Image by Kelvinkcm via FlickrLa terminación de la Super 15 con la victoria de los rojos australianos sobre los cruzados eucarísticos (Y de la Iglesia de Cristo, incluso) de Nueva Zelanda ha sido digna del desarrollo de este envidiable torneo que hemos seguido a base de perseguir arduamente transmisiones en diferido por las teles deportivas y vídeos en la red.
Jugadores con un físico increíble que pueden ocupar en el rugby europeo destacadamente cualquiera de los 15 puestos. Liberación rápida del balón en los rucks hasta el agotamiento como esencia del juego de los cuatro mejores equipos. Colectivos que parecen haber mamado todas las jugadas posibles de ataque y de defensa que se pueden dar en el tiempo de juego. Disminución de melés y touches como cimientos del juego. Y mucha interceptación de los pases en la bisagra entre las líneas, con carreras individuales al ensayo propias del juego a 7.
Como en la vida: quien está preparado puede aprovechar las debilidades del contrario en su beneficio, quien está preparado puede aprovechar las oportunidades que se dan hasta en los peores momentos.
Como me dijeron en Sevilla hace unos días: más vivos que los ratones colorados. Pero los colorados han improvisado a partir del esfuerzo colectivo previo, con organización y liderazgo, con valores, con objetivos… ¿Hay alguien ahí?
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