lunes, 20 de agosto de 2018

RETROCOMISIONES

- ¿Quieres otro hielo en el “pastis”? - dice André de la Retière también llamado “Le belge” o Dedé mientras sirve pernod a Galtzagorri- Con esto del calentamiento global, hay que compensar la subida de la temperatura.
Galtzagorri niega con un gesto y observa la silueta recortada del Larraun a espaldas de su interlocutor. Hace calor en la terraza, el aire caliente se acumula bajo las sombrillas con los colores del Club de Golf y no corre nada de brisa.
- ¿Habrá entradas para ver al Barça contra la Real? - Pregunta a Dedé uno de sus colegas, un tipo rubio casi albino de ojos azul celeste, y cuyo apellido ha sonado como Karkozyk o algo así en el momento de las presentaciones- La asistencia de espectadores a los estadios de fútbol es cada vez menor…
- Los ingresos de taquilla cada vez son menos importantes en la cuenta de explotación de las sociedades que compiten en el mercado del fútbol – precisa Dedé, mirando a Galtzagorri que está ensimismado contando las antenas de la cima de Larraun-, pero el Barça es una de las marcas que aún arrastra gente, este donostiarra puede saber.
- Ni idea, no suelo ir mucho a ver el fútbol profesional, aunque puedo preguntar a un amigo.

Karkozyk, o como se diga, parece que ha cogido hebra para reanimar una conversación aburrida y absurda y prosigue.
- El número de consumidores de entradas actualmente indica que es un mercado maduro, estancado o en declive, salvo para las marcas, como el Barça o el Madrid, que conforman una especie de oligopolio.
- Los estadios son producto de una época en que no había retransmisiones televisivas ni por internet - intenta intervenir Galtzagorri -.
- Fuera del oligopolio, solo van al estadio los que tienen una verdadera comunión con unos colores – parapetado tras sus gafas de sol de 1000€ el rubio parece haber concluido-.
- Bueno, en el pequeño país verde que nos rodea, el Athletic de Bilbao constituye por sí solo esa marca que llena un estadio de verdad - dice de La Retière dirigiéndose directamente a Galtzagorri -, ya que Eibar no cuenta porque tiene un estadio con capacidad de cancha de basket.
- Los políticos confunden a esos comulgantes con sus electores y así nos va – parece decir Galtzagorri a algún basajaun que debe estar entre los árboles detrás del rubio -, Atocha era un estadio de otra época y Anoeta nunca será Atocha, acercar a los que acuden a Anoeta al campo de juego quizá hubiera justificado el que se encogiera el estadio en vez de agrandarlo, así que supongo que tendréis entradas de sobra, déjame hacer una llamada el lunes y ya te lo digo ¿Cuántas queréis?
- La operación especulativa inmobiliaria que estaba prevista en principio era una buena justificación para la obra del nuevo Anoeta, justificación que ha desaparecido por ahora – Dedé demuestra que no solo va a Donostia a tomar pintxos por la Parte Vieja -, pero que puede aparecer si el presupuesto se supera… que se superará. Además, desde mi punto de vista, la insistencia en la financiación mayoritariamente del explotador del recinto acaba por ocultar la gran participación pública prevista en el coste de la obra y que se incrementará inexorablemente.
- De tus tiempos de import-export conoces a alguno de los dirigentes de esa operación ¿No? - dice Karkozyk que de repente le parece a Galtzagorri el hermano gemelo de un traficante de armas ruso que se cruzó hace tiempo en la Audiencia Nacional-. 
- Un poco al cerebro y te puedo asegurar que es muy listo – Dedé hace una seña al camarero e indica los vasos vacíos de anís-. Las obras de este volumen generan más beneficios a quienes se mueven por oficinas y despachos que a quienes se manchan de polvo y cemento.
Y ante la cara interrogante de Galtzagorri, André de la Retière, también llamado “Le belge”, precisa.
- Ya sabes: comisiones y retrocomisiones.
Galtzagorri tapa su vaso con la mano para impedir al camarero servir.
- ¿Es posible un “Perrier menthe”? No me sienta nada bien el anís de aperitivo.

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