COMO ZOMBIES

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Faltaban quince minutos para acabar el partido e iban perdiendo 185 – 0. Aquellos veteranos habían acudido los justos, doce, para que el árbitro no les diera por incomparecidos. El otro equipo aspiraba a ganar la liga regional y tenía a todos sus jugadores dispuestos desde el inicio. Al finalizar el primer tiempo con más de cincuenta puntos de diferencia, el entrenador local había empezado a hacer cambios hasta que los veintidós componentes ya habían marcado por lo menos un ensayo cada uno. Los visitantes sacaban del centro y no veían el balón, a pesar de su entrega y de sus carreras, hasta que éste acababa en su zona de marca. Cuando placaban o interceptaban un balón eran animados por los escasos espectadores, alguna novia y un par de amigos de los locales. Pero no era divertido ver a aquellas viejas glorias del rugby vasco caerse de agotamiento detrás de quienes podían ser sus hijos porque una norma federativa obligaba a que los equipos de categorías nacionales tuvieran un segundo equipo en la regional.

Como zombies –igual que los bancos españoles después de pasar las pruebas de stress europeas-, se tambalearon torpemente detrás del jugador que marcó un último ensayo entre palos, rápidamente transformado y elevando el marcador a 192-0. Entonces, a falta de más de diez minutos el árbitro pitó el final del partido. Nadie se lo reprochó. Los jugadores se abrazaron entre sí y con los espectadores. Los visitantes hacía tiempo que habían dado todo el juego que tenían dentro y tenían que dejar paso a otros. Un ciclo vital se había acabado aquella tarde de sábado, otro había alcanzado ya cierta madurez.

Cuando en el programa deportivo nocturno refirieron la historia del partido. José Luis R. Zapatero apagó la radio y le dijo a Sonsoles: -Pues yo pienso agotar la legislatura.