domingo, 26 de agosto de 2018

REBANADAS DE VERANO: VIDAS DE CINE


- Dinosaurios, zombies, alienígenas y demás vampiros requieren siempre de los idiotas que los liberan al principio de la películas, de los protagonistas que salvan el gatito al mismo tiempo para que te puedas identificar con ellos durante el desarrollo, de la repelente niña celestina – dice el Marqués de Altamira, caminando todos en fila india por la sombra, a la salida del cine pueblerino en el canicular mediodía francés -, y de un final abierto para que el productor pueda encargar una secuela idéntica.
En estos tiempos en que ir al cine es un acto de militancia cultural, el criterio colectivo lo suelen formar la Marquesa de Altamira y Galtzagorri, con lo que la cuadrilla de amigos suelen compartir sesiones de películas que luego aspirarán a los Goyas, a los Césars o al Petardo Europeo del año, como decía el difunto Murray, más que a un Oscar a los efectos especiales, pero un error de coordinación en el viaje gastronómico cultural les ha dejado abandonados en una pequeña bastida de la Diagonal del Vacío, después de haber comido a las 12 del día, junto a una sala de cine con aire acondicionado, así que valerosamente se han metido a las 14,15 a ver un producto de Hollywood, versión original subtitulada en francés aunque no hacía ninguna falta.
Mientras esperan al transporte programado en el bistrot abierto, después de desesperar a la becaria que les ha atendido con todo el posible abanico de cafés que se puede pedir en grupo, se habla de rugby, de cine y de vida, los smartphones en el bolsillo que es su sitio cuando se está a gusto.
- Las secuelas interminables me suelen recordar a esas veces que te tropiezas con un amante anterior y durante unos días, unas semanas, vuelves a follártelo, a revivir sensaciones, a llevar una doble vida intensa, a la aventura... pero, no sabes cómo, la relación vuelve a evaporarse, a congelarse, a caer por la cascada de la que solo se sale vivo por necesidades del guión y te encuentras otra vez en la vida de todos los días.
La descripción que ha hecho la actual señora de Hiruntchiverry ha producido un pequeño silencio en el patio sombreado del local de hostelería donde el grupo se encuentra instalado.
- Hay quien tiene vidas que parecen argumentos de películas – comenta Hiruntchiverry sonriente-.


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