jueves, 11 de enero de 2018

LOS PITUFOS

Por el amplio patio del edificio de Tabakalera resuenan los gritos de los niños que corren jugando y dando, por fin, un sentido a la inversión y al gasto mensual que los dineros públicos han soportado, soportan y, suponemos, seguirán soportando. Algunas pocas figuras paternas y muchas más ancestrales se encargan de controlar la algarabía incontrolable, mientras comentan sus cosas, dos o tres hombretones que están más o menos acomodados en unas banquetas, quizá diseñadas para sentarse, charlan de rugby y derivados.
- Los niños de hoy en día carecen, por desgracia, de unos padres más disponibles a sus emociones -dice Galtzagorri, señalando con la barbilla, a un grupo de personas que absortos teclean incansables en sus teléfonos planos-, los padres entre el trabajo y la hiperconexión no sé dónde estamos.
- Así son los críos los que fijan sus propios límites porque no hay nadie que les diga “no”, con lo bueno que es un “no” a tiempo- añade Murray recogiendo del suelo el envoltorio de un bollo que la corriente de aire ha traído hasta sus pies-, y la educación se da en casa, en la escuela solo la enseñanza.
- Tendríamos que desarrollar una “aplicación” de rugby para padres – Galtzagorri sugiere-, ya que el rugby es un deporte de equipo y al aire libre, aunque quizá aquí también se podría jugar a cubierto con un poco más de dinero puesto, así los niños van a desarrollar más rápidamente sus habilidades motrices, la rapidez, la resistencia, la coordinación, la concentración… Pero si el rugby no está en la red, no existe para éstos.
- Jugar al rugby implica disciplina y la necesidad de seguir normas -Murray está recogiendo las tazas de las consumiciones para despejar la mesa-, de esta forma se aprende desde pequeño a responsabilizarse de sus acciones y a calibrar las consecuencias de sus actos.
- La convivialidad del rugby, la amistad, el compañerismo y la cooperación – Galtzagorri, con cierta sonrisa triste, señala con la mano a los niños que se han ido sentando con sus aparatos en las manos, algunos pasados por sus tutores que no se han resistido mucho-, pero si algo importante se aprende jugando es el respeto. Parece que sigue lloviendo.




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