jueves, 9 de mayo de 2013

BRADERIE

Mapa Iparralde
En un par de ocasiones al año, los comerciantes de los pueblos costeros de Iparralde sacan a la calle existencias de temporadas pasadas para saldarlas en una ambiente de mercadillo, con txarangas, pasodobles y demás típicas animaciones de nuestros hermanos del otro lado. Estos fines de semana primaverales han coincidido con alguno de estos eventos mercantiles, donde es fácil ver a algunas de nuestras mujeres inquietamente moverse para levantar oportunidades, más o menos seguidas de los resignados que otean a su vez alguna posibilidad de escapatoria –quizá lo anterior suene a machismo resignado  a algunas y me disculpo por ello-.
Une rue de Lille lors de la Grande Braderie de...
Un par de rugbiers guipuzcoanos se tropezaron recientemente en una braderie cualquiera y aprovecharon para hablar –quizá lo que no hacen mucho en el curso de la temporada ya que somos pocos pero mal avenidos-, tanto de lo que acaba como de lo que hay que preparar en refuerzos, fichajes y ascensos de jóvenes. No se enseñaron las listas de nombres tachados que ambos llevaban en el bolsillo pero los presupuestos ajustados que enmarcan la actividad de nuestro clubes les llevaron a comentar la evidente necesidad de seguir invirtiendo en formación, de desarrollar los planes federativos, de las escuelas de rugby, de atraer a los niños, a los jóvenes, a los padres... de superar los obstáculos burocráticos de una vez.
La conversación se cortó y no se reanudó ya. Un grupo numeroso de niñas y algunos niños, de unos cinco años de edad, jugando con balones ovales y vestidos con las ropas deportivas del club de rugby local, sin aparente compañía de mayores –una monitora pasó más tarde corriendo con un niño en brazos-, les pedía educadamente que se apartaran de su camino.
Los dos rugbiers guipuzcoanos se miraron y se despidieron con un mero agur apenas musitado.
    

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