En uno juega la selección española masculina senior. El llamado Torneo de las VI Naciones B. No se juega en la clandestinidad pero casi. Este sábado España juega contra Rusia en Madrid. Los rusos van a pasar frío siberiano a la vista de las desoladas gradas universitarias, no creo que estén acostumbrados a jugar en un campo de juego tan estepario y triste como el complutense. Al margen del terreno estarán las cámaras de una televisión marginal para retransmitir el partido en directo, retransmisión que coincide evitablemente con las de dos partidos del Torneo principal.
El Torneo principal a su vez se acompaña de torneos paralelos entre selecciones de las otras categorías de las mismas naciones –con algunas ausencias-, y en la variante correspondiente la selección femenina española participó en el pasado ocupando la plaza de alguna selección ausente.
Pocas veces he escrito de la Federación Española de Rugby –no me gusta hablar o escribir mal de nadie-, y cuando lo he hecho ha sido para congratularme de algo bueno por eso omito, aunque se pueda entender, el calificativo que me merece el tratamiento que la susodicha Federación dedica a la participación de la selección española –una especie de legión extranjera bajo la bandera rojigualda-, en su competición más importante y que debe servir de plataforma para la proyección futura del rugby.
De todas formas la utilización de jugadores franceses seleccionables en legión para dotar de solidez al equipo puede ser una buena herramienta en ese camino, si responde verdaderamente a un plan estratégico que se desarrolle y ejecute.
Mientras, la colonia rusa en Madrid puede pasar una tarde de sábado entretenida y los leones pueden dar una sorpresa agradable, al menos cuentan con jugadores de calidad contrastada para ello.
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