viernes, 17 de abril de 2009

EMPRESARIO EN LA MELE 3

Stanley Armour Dunham, Ann Dunham, Maya Soetor...
Stanley Armour Dunham, Ann Dunham, Maya Soetoro and Barack Obama, mid 1970s (l to r) (Photo credit: Wikipedia)
“En el ruck te han clavado unos tacos en la cabeza –todo lo que está en el suelo es hierba como sabes-, y aun en el suelo oyes que El Negro te anima: no remolonees que ya los sacamos, ya los sacamos”
El Negro no se llamaba Barack Obama pero su optimismo era similar.

3. RESISTIR

Esta temporada 2008-2009 es la de la presentación de las nuevas reglas oficialmente en las competiciones rugby en España. Los espectadores pueden disfrutar de las mismas en todos los campos. Digo disfrutar porque las modificaciones están pensadas fundamentalmente para el espectador-cliente del rugby. Sin abandonar sus cimientos el rugby vuelve a evolucionar hacia un juego que sea más espectacular. Y esto es una decisión empresarial de sus dirigentes, preparada con anterioridad y puesta en acción en estos tiempos de desazón, desoyendo el consejo ignaciano, para competir con otros deportes.

“En tiempos de desazón no hacer mudanza” –palabras atribuidas a Iñigo de Loyola-, supone en mi opinión mantenerte en tus posiciones, resistir... pero ni en el rugby ni en la empresa suponen inmovilidad.

En esas condiciones y cuando el partido se pone difícil cada equipo se suele refugiar en sus fundamentos, olvidándose de las filigranas, hasta que pueda crear su oportunidad de perforar la línea contraria bien por tener mayor capacidad de resistencia bien por sorprender con una novedad. La jugada individual, la genialidad del jugador superior, esa innovación... no surgen de la nada, se basan en fundamentos sólidos y en la preparación anterior del equipo. Como sabemos que quien no avanza pierde, sin miedo con la finalidad de anticiparnos a todas las reacciones, hay que provocar nuestra superioridad o nuestro espacio de ventaja.

El relato bíblico anunciaba que después de periodos de prosperidad vienen periodos de escasez inevitablemente. La economía del deporte está sujeta a los mismos ciclos económicos que cualquier otro aspecto de la vida humana. El deporte profesional es una actividad empresarial más dentro de unos mercados sometidos a muchos eventos y el rugby es apenas un adolescente compitiendo dentro de este mundo del espectáculo de masas, sea dicho de paso.

Las luces rojas de alarma están encendidas en el rugby profesional de todo el mundo, los ingresos por taquilla han disminuido a pesar de que los precios de las entradas son inalcanzables, los derechos televisivos hace tiempo que tocaron techo, los patrocinadores afinan sus inversiones... y los gastos de personal –los jugadores, entrenadores y técnicos sobre todo pero también los managers, los asesores etc.-, han seguido creciendo-, por lo que en un rugby modesto como es el español, que está intentando modernizar sus competiciones con sinergias portuguesas, los vientos huracanados de la crisis pueden provocar muchos naufragios en estos tiempos. ¿Nuestra economía verdaderamente ha alcanzado un nivel menos modesto que nuestro rugby en el concierto mundial?

El miedo a naufragar hacía que algunos de nuestros antepasados guipuzcoanos no salieran del puerto y es posible que no naufragaran pero tampoco descubrieron nada de lo que trajeron los que arriesgaron. Ni los actuales medios de detección han servido para advertir de la tempestad que iba a caer y que ahora nos está cayendo pero precisamente la red de comunicación global por la que tanto conocimiento fluye nos iguala más en la competición, hoy en día la nariz del piloto sigue siendo importante para decidir, sin embargo todos tenemos oportunidades muy parecidas a nuestro alcance así que es posible que lo sensato sea la audacia, coger el balón e ir -“pick and go”-, y si no existe hueco, hacérselo.

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