La leona herida es una hembra atractiva que reina feroz en su territorio bien marcado. Ha decorado su corazón con trofeos que le recuerdan –y es inevitable-, a quien fue su compañero durante más tiempo que le dejó casi siempre una pequeña camada de cachorros como único vínculo a su pasado. Sabe que los machos solitarios en pos de la segunda oportunidad darán vueltas en círculo a su alrededor incansables y parece disfrutar con ello, a veces enseñándoles un tenue destello de las dulzuras que aún, si quisiera, podría compartir con ellos, a veces enseñándoles sus colmillos y garras para alejarlos al borde más lejano de su territorio.El macho solitario sabe quién manda e ingenuo, anhelando que la leona herida olvide sus cicatrices, sigue ese juego mientras observa las maniobras de los otros machos solitarios, a veces oyendo los maullidos del expulsado padre de la prole que éste sí, ignorando su definitiva derrota, estúpido intenta una y otra vez reclamar el cetro perdido.
La leona herida es un bello animal admirable que ella sola es la dueña de sí misma, de sus recuerdos y de sus heridas. Afortunado del macho solitario al que durante un tiempo, demasiado breve siempre, le tolera unos lametones sobre las cicatrices. Cuando vuelva a sus solitarios paseos no podrá evitarlo y las llevará sobre sí reproducidas de forma indeleble y se habrá convertido en menos león aunque sea más solitario.
Un archivo del 6 de abril de 2000 en "Relatos groseros"


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