jueves, 8 de junio de 2017

CONMOCIÓN CEREBRAL

El lunes de Pentecostés es fiesta en la laica República Francesa, un lunes soleado que permite tomar el aperitivo en una de las terrazas de las elegantes tabernas del Barrio del Mercado, Les Halles, en Biarritz y allí el matrimonio Labarthe se encuentra con el matrimonio Hiruntchiverry, después de los besuqueos mutuos y ajenos -hasta el patrón y un camarero saludaron a la biarrota a los presentes-, para compartir algo de picoteo y de charla.
- ¿Qué te pareció el partido de la final de ayer? Un día de éstos va a haber un muerto sobre el terreno -dice Imanol Hiruntchiverry entrando en materia-, ¡Qué choques! ¡Qué brutalidad!
- Al ritmo que evoluciona el rugby, vendrá el día en que no nos conmoverá ver a todos esos mocetones tumbados en el suelo -contesta Labarthe en el mismo sentido-, desmadejados, la luz apagada por más de cien kilos de masa muscular lanzada a toda máquina para romper todo ¿Para qué eliminar a un defensor con un pase si se tiene la fuerza para dejarlo sentado solo con entrarle al esternón de frente?
- Entre las semifinales y la final del Top 14 ha habido una docena de conmociones cerebrales – Amaia Hiruntchiverry añade-, y no se ve a nadie repeler con la mano un placaje… al contrario se va a por el cuerpo del defensor como un toro ya toreado va a coger a un maletilla.
- ¿Qué madre va a querer llevar a sus hijos a jugar al rugby? - Heléne Labarthe interviene-, Eso no es ya nuestro rugby, se está jugando con la salud de esos chicos y se ha cogido un camino que conduce al desastre.
La llegada de las croquetas para acompañar a las cervezas que han ido cayendo, como acreditan los vasos que brillan al sol sobre la mesa, provoca una breve melé espontánea que acaba cuando Amaia se ha hecho con la más grande y, mientras se enfría, precisa:
- El caso es que cada vez más jugadores profesionales se retiran jóvenes por secuelas de conmociones repetidas y los clubes tienen cada vez más demandas de indemnizaciones por los daños que causan las prisas en amortizar lo que pagan, haciendo reaparecer a los lesionados.
- ¿Te acuerdas cuando aquel talonador catalán dejó sin sentido a Galtzagorri nada más empezar el partido, le dimos agua milagrosa con la esponja en la cara y jugó el resto del encuentro como si tal cosa? -Aristide recuerda una batallita de abuelo- ¡Luego ni se acordaba que había jugado! ¡Y jugó uno de los mejores partidos de su vida!

- ¡Así tiene el cerebro, más amortizado que el hígado!   

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