jueves, 4 de mayo de 2017

RUGBY ES AJEDREZ COLECTIVO


-          Andar a caballo es como esquiar con unas tablas que piensan –Amaia Aguirrezabala nos dice, rígida con el corsé que le sujeta la lesión producida en una reciente caída ecuestre-, y mientras yo seguí recta por el camino, mi cabalgadura decidió tomar un atajo a la derecha…
Como no puede sentarse en la tribuna, le hacemos compañía al borde de la cancha desde donde  observamos el entrenamiento del equipo de rugby local. Los jugadores repiten jugadas aprendidas con vistas a los partidos de las fases finales de la temporada bajo las instrucciones del entrenador, los que simulan ser los opositores desbaratan demasiadas veces el desarrollo de la secuencia planificada y se corrigen posiciones, se acelera el ritmo, se automatizan los movimientos…
-          El rugby tiene mucho de ajedrez, de combinaciones estratégicas de fichas –prosigue Amaia que se cayó de pequeña en la marmita familiar del rugby-,  pero fichas con cerebro humano. No soporto esos partidos en que cada entrenador coloca sus fichas en función de su estrategia preconcebida y exige a los jugadores permanecer descerebrados. La riqueza del juego está en las improvisaciones del que juega el balón en cada momento y las improvisaciones se pueden entrenar, se deben entrenar. El jugador, sobre todo el que está en la columna vertebral del equipo, debe adquirir en el entreno los cimientos sobre los que construirá la inspiración, el movimiento desestabilizador del equipo contrario, salirse del corsé del plan...

-          Es el miedo al error el que nos retiene muchas veces –dice Galtzagorri que observa a su hijo aguantar un chorreo del entrenador por algo que se nos ha escapado desde nuestro sitio-.

-          Un partido sin errores acabaría en tablas –dice Amaia-, como una partida perfecta de ajedrez.

No hay comentarios: