domingo, 25 de mayo de 2008

CHARLATANES DE FERIA GASTRONOMICA 2008

"Láminas de embuchado de navarro marrano al pimentón escarlata con su tradicional envuelta de harina de cereal ligeramente horneada" es un bocadillo de chorizo de Pamplona, después de pasar por las manos de uno de nuestro cocinillas de fábula.
Alguna voz nada infantil     h ha debido decir que el rey está desnudo muchas veces y el gallinero de crestas blancas se ha alterado gravemente saliendo –los que a veces entran-, de sus científicas cocinas, tan provistas de instrumentos de tortura con las que extraer todo lo que llevan dentro a cualquier patata alavesa.
Esta difusión corporativa de sus sentimientos ofendidos nos indica que están lejos de la necesaria reflexión ante el pendular movimiento que inevitablemente tiene que cambiar su nicho de mercado.
Se extiende por los minimalistas comedores el cansancio del comensal ante el prospecto farmacéutico que el camarero le suelta cada vez que le sirve unos gramos de arte culinario con la definición literaria de la ración, instrucciones de ingesta, contraindicaciones y posología.
Encima el pagador siempre verá alguna estrella michelin de más al recibir la dolorosa porque no te perdonan ni el pequeño cilindro finamente tallado de pino de Monterrey, esto es el palillo, que creías que te había obsequiado el ranchero zen al final del esporádico evento. Digo lo esporádico porque es muy difícil que un salario medio permita acudir, salvo que eches mano de un presupuesto público, frecuentemente a uno de estos templos.
Claro que cuentan con la excelente pluma negra de Mikel Corcuera y otros golosos a su servicio arrendado y han conseguido alcanzar así un confuso status cultural que no desmerece de otras joyas análogas del panorama mediático.
De todas maneras el martes pasado cené, entre otros catorce o quince poemas gustativos, unas “verduras asadas y crudas, brotes y hojas, silvestres y cultivadas, aliñadas con mantequilla avellana y salpicadas de semillas y pétalos con aderezo generoso de queso emmental” y      m   mereció la pena.

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