lunes, 30 de agosto de 2010

EL CONFORT DE LO DECREPITO

Volvemos de vacaciones ante el segundo dip inminente. Ni el mercado español del inmueble ni el del dinero –si no son el mismo mercado- han hecho sus deberes por lo que la depresión de la depresión se nos aproxima como el TGV sobre el suicida plantado en medio de la vía. Más vale saberlo porque no podemos decirle tozudamente que se quite de las vías, viene lo que viene y la reforma de la reforma laboral no va a reducir los costes en euros sino que los va a incrementar en gastos de salud, o sea que hay que mirar a los ingresos y el que no esté vendiendo fuera de la piel de toro y de su amazona europea ya puede crujir sus huesos. Menos mal que todos tenemos ya el culo quemado –alguno de este buen agosto rematado en el encanto de un asturiano hostal de la playa, que el amable trato de la dama que lo regenta hacía olvidar su aspecto decrépito de Bates Motel pero otros de anteriores crisis-, y así estamos benditos para coger el balón, venga como venga, y profundizar entre las líneas adversarias con todas nuestras fuerzas, la línea de ensayo no puede estar mucho más lejos. Lo que no podemos hacer es quedarnos en el confortable “ya lo decía yo” mientras se produce el derrumbe del caserío a nuestro alrededor.

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