miércoles, 25 de junio de 2025

LETIZIA HILTON Y EL NIÑO POLLA

Santa Letizia en imagen generada por IA


La comisión judicial hace una diligencia judicial en un domicilio particular de un investigado y normalmente solo las partes personadas en la causa, sujetas a ciertos deberes legales, conocen del contenido y desarrollo de la misma. Claro que, desde que la extrema derecha está de vuelta – si alguna vez se fue -, en el poder del tercer y del cuarto poder del juego de poderes en España, la normalidad es que se publique y se publicite cuanto el Servicio de Propaganda del Movimiento Nacional juzgue conveniente a la formación del espíritu nacional acosado por rojos y separatistas ; así hemos sabido que la coprotagonista de algunos cortometrajes pornográficos de guion clásico – los guiones pornográficos son canónicos -, esta joven ha sido también protagonista de una diligencia judicial, alguien dio su identidad inmediatamente por los altavoces del recinto. El otro coprotagonista de las películas en cuestión, conocido por su nombre artístico  El Niño Polla, no estaba presente en la diligencia judicial, quizás ocupado en curarse alguna de las enfermedades profesionales no tabuladas que los trabajadores de la industria pornográfica padecen habitualmente.

Se ignora por el momento si ambos artistas han estado en nómina de algún ministerio o de alguna sociedad pública ligada a la administración pero, como la realización de material audiovisual para comunicar las tareas que se realizan en todo tipo de organismos a la sociedad es algo habitual, no sería de extrañar que Letizia Hilton y ENP hayan realizado sus actividades profesionales en Paradores Nacionales o en Bienes Inmuebles del Patrimonio Nacional, al menos. 

En tiempos pasados, años de plomo en Euskadi, jueces castigados, unos por borrachos, otros por progresistas y algunos por borrachos progresistas, pasaban por destinos en las tierras vascas, lo que nos permitió compartir algunas actividades, más o menos culturales con ellos y ellas… no sé por qué me parece recordar alguna estantería repleta de vídeos propicios a la excitación sexual en una residencia oficial… la soledad de la función pública es mala consejera y la pornografía es adictiva pero supongo que será mi tendencia a confundir recuerdos con relatos de dudosa procedencia la que juega con mi memoria.




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