lunes, 1 de diciembre de 2014

A QUIÉN LE IMPORTA LA VIOLENCIA EN EL FÚTBOL

Disney pincess
Disney pincess (Photo credit: Wikipedia)
Es absurdo, desde el mundo del rugby, hablar otra vez de la violencia en el fútbol. Absurdo porque partimos de una visión distinta del mundo y de la vida que la que impera en el mal llamado “deporte rey” –salvo que sea un rey absoluto, un dictador totalitario-. Absurdo porque en realidad a nosotros sí nos importa, porque nos importa la humanidad –con H de portería de rugby-, y una de las facetas lúdicas humanas, el deporte, mientras que no importa a los que pueden cambiar algo en la sociedad parasitaria que el fútbol ha formado en nuestra sociedad. Todos sabemos que lo que les importa es el dinero que extraen de ese mercado mafioso y cuyo ámbito de impunidad y de “todo vale” van a mantener, digan lo que digan hoy, digan lo que digan quienes juntan, juntamos, letras sobre este tema.
Pero me gustaría escribir algo para vosotros, los que tenéis el poder de cambiar el fútbol, porque no puedo resistir la tentación de opinar y además porque me gusta el fútbol y sigo, apoyo y soporto unos colores blanquiazules, aunque tenga que cerrar los ojos y taparme las narices demasiadas veces.
Tenéis que frivolizar el fútbol, quitarle trascendencia, y lo tenéis que hacer desde la infancia. Hay que tomárselo a broma, es un ejercicio físico divertido cuando se practica y una charlotada, un espectáculo más, cuando se contempla. Y eso se lo tenéis que hacer ver a los niños y a sus padres siempre, todos los días en la educación y en los medios de difusión. Hacerles ver que los dos equipos pueden intercambiarse, como en el futbolín, porque se necesitan mutuamente para jugar.
Las mascotas de los equipos deben generalizarse, mascotas tipo animales de Walt Disney, mascotas para niños que animen el ambiente festivo, familiar, conviviente de las aficiones en las gradas.
Las aficiones tienen que convivir, tenéis que evitar esas manadas de un solo color que despersonalizan, descerebran, hacen animal gregario a la persona. Es un error separarlas y enjaularlas, si lo hacéis ahora es porque sabéis que habéis fracasado en su educación y seguís agravando su animalización –con perdón de los animales que no se merecen esta comparación-, antes, durante y después de cada partido.
Tenéis que prohibir la publicitad sexista en el entorno deportivo, sobre todo antes de los encuentros, la exhibición provocadora de animadoras inalcanzables, frustrantes… El alcohol y el tabaco son menos peligrosos que el machismo compartido por esas oleadas de testosterona que rugen en las gradas y que se excita con mensajes dirigidos al subconsciente. Si se puede quitar la promoción del tabaco, se puede quitar el anuncio del coche que conduce la rubia de los taconazos.
El 3er. Tiempo debe ser obligatorio e iniciarse en la cancha, antes de abandonar el terreno, todos y cada uno de los protagonistas deben saludarse –haya pasado lo que haya pasado en el tiempo de juego-, y saludar al árbitro.
No dejéis entrar a los políticos en las tribunas. Los buitres se comen la carroña que los cuervos han destripado. Los directivos se suben a la tribuna y se hacen acompañar allí arriba de políticos, cuervos y buitres del fútbol. Necesitan los políticos que haya carroña en el fútbol para seguir existiendo pero el fútbol, si es un deporte, no necesita de los políticos. Que vayan con la masa, con sus electores, que lo vivan de cerca y, si van a tribuna, que sean ejemplares que hagan fútbol y no futbolitis.   
Tenéis que sancionar de verdad. Vale ya de mentiras. Las infracciones por acción y omisión, por hechos y por palabras, tienen que ser castigadas individual y colectivamente, de forma rápida, ejemplar y contundente.  No pongáis cara de funeral una vez más. Expulsad para siempre a quienes individualmente contravienen el juego, expulsad definitivamente a esos colectivos que amparan la violencia, disolved los clubes que no quieren velar por el deporte. No esperéis más a cambiar normas, hacedlo ya, y, mientras, aplicad las que tenéis, que tenéis demasiadas para lo que hacéis con ellas.
Profundamente sé que no va a pasar nada. Que a la salida del funeral os dirigiréis a la Hacienda de turno para que os perdone en vez de meteros en la cárcel, al banco para que se olvide del pufo en vez de desahuciaros de las instalaciones que os regaló, al Ayuntamiento para que desvíe patrimonio público a vuestros bolsillos y que os gastareis ese dinero, por el que nadie, nadie, va a pediros cuentas en las putas más finas y más caras… pero eso ahora se suma al PIB o sea que tampoco importa mucho.


    

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