viernes, 30 de diciembre de 2011

JUGUETES ROTOS


El rugby, en cierta manera, ha sido hasta ahora una tierra de acogida de promesas frustradas de otros deportes ciertamente más profesionalizados. Descartado un futuro en el fútbol, en el basket o en la pelota vasca el chaval o la chica se dejaba “caer” por el equipo de rugby local donde siempre podía encontrar su sitio. No ha sido habitual que por jugar al rugby alguien dejase su formación a un lado y lo normal es que cuando se deje el rugby de competición no se haya frustrado un plan de vida.

Pero el profesionalismo está trayendo un nuevo medio ambiente, como se está viendo en las seis naciones superiores europeas. Ya el dinero ha empezado no sólo a propiciar que la coca, el alcohol y el puterío como en otros deportes profesionales se incorporen a la vida del deportista, sino que aparezcan después esos patéticos juguetes rotos que gozaron de un momento de gloria y que aun jóvenes carecen de una vida con contenido. Los sindicatos de jugadores profesionales están intentando paliar estas derivas provocadas por el espejismo de la juventud más dinero pero cada vez más se asoma la preocupación por los fracasos de unos limitados medios.

Quizá creamos que estamos lejos de este futuro por estas tierras pero si nuestro rugby tiene un desarrollo inevitable hacia el profesionalismo pleno, debemos prepararnos todos desde los jugadores hasta los directivos para lo que pueda pasar de negativo.

Es muy lindo hablar de valores del rugby y, a mí el primero, se nos llena la boca de tópicos pero la realidad de unos clubes que han sido incapaces de constituir una Liga Profesional de Rugby mínimamente seria y de unos deportistas empleados de ellos que no se han asociado sindicalmente a pesar de lo que les ha llovido encima, es una realidad de excolonia tercermundista en un mundo de capitalismo despiadado.

No hay comentarios: