miércoles, 17 de mayo de 2017

TÚNELES EN EL CAMINO DE LA VIDA

-          No sé por qué se le llamaba el “Negro Smith” –contaba Galtzagorri en la sobremesa-, pero el “Negro Smith” era un segunda línea duro, incluso agresivo, creo que había superado una infancia desgraciada en la que los Servicios Sociales para salvarle la vida le habían retirado de su madre y que le costó encontrarse a sí mismo, a pesar de que su familia de acogida y que le adoptó es, para él, su auténtica familia.
-          ¡Cómo le seguía el equipo en el campo! Y en cuanto le nombraron capitán dejó de recibir tarjetas, a mí me gustaba mucho cuando les arbitraba algún partido –dice el Marqués de Altamira-, imponía con un gesto, con una mirada y lo que me comentaba en el tercer tiempo solía ser muy útil. Aunque siempre se aprende mucho en el tercer tiempo, con él era sobresaliente.
-          El rugby era para él la mitad de su vida y, cuando por motivos de trabajo, tuvo que dejar de competir empezó a deprimirse –Galtzagorri, que había estado con él cuando salió del establecimiento siquiátrico, proseguía su relato-, además tuvo aquella novia con perro, una relación difícil, ya se sabe que las relaciones con chica de perro…
-          No lo sé, pero sigue –cortó el Barón de la Florida, preparando los tapetes, los naipes y las piedras para el mus-, en mi casa no entra un animal ni de porcelana.
-          Lo dice porque un “ménage à trois” –interviene de nuevo el Marqués de Altamira-, requiere que los tres sean seres racionales. ¡Si se puede ser racional en el amor!

-          El caso es que el “Negro Smith” ha cambiado de trabajo, de novia, de vida en resumen y se vuelve al rugby –Galtzagorri concluye-, que va a ocuparse de los jóvenes para darles lo que el rugby le dio a él, para ser feliz, para salir del túnel.

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