sábado, 12 de junio de 2010

PAT LEDOUX IN MEMORIAM

- Hay sólo tres clases de testigos, los que mienten, los condenadamente mentirosos y los policías... solía decir ella cuando se tomaba un gin tonic de más -Dijo Manu Majors, sentado en la obscuridad de aquel club de alterne de Gros. Junto a un compañero abogado de Donostia, se habían escapado de los siniestros jardines de la parroquia de San Pío X, antes Servicio Doméstico, que rebosaban de quienes habían acudido al funeral de la magistrada Patricia Ledoux- Tienen más criterio de la justicia las máquinas tragaperras de los bares que los jueces, le dijiste una vez y casi te empapela por desacato, a pesar de lo que te apreciaba. Hace un par de semanas hablamos por teléfono, yo tenía que negociar una pena con el fiscal porque le iban a condenar a mi cliente y me sentía asqueado. Me estuvo animando a su manera, que tuviera en cuenta que el funcionario juez de turno va a hacer los que diga el funcionario fiscal que toque y dar por bueno lo que mienta el funcionario policía correspondiente, al que van a proteger de un interrogatorio como es debido... y que con menos de dos años de pena, mi cliente no iba a entrar en la cárcel.
- Cuanto más viejo, más gilipollas pareces, colega. La negociación existe porque la prevaricación no es un delito es un principo general del derecho, que los jueces son personas con almorranas como tú y como yo y no van a hacer un análisis científico del testimonio y demás. Eso está bien para las pelis, aquí se creen la mierda esa de que los policías van a decir la verdad porque son terceros a los hechos en que intervienen y porque así se ahorran pensar y total a fin de mes van a cobrar lo mismo.
- Pero ella lo reconocía y le cabreaba. Si un testigo recordaba más de media docena de detalles del hecho, fuera policía o no, le freía a preguntas y...
- Así se ha matado, sin ascender.
Y ambos se quedaron en silencio, contemplando las burbujas ascender hacia las luces veladas de encima de la barra. Dos de las mujeres que llevaban un rato intentando interrumpir la conversación de los letrados aprovecharon para pedirles que les invitaran a algo. Accedieron con un gesto y la más morena de las dos recogió las copas de la barra, poniendo su desbordante escote contra la corbata de seda, unos escudos del Manchester RC rompían las rayas azul marino y rojas, que llevaba el abogado bilbaino.
- ¿Usted a qué se dedica señorita? -Le preguntó Majors ante aquella íntima proximidad-.
- Soy profesora de francés.
- Pues por el acento, yo hubiera dicho que era Ud. de portugués -Comentó ingenuamente el abogado y se dirigió a su compañero-. ¿Quién era el tipo que se mató con ella en el accidente?
- Un periodista que estaba investigando lo del incendio de la torre de la hacienda foral otra vez, dando la pelmada. Pat me lo había mandado hace unas semanas para que yo le dijera algo, ya sabes dónde le mandé.
- ¿A que no ha sido un accidente?

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