jueves, 11 de febrero de 2021

NOS VEMOS EN EL BAR DE ABAJO

Jon Galtzagorri a las 9 de la mañana está aún en la cama. No es lo habitual, normalmente para las 7 de la mañana ya está desayunando con un voraz apetito – su mujer dice que es un error invitarle a un desayuno de trabajo, puede arruinar cualquier presupuesto -, pero hoy le han dejado descansar, ayer estuvo hasta muy tarde acabando un recurso de casación contra una sentencia que se tenía que presentar hoy sin falta ya que, a pesar de la telemática judicial existente, los viejos abogados dejan para el día de gracia los escritos, según costumbre inmemorial. Galtzagorri no está dormido, con los ojos cerrados oye Radio Clásica con una sonrisa en los labios, pocas veces puede oír su programa favorito entero y en directo, la mayor parte de las veces apenas escucha unos minutos en la radio del coche o, al acabar el desayuno, en la radio de la cocina.


Los timbrazos del interfono le sacaron de su sinfonía de la mañana, el telefonillo del interfono está demasiado cerca del dormitorio, se levantó de, lo que él creyó, un salto para responder al perturbador como se merecía, pero la voz femenina ya estaba en acción en el pasillo.

- Nor da? Egun on! Pero sube, ahora le digo ¿Quieres un café? Bueno, le digo… Jon, es Imanol que está abajo, que no sube, que te espera en el bar de abajo.

- ¿Qué hace el pelma éste aquí? ¿No sabe que está prohibido desplazarse? Dile que ahora bajo. Desayunaré en el bar, guapísima.

Sin ducharse ni afeitarse, embutido en ropa de estar por casa, las pantuflas sustituidas por unos mocasines, puestos sin calcetines – se pone calcetines con las botas de deporte y cuando tiene una vista judicial -, Galtzagorri entró en el bar diez minutos más tarde.

- ¡Mierda, la mascarilla! - a modo de saludo, al ver al patrón del bar y a la docena de clientes, incluso Hiruntchiverry, con la mascarilla puesta, incluso había uno que la tenía puesta en su sitio -.

El patrón le pasó un paquete de celofán con una mascarilla de marmolista sin siquiera levantar una ceja.

- ¿Querrás desayunar lo mismo que el gabacho, supongo?

Hiruntchiverry, con la mascarilla a modo de una kipa, estaba sentado en una mesa junto a la puerta de entrada con un plato de huevos fritos con chistorra, patatas fritas y pimientos, una botella de vino riojano y un par de vasos.

- ¿No has visto el whatsapp?

- Tenía el teléfono en silencio – sacando el aparato del bolsillo trasero del pantalón vaquero y aprovechando para poner en modo de molestar -, estuve concentrado trabajando… “Nos vemos en el bar de abajo!”

- Claro, en cuanto me he enterado de la noticia, he saltado a la moto y me he venido para Donostia, había atasco en la muga. Por si acaso hazme un justificante que he venido a reunirme contigo para un tema profesional, no sea que al regreso me hagan un control.


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