué carta jugar, sus hormonas le impulsaban a rematar aquella noche la estrategia que había desarrollado pero optó por el control y por sembrar para el futuro. Cuando en el portal, como novios de los tiempos de su padre, se despidieron con dos besos en la mejilla y Emma se separó para teclear el código que abría la puerta, además de su inteligencia y su elegante hunor, la inspectora de finanzas tenía un trasero perfecto que estaba allí, al alcance, se limitó a suspirar. Ella se volvió sonriente y mantuvo la puerta abierta un instante, le besó, un pico, en los labios y cerró la puerta desde el otro lado, Aitor la vió ir al ascensor  y ella no se volvió en ningún momento. 

En el aparcamiento, Aitor sacó el cepillo de dientes y el dentrífico del coche y se limpió con cuidado en los servicios antes de coger el coche, procurando no pensar mucho en lo que tendría que contar a Miren al llegar a Hernani, prefería improvisar. No fue necesario, ella dormía en su rincón de la cama y no reaccionó cuando él empezó a roncar.

(Continuación aquí)