Mi abuelo llamaba a los días de primavera en que se produce una caída de temperatura “los santos de hielo”. Me acuerdo que uno de los días era el de San Pancracio, que en francés rima con hielo, pero ahora los santos están sujetos a una movilidad tremenda y ninguno está en su día e incluso muchos han sufrido despidos del santoral y algunos han visto su plaza amortizada pero ocupada por cualquier recién llegado, así que no puedo situar exactamente tales días. Lo que es claro es que suelen coincidir con la penúltima etapa de la temporada deportiva, los días en que se queman los últimos cartuchos para alcanzar la meta fijada o huir del descenso de categoría.
A falta de tres jornadas, la situación en la tabla de división de honor A de los dos equipos guipuzcoanos -necesitados de puntos uno, el de Ordizia, para tener una oportunidad de disputar título y el otro, el de Hernani, para abandonar ese penúltimo puesto que ahora ocupa-, me ha recordado estos días en que el invierno parece retornar para congelarnos la idea y el músculo.
Precisamente en las jornadas difíciles, cuando no suele haber sorpresas agradables, cada uno tiene que demostrar su capacidad de empresa –en cualquiera de sus acepciones-, y su capacidad de rugby -como juego y como metáfora-.
Este fin de semana Hernani tiene que encabezar a toda su afición –más que nunca sus seguidores y su apoyo-, para arrancar todos los puntos posibles en un final de competición para quedarse helados, cuando tiene que “comerse” a los tres primeros de la clasificación, empezando por unos duros “basurdes”.
Mientras que Ordizia se juega su clasificación para los play-offs esencialmente con equipos de “la liga del Hernani”: un viaje, que tampoco es de turismo, a Getxo, cuyo equipo no quiere seguir más en la zona baja, luego recibe a su inmediato seguidor pero acabará yendo a Vigo donde le espera otro equipo bajista.
Para encomendarse a San Mamerto, San Pancracio y San Severo o así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario