viernes, 24 de diciembre de 2021

OLENTZERO, MARI DOMINGI ETA ABAR


- Me he enterado que Mari Domingi no es pareja de Olentzero – dice Aristide Labarthe en la cola de las ostras junto al puente del “gave” -, que hacen vida aparte.

- ¿Has leído su biografía oficial en la biblioteca de la ikastola? - pregunta Imanol Hiruntchiverry que ha traído una carretilla de jardín para facilitar el transporte -. Porque supongo que alguien habrá escrito una biografía políticamente correcta para educar a los niños, a las niñas cis y a las personitas no binarias con el ejemplo de ambos personajes enraizados en nuestra cultura de nuevo diseño.

- No, no lo he leído, me lo ha explicado mi mujer – Aristide va pasando las cajas goteantes a su compañero que las apila -, que hace “fitness” en el mismo gimnasio que Mari Domingi y que el otro día Mari Domingi le estuvo cantando irrintzis en la ducha y, al parecer, ella es pareja de una enfermera que es responsable de algo de los covidiotas que están en reanimación hospitalaria.

- Este año Olentzero llevará mascarilla en vez de pipa, supongo – Galtzagorri está pagando en billetes la factura verbal que el amable pescatero, descendiente sin duda de Joannis de Suhigaraychipy, llamado Coursic, o de otro corsario, le ha realizado -, porque los niños le pueden pasar más virus que un murciélago carbonero de su bosque en el desfile.


- Me da que no, que Olentzero no va a desfilar más que por los pasillos de los hospitales – Hiruntchiverry se abre paso entre la multitud enmascarada con su preciosa carga -, porque entre la borrasca del otro día que fastidió la cabalgata oficial y todas las olas de variantes del bicho que tenemos…

- ¡Hay que ser optimista como un jamonero! - Galtzagorri, la sonrisa oculta tras la mascarilla -. Y volver a salir a la vida, al abrazo, a la fiesta… bailar con Olentzero y besar a Mari Domingi.

- Con Mari Domingi no, que mi mujer me ha dicho que no.

Y ya han llegado junto a los coches, se reparten las cajas, las meten en sus cofres respectivos, se abrazan sin quitarse las mascarillas, se lavan las manos con sus frasquitos de desinfectante y se despiden, deseándose lo que todo el mundo se desea por estas fechas, hace un día de viento sur y resignación en esta parte del país.


  

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