sábado, 15 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 38

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Esta estampa vasca pertenece a un relato basado en un guion de film no rodado y que comienza en un Capítulo primero


¿Cómo se acaba una relación clandestina, adúltera? En el duermevela del amanecer, cuando las neuronas hacen conexiones  curiosas, mientras Miren dormía a su lado con una respiración profunda y acompasada, Aitor daba vueltas a su cada vez más peligrosa relación con Paulina. Tenía claro cómo romper con Miren, “un día cojo la puerta y no vuelvo” pero le parecía más complicado dejar a Paulina, tenía la esperanza de que ella le dejara, sería un disgusto pero estaba acostumbrado a que las mujeres casadas le dejaran, que un día dejaran de responder a sus llamadas o mensajes, que le indicaran más o menos diplomáticamente que la aventura había terminado… él nunca había tomado la iniciativa, además era la primera vez en que él tenía a su vez una relación, sino matrimonial, estable ya que compartía techo y lecho con Miren. Sabía que tenía que cortar vínculos, todos los vínculos, con Hernani ¿Cómo sería vivir en París? ¿Emma le acogería? 

- Mira, Aitor.

Paulina empezaba siempre sus divagaciones con esas palabras « Mira, Aitor ». Después de hacer el amor por primera vez de la mañana, de la tarde o del día que iban a pasar juntos, mientras descansaban relajadamente desnudos en la cama de la habitación, Paulina formulaba el introito de su monólogo « Mira, Aitor », Aitor no miraba, escuchaba y, a veces, se dormía un poco, si esto pasaba, Paulina le despertaba inmediatamente con una patada, un codazo o una bofetada, dependiendo de la posición en que ella se encontrase. Si la habitación era de un hotel, reservada por Aitor siempre, ella no fumaba pero si la habitación era de una casa rural, reservada por Paulina, ella encendía uno de esos cigarrillos largos y delgados que dejaba consumirse en la mano, dando unas pocas caladas entre las frases de su disertación. Hoy estaban en una de esas habitaciones de caserío vasco que Paulina tenía en su lista de « zulos », aunque en la entrada del camino contaba con la señalización oficial de « Casa Rural » era una excepción, normalmente Paulina gustaba de comportarse como un explorador indígena y llevarle a Aitor por las pistas y caminos imposibles del profundo sur guipuzcoano o vizcaíno, alguna vez tardaban tanto en localizar el abrigo que hicieron el amor bajo la lluvia sobre una de esas mesas fijadas en áreas de recreo habilitadas por los pequeños ayuntamientos vascos para que los caminantes, peregrinos o turistas puedan disfrutar del paisaje, Paulina y Aitor se empaparon y llegaron al caserío, que no estaba tan lejos, para secarse y continuar su encuentro sexual. Pero hoy, la habitación confortable y luminosa, las ventanas abiertas en un día otoñal de viento sur, de un caserío fotogénico les había acogido apenas un cuarto de hora antes y ya habían finalizado el primer round, « primer polvo para entrar en materia » otra de las frases que Paulina empleaba con frecuencia. Como otras veces, ella solo se había desnudado de cintura para abajo, una breve falda y un tanga invisible, sin descalzarse, taconazos de aguja, y Aitor apenas se había bajado los pantalones con los calzoncillos hasta las rodillas y sentado en la silla, mientras se besaban y acariciaban, ella encima de él mientras hacía los movimientos de pistón precisos se podía ver en el espejo del gran armario ropero, Paulina se veía guapa en la imagen reflejada, en la expresión de sus ojos que buscaban el orgasmo en su interior, Aitor seguía su ritmo a la vez que la desnudaba del todo, arrojando la ropa por el suelo y desnudándose él del todo. Había sido un orgasmo notable pero no llegaba a sobresaliente en la escala de ella, en la de él, como todos, se puso un 10 sobre 10, luego Paulina sacó el paquete de tabaco y el mechero del bolso y se habían tumbado sin cubrirse, sudaban pero la temperatura ambiente no parecía propicia a resfriarse.

- Mira, Aitor, hay dos tipos de amor en la pareja, el amor de hogar y el amor de hotel. El amor de hogar es el que yo tengo con mi marido y tú tienes con la tuya, con Miren, que no es tu esposa pero como si lo fuera, ese amor de las pequeñas cosas entre semana, las comidas juntos, las salidas por el pueblo juntos, las broncas de pareja, los niños y sus deberes juntos, el sábado si el marido no se ha emborrachado mucho pues el polvete al regresar a casa que no está mal y, si no, el de la mañana del domingo que suele ser como más flojo, en todo caso antes, durante y después, una debe hacerse los deberes para no perder las ganas de repetir, ese es un amor limpio, honesto, burgués y que da muchas satisfacciones, además de algún disgusto y mucho aburrimiento. El amor de hotel, es el clandestino, en el que verdaderamente solo cuenta el sexo, encontrarse con el otro para follar, un « aquí te pillo, aquí te mato », un amor físico, un amor químico si es necesario, un amor que nunca se sabe si se podrá repetir – estamos teniendo suerte porque ya llevamos más de un año jugando esta liga -, un amor en el que vale todo, un amor hecho de todas las posiciones, de “sesentaynueves”, de “noventaynueves”, de sodomías, de “kamasutras”, de “mesasutras”, de “cochesutras”… pero en el que no hay, no debe haber, otra cosa que sexo. Are you ready ?

Al acabar su descripción de la vida matrimonial Paulina había dejado la colilla apagada en un cenicero que había sobre la mesilla y, mientras se refería al adulterio sistemático que ella practicaba desde bastante antes de encontrar a Aitor, se había dedicado a deslizar los dedos de su mano derecha sobre el glande púrpura del abogado donostiarra que era evidente que se podía considerar preparado.

- ¿Sodomía ? ¿Has dicho sodomía ? ¡Qué idea ! Para eso hace falta prepararse, flaca.

- Una sale de casa con los deberes ya hechos y en el bolso tengo unas taladrinas estupendas para el orificio y lo que haga falta.

Por las ventanas se oía el cacareo de las gallinas, algún cencerro de ganado, una motosierra desagradable en la lejanía, el motor de un avión que buscaba hacia el mar la buena orientación para tomar tierra en Hondarribia o en Loiu, cualquier opción era posible.

Nunca hubo sodomía. No era la primera vez que una flaca le decía a Aitor que tenía la fantasía de recibir amor por el esfinter anal ¿Era una idea común a las delgadas? El caso es que Aitor y Paulina no volvieron a hacer unas risas juntos en la intimidad más íntima.

Aprovechando el decalaje horario entre Francia y España, Aitor mantenía conversaciones telefónicas con Emma todos los días, bien al mediodía francés, las doce, bien a la noche francesa, las ocho de la tarde. Emma era culta y leída, en París hacía una vida de teatros y conciertos, sus crónicas críticas de lo que estaba viviendo eran bebidas por Aitor que, por primera vez en su vida, tenía que oír más que decir en sus conversaciones.

(Continuará)


jueves, 13 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 37

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Este capítulo 37 tiene su inicio en el Capítulo primero

Esta historieta está escrita a partir de un guion que no ha sido rodado aún.

La tarde siguiente, una tarde lluviosa, aparcar en Bayona se complica, incluso en los aparcamientos subterráneos. Aitor deja el coche en el piso más profundo y húmedo después de dar vueltas para encontrar una plaza y tiene que correr porque llega tarde a la cita en la oficina de Hacienda, donde llega sudoroso, mojado y patinando en el suelo resbaladizo de la entrada. El abogado francés, Alain, le espera tranquilamente en la puerta que se encuentra cerrada a visitas a las 18 horas como el horario en letras góticas lo anuncia y se ríe de su apresurada carrera, ha llegado con unos minutos de margen porque automáticamente la puerta se abre para los dos. Se va arreglando en el ascensor que le conduce a la planta donde se encuentra el despacho de la Inspectora. El despacho lleno de expedientes de colores por mesa, estanterías e incluso el suelo junto a las paredes que quedan libres, parece imposible de encontrar algo y, sin embargo, un atento observador podrá comprobar que hay una clasificación de expedientes, quizá por importancia, quizá por orden cronológico, quizá por orden alfabético, quizá por una combinación de criterios… Aitor tiene ganas de preguntar por ello a la funcionaria, seria debajo del retrato fotográfico del Presidente de la República que sonríe henchido de su poder de rey republicano con esa nostalgia de la monarquía que las élites francesas dejan traslucir por momentos. Sobre la mesa de despacho, el grueso expediente abierto de su cliente con sus subcarpetas de plástico trasparente y, sobre todo, hay unas actas preparadas, formularios impresos que podrían ser esos contratos ilegibles que proponene los bancos o los concesionarios de automóviles a sus clientes pero que, en este caso, son las declaraciones de hechos que la Inspectora considera acreditados, con su encaje legal, su tipificación como infracción y la sanción correspondiente. Detrás de la mesa una silla de director con Emma sentada, vestida de traje, blusa abierta, collar de perlas, pendientes llamativos, peinado nuevo… delante de la mesa los dos abogados impecablemente vestidos, sentados con los ojos concentrados en los papeles que les conciernen y escuchando atentamente.

- Con esta firma aquí, en nombre de su cliente, el Sr. Madariaga se aviene a saldar y finiquitar la deuda de 105.312€ que su cliente tiene con la hacienda francesa en el plazo de 30 días y al mismo tiempo la sanción de 21.062€ que le ha sido impuesta ¿Leído, entendido y conforme?

- De pleine conformité, bien sûr, on signe – Alain le indica a Aitor, que saca de la chaqueta una estilográfica y firma lentamente seis veces en todas y cada una de las páginas y poniendo la fórmula en francés completa en la útima página, como indica el impreso: “lu, compris et accepté”.

- Tout est bien qui finit bien. Mais, quand même, ça a été bien dur d’arriver jusqu’ici, Madame la contrôleuse – después de firmar en todos los juegos de formularios y entregar las actas a la Inspectora, Aitor parece suspirar -.

- Je crois qu’on a établi une belle équipe, vôtre client a maintenant tout en règle pour opérer en France… mais un des membres de l'équipe assume un nouveau poste et nous allons dîner ensemble pour souligner l'événement, comme prévu – Otro funcionario ha entrado en el despacho, cómo ha sabido que era el momento de entrar solo Emma lo sabe, recogiendo las actas que la Inspectora le entrega y despareciendo acto seguido. Aitor aprovecha esta breve presencia para pisar ligeramente el pie del abogado francés -.

- Veuillez m'excuser de ne pas être parmi vous mais il m'est malheureusement impossible… 

- Tant pis pour vous – Emma no parece sorprendida por tener que cenar cara a cara con el abogado español y su cara no deja adivinar sus sentimientos sobre el desarrollo posterior del atardecer.

La cena es a hora francesa, las 8 de la tarde, prácticamente hay una hora para esperar, en la primera cerveza en un bar cerca de la catedral, aún son un trío que habla de la política francesa, de los problemas presentes en una sociedad que se convulsiona con facilidad ante cualquier medida impuesta, luego pasan a hablar de rugby y de la cultura popular del sudoeste francés, cultura más española en todos sus tópicos que la cultura del norte peninsular, la conversación pasa de uno a otro idioma sin problemas, a pesar de que los acentos de Emma en español y de Aitor en francés son fuertes y desvelan su origen mientras que solo Alain puede mantener una cierta neutralidad, solo un ligero deje, cuando habla español. Aitor provoca risas cuando relata sus desventuras de adolescente en colonias francesas a las que su familia le enviaba con intención de que aprendiera el idioma de Molière y se encontraba rodeado de lectores de El Quijote que le hablaban raramente en francés y que preferían entenderse en el idioma de Cervantes con el turista.

Alain les dejó cuando solo faltaban un par de minutos para las 8 de la noche y los otros dos se dirigieron a un restaurante del pequeño Bayona donde una mesa reservada con antelación y preparada para tres les esperaba. Pasaron al vino para el aperitivo y la cena, Emma habló más que Aitor, fue una degustación de porciones que reclamaban un cierto acompañamiento, maridaje, de distintos vinos.

Emma había decidido no llevarse a Aitor a la cama del apartamento aquella primera noche más por probarse a sí misma que por otra cosa, aunque la perspectiva de que iba a partir a París sin tener certeza de que Aitor fuera a acudir a lo que sus hormonas femeninas reclamaban desde hacía un tiempo, esa perspectiva incierta, le estuvo reclamando romper la palabra que solo se había dado a sí misma. Acabada la cena, lamentó vivamente que tenía que levantarse temprano al día siguiente pero le dejó claro a Aitor que le esperaba en París, le dio todas sus coordenadas aunque le exhortó a Aitor a quedarse a dormir solo en un hotel de Bayona si la tasa alcohólica le impedía regresar. Aitor estaba en toda suerte de dudas, no sabía qué carta jugar, sus hormonas le impulsaban a rematar aquella noche la estrategia que había desarrollado pero optó por el control y por sembrar para el futuro. Cuando en el portal, como novios de los tiempos de su padre, se despidieron con dos besos en la mejilla y Emma se separó para teclear el código que abría la puerta, además de su inteligencia y su elegante hunor, la inspectora de finanzas tenía un trasero perfecto que estaba allí, al alcance, se limitó a suspirar. Ella se volvió sonriente y mantuvo la puerta abierta un instante, le besó, un pico, en los labios y cerró la puerta desde el otro lado, Aitor la vió ir al ascensor  y ella no se volvió en ningún momento. 

En el aparcamiento, Aitor sacó el cepillo de dientes y el dentrífico del coche y se limpió con cuidado en los servicios antes de coger el coche, procurando no pensar mucho en lo que tendría que contar a Miren al llegar a Hernani, prefería improvisar. No fue necesario, ella dormía en su rincón de la cama y no reaccionó cuando él empezó a roncar.

(Continuación aquí)

lunes, 10 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 36

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Este texto forma parte de una crónica de Hernani que fue antes un guion que no ha sido rodado.

La historia comienza antes, INICIO

La vieja Iruña, Pamplona, existe antes y después de los sanfermines, incluso en invierno. El Camino de Santiago, el Opus Dei, la fiscalidad foral y otros atractivos hacen que aquella Pamplona vacía de nuestra infancia sea ahora un pequeño centro turístico con hoteles y alojamientos confortables, restaurantes excelentes y todo a precios abordables, lo que hace que turistas y viajeros acudan a congresos, seminarios y formaciones que, fuera del bullicio de la semana que comienza el 6 de julio de cada año, se dan continuamente en aquellas instalaciones.

El Hotel 3 Coronas es un edificio que quizá no ha envejecido muy bien pero sigue siendo elegante, aíslado junto a un parque, en el centro de la ciudad, cerca de las viejas murallas y, por tanto de la típica parte vieja.

Una mañana temprano en el hall del hotel, un cartel avisa, “Presentación de la franquicia de joyería Banús International en el salón Urbasa, planta de subsuelo” cuando Paulina entra por la puerta principal con la peluca y las gafas de sol que se supone le camuflan en caso de encontrarse inopinadamente a alguien conocido, saluda al conserje en recepción que apenas levanta la cabeza, atendiendo a los clientes que están abandonando el establecimiento y se dirige a uno de los dos ascensores, entra y las puertas se cierran justo para impedirle ver que Miren entra en ese momento en el hall, vestida en ejecutivo, mira el aviso, pregunta al conserje que le indica los ascensores y sigue ocupado en el mostrador, ella entra en un ascensor y las puertas se cierran. Paulina se ha dirigido hacia arriba y Miren ha descendido.

En una habitación del hotel, ya son casi las 12 del mediodía en el reloj del televisor apagado, en la cama desnudo está Aitor, recostada contra él está desnuda Paulina, jugando con los pelos del pecho de él mientras habla, la luz natural se filtra por las cortinas haciendo que los estragos de la edad tengan relieve en sus cuerpos sin que le importe a ninguno de los dos.

- Es curioso pero Bernat está celoso de ti – dice Paulina cogiendo con sus dedos la barbilla de Aitor como queriendo enmarcar con la mano su cara que desborda lógicamente -.

- Pero ¿Sabe algo de lo nuestro? ¡No jodas!

- No, hombre, no. Está celoso porque te estabas follando a Miren cuando la excursión y a ella le gustaba. Si no me ha contado diez veces que os cogió en pleno cachondeo en la litera aquella, no me lo ha contado ninguna.

-  ¿No estarás tú celosa y me lo dices por eso?

- ¿Celosa yo? … ahora que lo dices. Ojalá fuera verdad. Pero no, no estoy nada de celosa. Estaría preocupada si me pudieras contagiar algo, porque tú eres un tipo limpio pero esa chica puede tener un descuido… pero eso estoy convencida de que no.

Ella sigue paseando sus dedos por la cara de Aitor, no son caricias, son contactos de un ciego que explora una escultura en un museo y permace un momento en silencio.

- Es más, me parece que ese cohete que os echasteis en el albergue es el cohete de fin de fiestas.

- Habló la Sibila

- No me contestes, porque sé la respuesta y no quiero oírla ¿Cuántos meses llevabais sin…? Piénsalo y no me digas ¿Cuántos? ¿Te crees que no se te nota?

Le ha puesto la mano en la boca y él la mordisquea, luego empieza a jugar con sus pechos, a besarlos... Y toman la posición del misionero. Paulina le detiene sin dejarle penetrar.

- Solo tengo una duda ¿Cuándo te irás de Hernani para siempre?

Sin reflexionar un segundo, Aitor suelta:

- Cuando pase el tren de largo recorrido adecuado.

- Pues no dejes pasar ese tren cuando llegue, que puede ser el último… el último...

Paulina le hace entrar y durante el tiempo que hacen el amor ambos se miran desafiantes a los ojos, como rivales que juegan a que el adversario tenga el orgasmo antes y cuando éste llega les coge besándose con furia, imposible de saber quién ha sucumbido primero.

Más tarde, pasadas las 12 sobradamente en el hall del hotel, cuando Paulina con gafas de sol y peluca puesta sale de un ascensor, delante de la recepción hay un grupo de mujeres hablando,casi a gritos, llevan carpetas en la mano, entre ellas está Miren, de espaldas al ascensor. Paulina la ve inmediatamente, se vuelve y coge el ascensor de nuevo mientras saca el teléfono del bolso. Del otro ascensor sale Aitor mirando su teléfono mientras avanza hacia la recepción, pide paso a una mujer, que es Miren.

-  ¿Qué haces aquí?

Aitor sigue con el teléfono en la mano y le besa de pico en los labios, luego con una sonrisa le dice:

- ¿Qué tal ha sido la presentación de las franquicias? ¿Ha estado bien? - Aitor está natural, con el rostro afable de quien ha encontrado a un amigo al que ha ido a buscar para tomar el aperitivo -. Te invito a comer en Las Pocholas.

- ¿Qué susto me has dado? No sabía que estuvieras hoy en Pamplona, cariño. 

- Una reunión de despacho pero yo me he quedado un poco más, ya he acabado... ¿Vienes a comer conmigo o les alcanzo a los clientes para comer con ellos?

- Vete a comer con ellos o con ella o con quien sea – el tono es sardónico, Miren quiere darle a entender que todo le parece raro -, que yo me voy a comer con estas chicas joyeras, que creo que vamos a montar un negocio todas juntas ¿Qué te crees? Tonta del todo, no soy.

- Ya me enseñarás la propuesta del franquiciador.

Paulina al fondo vuelve a salir del ascensor, ve la escena  y vuelve a entrar en el ascensor. Ni Aitor ni Miren le han visto.  Miren se dirige a las otras colegas, tres o cuatro cuarentañeras vestidas como para la boda de unos marqueses.

- Os presento a mi novio, que es abogado y que nos puede asesorar gratis en el contrato.

Aitor saluda al grupo una por una, Miren le besa en la boca y sale con las otras mujeres, que se vuelven de vez en cuando para examinar a Aitor. Aitor se dirige a recepción y paga al conserje en dinero, coge la factura y la guarda en el portafolios que lleva, Paulina pasa por el fondo, peluca y gafas, saluda al conserje y sale a la calle, Aitor se pone a hablar por el teléfono antes de pasar la puerta. 

- En 10 minutos estoy en la oficina del notario. Estoy aquí al lado, llegando ¿Has reservado mesa en Las Pocholas? Bien, estupendo, Ernesto. ¡Hasta ahora!

(Esto sigue aquí)


viernes, 7 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 35

I

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Esta larga secuencia forma parte de la versión literaria de una crónica de Hernani, guion cinematográfico que no ha sido rodado.

La historia comienza en un capítulo primero POR AQUÍ

Una vez al año, por noviembre, la cuadrilla de amigos de Hernani de Miren a la que se ha incorporado Aitor acostumbra a hacer una marcha montañera por las laderas del macizo del Ontzi y del Adarra, promontorios que se alcanzan fácilmente desde Hernani, estas excursiones acaban en uno de los pueblos navarros de la cuenca del Urumea como Areso, Goizueta... en torno a una alubiada y el regreso lo hacen en taxis a la noche o a la mañana siguiente. A veces se añade kilometraje a la excursión  y se van a otros pueblos navarros como Leitza, Lekumberri… a los que la llegada es de noche. Los organizadores reservan restaurante y, en su caso, albergue o refugio donde pueda dormir el grupo por un precio aceptable para la mayoría. La cuadrilla se amplía para esta actividad a personas que solo se unen por sanjuanes, las fiestas del pueblo, o para funerales y bodas o precisamente para estas marchas.

A las 17 horas de un sábado, quizá de noviembre porque la luz diurna va desapareciendo, por un, sendero de entrada a un pueblo, Miren y Maddi caminan hacia las primeras casas, casas solariegas de grandes piedras con algún escudo tallado en la fachada, ambas van vestidas de montaña, Maddi con una mochila ligera prácticamente vacía porque por el camino han almorzado todos juntos de forma abundante en un punto en que las rocas del macizo o quizá los pastores del neolítico han formado una especie de tabla corrida de comedor y unos asientos de piedra. Las dos amigas van sin prisa, Miren cojea un poco pero se esfuerza en no quedarse atrás.

- Ya falta poco ¿Cómo lo llevas?

- Me molesta un poco la rodilla pero se puede aguantar… ¡Estos hijos de puta no han esperado nada!

- No iban a llevarte en parihuelas monte abajo, te hubieran despeñado, y no estás como para llamar al 112.

- Un poco de apoyo moral, al menos pero... ¿Qué se puede esperar de los hombres?

- El tuyo quería llamar al 112 y le has dicho que no, que no te pasaba nada.

- Y no me pasa nada, un golpe, un roto en el pantalón y un corte pequeño pero él no se ha quedado a hacerme compañía.

- Ya estábamos nosotras que andamos más tranquilas, ellos así han podido hacer cumbre y bajar y ya estarán en el albergue preparando la merienda-cena para cuando lleguemos.

Caminan un rato en silencio, al fondo se ve el refugio-albergue. Paulina y otras mujeres están llegando delante de ellas, Aitor, Lánder, Bernat, Dunixi y otros rostros familiares están delante de la puerta con cervezas y sidra y se alegran con su llegada. Maddi al ver a los hombres comenta a Miren.

- Aitor está en plena forma pero es un poco raro, es un poeta. Mira que traer barritas energéticas y gaseosas a una excursión ¿A quién se le ocurre? Y luego casi se mata por hacer una foto al borde del precipicio…

- Pero, en cuanto ha visto una vaca que le miraba, ha dado un rodeo de 500 metros para no pasar cerca.

- Cantando “Ese toro enamorado de la luna”, y de una forma que solo la he reconocido por la letra ¡Qué mal canta, el tío!

- ¡Hostias! Parece que lo hace queriendo y que se cree gracioso y luego empieza con sus poesías ¡Hasta el gorro me tiene con sus poesías!

Miren baja un poco la voz, muy poco para decir:

- Nunca he soportado lo de su poesía ¡Menos mal que tiene otras cosas que me gustan! Pero lo de la poesía es que nunca, nunca, lo he soportado… no se lo digo, no sé por qué, debe estar en el pacto tácito para que me aguante.

Las dos ya están uniéndose al numeroso grupo que está en la plazoleta que da entrada al caserón. Y Aitor pasa una lata de cerveza a Miren, mientras él tiene otra en la mano y declama:

- Llevo conmigo las heridas de todas las batallas que he evitado. Mi cuerpo muscular está molido del esfuerzo que no he pensado en hacer. Empañado, mudo, nulo… El cielo alto es el de un verano muerto, imperfecto. Lo miro como si no estuviese allí…

Miren, sin oírle, habla superponiendo su voz a la de Aitor desde “evitado” y pasa la lata a Maddi

- Cariño, prefiero sidra ¿Alguno de estos simpáticos me puede pasar un vaso de sidra? ¡Coño! Un vaso de sidra, no es tan difícil. Gracias Bernat.

- Lo que mandes cariño – Bernat le ha pasado la sidra y una mochila -. Tus deseos son órdenes para mi. La cena está preparada y si quiere ducharse la señora Marquesa antes, con permiso del Señor Marqués, ya le enjabono también.

- No tengo ganas ni de ducharme, además con el olor a chotuno que habrá en el dormitorio después, prefiero ducharme mañana la primera.

Bernat que se ha encargado de la reserva sigue fingiendo ser un criado o mayordomo de Miren y Aitor ante la sonrisa de éste y el desprecio de ella.

- Por cierto, ya está hecho el sorteo de literas en el dormitorio, con una excepción: a los señores marqueses y tortolitos se les ha reservado la litera del último rincón por si tienen una necesidad erótica inaplazable en medio de la noche, que nunca se sabe y de noche todas las gatas son pardas.

- ¡Que te den! - Responde Miren y entra en el edificio con la mochila y el vaso vacío.

Poco más tarde, en el comedor del albergue, el grupo cenó en cantidad, de una forma desmesurada y bebió también, la marcha montañera previa justificaba el exceso. Las alubias, los chorizos, los tocinos, las morcillas, las costillas, las berzas, las ensaladas, las tartas, los pasteles… fueron dejando su rastro sobre la mesa corrida sin mantel. Se habla en voz alta, se habla más que se escucha, sólo los y las que ya están muy cargados de alcohol parecen atender, una mano apoyada en la barbilla o en la mejilla, a quienes lanzan sus discursos más o menos coherentes. Cafés, infusiones, copas sobre la mesa, la patrona del albergue va retirando platos, tazas, cubiertos y botellas vacías y dejando botellas nuevas de cava y patxarán. 

Aitor, Bernat, Lánder, Dunixi, Javier, Zigor, Márkel, Miren, Maddi, Paulina y otro par de mujeres jóvenes que son vagamente conocidas del resto están sentados y, como es lo habitual, los hombres se han ido agrupando de un lado y las mujeres de otro, estos desplazamientos se han ido produciendo durante la merienda-cena, involuntariamente. Aitor, Bernat y Dunixi están juntos en un extremo, los demás hombres sentados junto a ellos, las mujeres ocupan la otra parte de la mesa.

Las paredes blancas pero ahumandas están llenas de aperos viejos de labranza, algunas fotos de tipos vascos tradicionales o de escenas del caserío, el escudo de euskal herria zazpiak bat en resina de poliéster imitando madera en el centro de la pared más corta, sobre la cabecera de la mesa que ocupan, hay otro par de mesas pero están vacías.

- ...eso de que alguien sea jefe de estado por haber nacido medio tarado de vete tú a saber qué leche que le dio sangre azul y de la camisa vieja de fascista asesino con la que hizo la primera comunión…

La voz de Bernat es de bajo de coro parroquial y hay que hacer un esfuerzo para entenderle, la copa que tiene en la mano y las que lleva en la sangre no son de ayuda para que su discurso sea inteligible a la primera pero Aitor parece tomarlo como un pie de diálogo teatral y se levanta, como si estuviera en la sala de un tribunal para las conclusiones finales de una vista penal,

- Yo he pedido la abolición de la pena de muerte en la Asamblea y os pareció a todos una herejía. No pedisteis clemencia para pequeños delincuentes y ahora la pedís para el mayor de todos los criminales ¿Pedís que se libre el único que puede justificarla? Sí, la pena de muerte es un crimen por lo general y solo se puede justificar cuando sea necesaria para salvar a los individuos y a la sociedad, ni el exilio ni la prisión pueden ser lo mismo para el bienestar público. Es la existencia del rey la que provoca la guerra y la muerte. La excepción cruel a la justicia se basa en la naturaleza de sus crímenes, por eso el rey debe morir para que la patria viva.

La voz del abogado y su vehemencia han provocado un cierto silencio en toda la mesa hasta que el rotundo “el rey debe morir para que la patria viva” provoca la respuesta inmediata de Miren desde el otro extremo de la mesa.

- Cállate Robespierre, cállate, que los tiempos no están para guillotinas.

Aitor se sienta y bebe una copa de cava mientras las voces retornan al volumen anterior en toda la mesa.

- Es lo que hay – dice Bernat acercando la botella de patxarán a Dunixi que la ha pedido con la barbilla -,  todos somos pacifistas hasta que nos tocan los cojones pero los cojones de cada uno, cuando es una tocada de huevos general, los cojones del pueblo, el pueblo no tiene cojones para levantarse.

- Porque el pueblo tiene exceso de colesterol – Dunixi habla como si estuviera dando una clase a 35 alumnos preadolescentes en la ikastola -, el pueblo se ha estado tanto tiempo comiéndose los huevos, que ahora tiene exceso de colesterol. Y habíamos dicho que no íbamos a hablar de política, que hablar de política acaba jodiendo el ambiente, así que vamos a hablar de fútbol ¿Qué os parece lo que está haciendo el PNV con el fútbol escolar en Gipuzkoa?

En su lado de la mesa, las chicas empiezan a cantar, bien y afinadas, “Xalbadoren heriotza” de X. Lete y todos se unen poco a poco, excepto Aitor que vocaliza sin emitir sonido, en un playback que no engaña a nadie. Miren se acerca por detrás, acabando las estrofas de la canción, le rodea con sus brazos, lleva una copa de patxarán en una mano, y pone su cara junto a la suya, Aitor sigue moviendo los labios hasta el final de la canción y Miren le dice al oído:

- Así me gusta, cariño ¿Ves que cuando te empeñas puedes cantar bien?

Miren, ojos acuosos, besa en la boca a Aitor, se besan los dos, los demás siguen cantando e inician Maite II de Hertzainak. Aitor comenta a Miren algo así como:

- Eros, tanatos, tanatos, eros

- Vamos al catre los primeros, antes de que estos se acuesten – Miren le coge de la mano a Aitor y salen del comedor, los hombres cantan, Paulina observa a los que se van y le pega con el codo a Maddi que se ríe.

La patrona apaga y enciende las luces de la sala, se apuran las últimas copas pero sin prisas. La patrona apaga las luces y deja toda la casa a oscuras, aparecen linternas de todos los modelos en las manos de los excursionistas o en sus frentes, algún rezagado bebe un último trago.

Más tarde en el pasillo del albergue sin luces, Bernat y Paulina salen de los baños comunes en que hay una luz tímida sobre el espejo corrido que la apagan ya que Bernat lleva una lámpara frontal puesta, los dos van en paños menores, muy menores, ella un tanga y él un slip con los colores blanquiazules de la Real Sociedad, su ropa y unos neceseres en la mano. Paulina cuchichea a su marido:

- Pues tengo que tomar paracetamol ahora porque si no no voy a dormir.

- ¿De dónde hostias quieres que saque ahora un paracetamol? - Bernat tampoco levanta la voz pero su volumen dobla el de Paulina -. Se los he dado antes a Aitor en el monte, para que le diera a la otra pelma.

- Mira si está despierto y se lo pides.

Los dos entran en el gran dormitorio colectivo, hay literas, se oye roncar, por el suelo hay mochilas tiradas. Paulina se sube a la parte de arriba de la primera litera más cercana a la puerta y Bernat avanza por el pasillo entre las literas con la frontal encendida, se ilumina por donde avanza, pero la penumbra deja ver que quienes duermen abajo están ya dormidos. Bernat llega a la última del fondo a la derecha, al iluminar, Aitor está encima de Miren penetrándole rítmicamente en silencio, Miren mira a Bernat con enfado y le interroga con las cejas, él responde susurrando despacio y vocalizando, Aitor no para en sus movimientos mecánicos bajo la manta que les cubre desde las caderas más o menos, Miren ni siente ni disfruta aparentemente.

- ¿Que si tienes algo para el dolor de cabeza? Que Paulina tiene dolor de cerebro y le he dado a Aitor las pastillas de paracetamol para ti.

- Dile a esa idiota – Miren habla imitando a Bernat al principio para acabar entrecortando las palabras y arrastrando las sílabas -, que el dolor de cabeza se pasa follando.

Y boquea como en un orgasmo de película muda o de película sonora a la que los padres han silenciado en la televisión para que los niños, que se supone que están dormidos, no lo oígan desde sus dormitorios. Aitor, volviendo la cara hacia Bernat, sigue moviéndose, y le habla entrecortadamente.

- Por una vez que ésta y yo podemos hablar a solas… Está la caja en el bolsillo superior de mi mochila, en la litera de arriba.

- Tú sigue, tonto, no pares, no pares, que se me pasa la… la…  la…. jaqueca - Jaqueca lo dice como si fuera el culmen del acto amatorio -.

Bernat ha encontrado el medicamento arriba pero se agacha para decir a Miren que está besando y metiendo la lengua en la oreja a Aitor.

- Vale, gracias por todo

(Continúa AQUÍ El SIGUIENTE)

martes, 4 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 34

Imagen generada por IA
Esta crónica de Hernani es, en principio, un guion que no ha sido rodado y que he transformado en una especie de novelilla.
El relato comienza en un capítulo primero que está AQUÍ


Maddi es profesora de euskera, trabaja en una academia subvencionada o concertada por los presupuestos públicos de alguna de las administraciones de Euskadi, posiblemente por todas desde la municipal hasta la autonómica. El viejo idioma, que se dotó de reglas pasada ya la mitad del siglo XX, es objeto de una devoción lógica del sentimiento nacionalista que, con el proclamado objetivo de velar porque siga vivo, lo hace necesario para los ciudadanos vascos a los que se lo exige para ocupar puestos en esas administraciones, a pesar de estos esfuerzos y, en parte, quizá por estos esfuerzos, el idoma vasco sigue sirviendo más como bandera identitaria que como medio de comunicación entre personas pero es y seguirá siendo una fuente de empleo, cientos de vascos viven de la industria de la lengua como Maddi, los centros de estudios del idioma vasco proliferan sin parangón alguno con los de los otros idiomas que se hablan en Euskadi, ni el español ni el francés cuentan con los mismos apoyos institucionales, a pesar de ser usados corrientemente por la ciudadanía, que los apoyos que sostienen nuestro monumento neolítico.

Aquella tarde lluviosa, en un local lleno de luz y de pintura inmaculada, Maddi, profesora junto a una pizarra donde están escritas frases en euskera:  “Duela hiru egun ere bero egin du; gaur duela hiru egun bezain bero egin du” “Joan den astean ere bero izan da: gaur joan den astean bezain bero da”, hay también una mesa de reuniones, sillas con alumnos, libros y apuntes sobre la mesa, entre los alumnos sentados están caras conocidas de la localidad como Miren o Lola y otros adultos, a los que es fácil encontrar por las tabernas de Hernani.

- ¿Por qué usas bezain en vez de berdin? Yo uso berdin, hostias, y todo el mundo me entiende – le dice con cierto hartazgo Miren -.

- Porque todo el mundo habla mal, aquí estáis para practicar la lengua correctamente… eta beti euskeraz ikasgelan..

Maddi nació en una familia que hablaba euskera, estudió filología por militancia en el idioma pero también domina el español, el francés y el inglés, y tiene algunos conocimientos del árabe y del ruso, lo que puede ser la causa de su depresión por estar perdida en lo más profundo de Euskadi en vez de estar de traductora o intérprete en algún centro de decisión europeo.

- ¿Por qué razón es correcto bezain? - Lola interviene en apoyo de Miren, Lola es la peor alumna que Maddi ha tenido nunca -.

- Euskeraz, kontxo, euskeraz!!! Nahitaez, potrogatik, por cojones, porque es lo correcto. Bukatu dago eta ikusi arte! 

Ya es la hora de acabar la clase, muchos días las clases acaban con el “protogatik”, el “porque sí” de las reglas del idioma, en el vasco, como en otros lenguajes en que existen academias oficiales, las reglas impuestas se escapan a la explicación algunas veces, hay que pensar que se ha elegido la opción más votada por el cuerpo rector del organismo encargado de normalizar la lengua y las razones se escapan incluso a los estudiosos de esa lengua.

La despedida de los alumnos, menos Miren que se queda, se realizan en las fórmulas habituales del vascuence hablado en Hernani.

- ¿Tienes más clases hoy o te da tiempo de tomar algo?

- Tengo media hora libre – contesta Maddi -, vamos a tomar algo aquí abajo.

Debajo de la academia hay otra taberna típica de pueblo vasco con su decoración “abertzale”, unos pocos hombres y muy pocas mujeres están bebiendo, predominan los cafés con leche, en la barra y en mesas, hay niños que juegan y corren saliendo a la calle. Miren se ha sentado en una mesa con un vaso de vino tinto que, sin preguntarle, le ha servido la dueña qu está detrás de la barra. Maddi con un té humeante de pura ebullición pues la hostelería española disfruta haciendo llorar de dolor a los aficionados al té y, por ello, hace la infusión al vapor, no pone un recipiente con hielo al lado u otra taza y mira con mala cara cuando se pide alguna cosa que impida abrasarse el paladar “Además de enferma, esta tía rara es una pija” había pensado la patrona.

- Si tú hablas bastante euskera Miren, no sé para qué coño vienes a clase, ni que fueras a ponerte a trabajar en el Gobierno Vasco…

- Es que quiero coger nivel y luego ir convalidando para poder trabajar en lo que sea, en lo que salga y ahora en todos los sitios piden euskera y con mi jatorrena ¿Dónde hostias me van a coger?

La lengua milenaria había ido evolucionando, como todas las lenguas, a la vez que nacían y morían variantes, a finales de los años 50 del siglo XX, un ingeniero vago, que lo había aprendido por su cuenta con una voluntad de hierro para este único esfuerzo de su vida, devino lingüista de referencia en el mundo del euskera y, con la complicidad de la Real (Del rey) Academia de la Lengua Vasca que el régimen tiránico había resucitado ya en la década anterior, estableció una lengua oficial a partir del dialecto más oscuro y apenas hablado y la variante guipuzcoana rural, prescindiendo de la más hablada, vizcaína, y de las aportaciones industriales que habían dado un vascuence -nombre con el que era conocido el idioma -, popular, jatorrena en euskera. Con la recuperación de la Autonomía del País Vasco esta neolengua devino el idioma oficial de la administración vasca y, lo que es más importante, de la educación en Euskadi.

- Pero… que no vas a hacer oposiciones, que para trabajar en una tienda, no necesitas un título.

- Si hasta el inútil de Aitor se sacó el Ega 2 por qué yo no voy a sacarme un título y pasárselo por las narices.

El Ega o “certificado de competencia en lengua vasca” es un medidor del conocimiento de la lengua, nivel en función del cual se puede aspirar o no a plazas en el entramado del empleo que depende de las finanzas públicas en el pequeño país, aunque la exigencia del nivel desaparece si el aspirante a vivir de los impuestos tiene la afiliación política adecuada o el parentesco o contactos adecuados, como es aceptado por la sociedad vasca. 

-Porque tú ya hablas y Aitor tiene el título para calzar la pata de una mesa porque jamás habla en euskera.

- Porque el mamón de él no lo necesita pero yo sí, hostias, yo sí…- con cierta desesperación, sintiéndose incomprendida, Miren acaba el vino -.

- Pues yo voy a ver si desconecto un poco de este mundillo del euskera, me voy un par de semanas a Londres, gastos pagados por la empresa, a reverdecer mi inglés y a un seminario sobre técnicas de enseñanza de idiomas, nos vamos otra y yo, sin maridos ni niños ni nada…

- Eso sí que es una desconexión y no la de otra que sé yo…

- No creas que yo huyo del marido, que yo le he dicho a Lánder que venga conmigo, que solo tiene que pagar lo suyo y no ha querido, que si él quiere viajar, me ha dicho, que si quiere viajar que nos vamos a cenar a una sidrería de Astigarraga o así y ya está, no te jode, es que a veces parece tonto…

Continúa en siguiente episodio

viernes, 31 de octubre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 33

Deliciosa imagen creada por IA para ilustrar esta secuencia.
Este relato forma parte, la 33, de un texto escrito a partir de un guion que no ha sido rodado.
La crónica de Hernani comienza en Primer capítulo


Aitor se dirige al bar de costumbre, son las 8 de la noche, quizá llueve, pero Miren y sus amigos, ahora también amigos de Aitor, acogido en la cuadrilla como uno más, aunque sin olvidar nunca que él no es de Hernani y que hay que recordárselo a menudo por si acaso. El bar es la taberna típica de pueblo vasco con decoración “abertzale”, esto es, fotos de grupos en el monte con un ikurriña, fotos de pelotaris en frontones con ikurriña en los muros, fotos de bertsoalris actuando en escenarios con ikurriña, fotos de no importa que actividad vasca en el que aparezca una o varias ikurriñas como elemento decorativo o atrezo, por lo demás, hombres y mujeres de todas las edades beben en la barra y en las mesas. Hay niños que juegan en el interior y corren saliendo a la calle y entrando de nuevo. Siempre hay un tipo con cara de funcionario soviético leyendo prensa en un rincón. En el exterior, cerca de la puerta y bajo los aleros de los tejados, se percibe que hay gente similar, con vasos y cigarrillos en la mano. Miren está sentada en una mesa del interior con Paulina y Maddi,  Lánder y Bernat están de pie, dejando los vasos vacíos en la barra y el pago de la consumición, todos con vestimenta informal de salida de trabajo industrial, Aitor llega con traje sin corbata, se la ha metido en un bolsillo interior de la chaqueta durante el camino del apeadero hasta el bar, besa a Miren. Lánder se dirige al recién llegado.

- Ya nos íbamos a otra iglesia que en ésta la misa está dicha y ya nos han visto bastante.

Aitor no tiene ganas de comenzar a beber y accede a la propuesta sin dudar. 

- Pues vamos

Las mujeres se levantan y todos se dirigen a la puerta, apartando y saludando a los otros clientes, siendo atropellados por los niños que se persiguen infatigables. Miren va la primera y, al llegar a la puerta, se oye el sonido fúnebre de un txistu, Miren se detiene y para las que vienen detrás.

- ¡Que llegan los tristes!

Aitor, sumando la música y la frase en su mente, mira por encima de las cabezas de los que están en la puerta del bar. Un cortejo de hombres y mujeres, la mayoría de edad avanzada, incluso muy avanzada, una veintena, con pancartas con fotos en blanco y negro de jóvenes, arrastra los pies al son sin ritmo de la melodía del txistu que toca una adolescente cerrando la marcha, la primera fila de los desfilantes  lleva desplegada una pancarta con el lema  “presoak etxera”, la procesión deja indiferentes a los del exterior pero callan y miran hacia el suelo con expresión de luto hasta que acaba de pasar delante de la puerta del bar para dirigirse a la calle principal. La cuadrilla, en vez de salir,  regresa hacia la barra, Bernat hace seña de una ronda al camarero, Aitor indica por señas que le ponga un zurito de cerveza y paga. Todos beben en silencio hasta que se apaga el sonido del txistu.

- Vamos a una de las tabernas de abajo, que calle arriba no se puede pasar – Miren ordena a los demás -.

Dejan los vasos vacíos en la barra y salen a la calle, las mujeres encienden sus cigarrillos y marchan delante, los hombres se quedan atrás, a escasa distancia pero atrás.

- Hoy hay ópera en el Kursaal ¿Por qué no habéis ido? Antes no os perdíais ni una… -Paulina comenta a Miren -.

- Se ha dado de baja en el abono, no sé por qué pero parece que a Aitor no le apetece ir ya a Donostia.

- Es verdad, cuando vino a vivir contigo, haciáis vida de pijos – Maddi interviene -, todos los días conciertos, teatro, cenas con la crema de la intelectualidad.

- Que se ha hecho de pueblo – Miren prosigue mientras llegan a una nueva taberna -, no me extraña, sus amigos son de un snob insoportable, que si has leído el último libro de tal, que si has visto la exposición de fulanito… y siempre mirándome de arriba abajo, como si yo fuera un bicho raro ¡Que les den! En Hernani se vive de puta madre sin tanta tontería.

Aitor ha oído todo el intercambio de frases. Parece que va a decir algo a Miren, se calla, se queda un poco atrás, mira calle arriba, hacia la plaza del Ayuntamiento de Hernani por donde ha debido de irse la manifestación, mira hacia el interior del bar donde todos han entrado y dice, sin que nadie le pueda oir, algo así como “Optar es dejar cosas, hay que aprender a dejar cosas, que además son incompatibles, una u otra, pero no se pueden tener las dos a la vez”. 

(Continuación AQUÍ)

martes, 28 de octubre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA ·32

Imagen generada por IA para ilustrar este capítulo.
Esta secuencia forma parte de la versión literaria de un guion cinematográfico que no ha sido rodado.
Esta crónica de Hernani comienza Primera secuencia


Unos días más tarde, la rutina del trabajo, del ir y venir en el tren de cercanías entre Hernani y Donostia un par de veces por jornada laboral, leyendo un libro, a veces en formato electrónico, o prestando oído a las conversaciones ajenas. Aitor busca inconscientemente la proximidad de quienes se bajan en Hernani en su regreso de la tarde, normalmente las dos jóvenes dependientas de boutique que visten bien y huelen mejor, cuya charla le tiene informado de la vida de personas que no espera conocer. Hoy está sentado, lado ventanilla, leyendo un libro electrónico, una obra en francés de una novelista de moda, sonríe de vez en cuando siguiendo la lectura. A su lado está sentada una de las dos dependientas, la que tiene la voz más aguda, que habla velozmente con la otra joven de su misma edad, las dos habituales de la misma hora, mientras hablan de lo que han padecido con la clientela durante la jornada laboral, inclinándose ambas hacia delante, las dos escriben en sus móviles sin parar ¿A quién irán esos mensajes que son respondidos inmediatamente? ¿Será que además de oralmente se están comunicando por escrito simultáneamente?

- ¿Quieres saber un secreto? Júrame que no se lo vas a decir a nadie – dice la morena con su voz de tiple -.

- Te juro que de mi boca no saldrá nada, que me lo guardo para mi.

- Pues a mi prima Yolanda le han echado del trabajo y además ha tenido que ir a urgencias porque le han partido la cara.

- ¿Al cubano se le ha ido la mano? No me gustaba nada, esos pequeñitos y morenos son unos matones, muy zalameros, muy bailones, pero unos matones – un poco racista le parece a Aitor el comentario de la castaña -.

- No, el novio no, sigue con él y muy bien. Ha sido la mujer de su jefe la que le ha dado un par de hostias, sin venir a cuento además.

- No fastidies ¿Qué le ha pasado a la pobre?

- Pues que la “madonna” que es como llaman a la patrona que es una señora de armas tomar, metiendo los calzoncillos del señor en la lavadora se encontró con rastros de pintalabios en la bragueta del calzoncillo y de la misma, se presentó en la oficina con ellos en la mano, entró por la puerta de atrás sin que nadie le viera, le echó los calzoncillos al marido en la cara y le pegó un directo a la mandíbula a Yolanda que estaba junto a un archivo y se abrió la ceja con una esquina, todo como en una película…

- ¡Pobrecita! ¡Pobre Yolanda! ¿Y el pintalabios era suyo?

- ¡Que no! ¡Que ella no usa! El caso es que el jefe le ha dado un montón de dinero pero que no vuelve a trabajar allí, claro. Y ahora se va Cuba con el novio a conocer a la familia, que se van a casar y todo, dice, si él arregla sus papeles de divorcio allí, porque al parecer él está casado en la isla y tiene algunos hijos… todo muy oscuro, un lío ¡Vamos! Pero, por ahora, todo es secreto, tú no lo cuentes a nadie, que ella no quiere que en el pueblo se sepa.

- ¿Yo? Callada y punto en boca, aunque lo de que Yolanda no usa pintalabios no me lo creo, porque yo la he visto ir a trabajar, y no hace muchos días, más pintada que la fábrica de pinturas...

Aitor, que ha tomado nota mental de que tiene que conocer a la tal Yolanda, les pide paso y cuando el tren se detiene y abre las puertas en el apeadero del centro de Hernani, los tres descienden.

(Siguiente secuencia del film)