jueves, 4 de septiembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 13

Imagen generada por IA

Este texto es parte de un guion para un largometraje nunca rodado.

La historia tiene un comienzo: COMIENZO


Como Miren ya estaba instalada en Hernani, le comentó a Aitor que debía llevar sus cosas de diario a aquel piso y dejar la osera de Gros, oscura y húmeda, Aitor hizo una bolsa de viajes como si fuera a pasar un fin de semana largo fuera de su casa. Miren que tenía llave del local, lo vació una mañana y trasladó todo, absolutamente todo, menos los muebles, al piso de  Hernani, Aitor nunca tuvo que volver a su propia vivienda a buscar cualquier cosa suya y no comentó qué pensaba, si pensaba algo, de encontrarse viviendo en Hernani, en paeja de hecho o de deshecho – ambos con experiencias previas de convivencias fracasadas -, cambiando de rutinas… lo asumió, quizá como un precio a pagar por no tener qué preocuparse de con quién iba a pasar cada noche del resto de su vida y esta idea, que pasó fugazmente por su mente, le hizo “postocuparse” de su nueva situación ¿Había cometido un error?

Por las mañanas Aitor se iba a su despacho en Donostia, a veces en el coche pero más a menudo en el tren de cercanías, regresaba a mediodía para comer, volvía a irse a la tarde y a la noche iba casi todos los días directamente al circuito de bares para reunirse con Miren que estaba con la cuadrilla. Miren se ocupaba, como una tradicional ama de casa, de la limpieza y la cocina, mientras decía que buscaba un negocio que iniciar o un trabajo. Nunca emprendió un negocio y nunca pasó del periodo de prueba en un trabajo, no porque la despidieran, sino porque los trabajos con horario de entrada y salida, obediencia a las órdenes de superiores, lenguaje correcto con los otros… le impedían vivir o eso decía.

El primer año de vivir en Hernani, Aitor aún conservaba algunas costumbres donostiarras y sacaba entradas para películas y abonos para los espectáculos y conciertos que todo el año hay en Donostia. Le gustaba la música en vivo, las orquestas de música clásica y las óperas del Kursaal eran su vicio cultural, aunque se dormía a veces, también el jazz o el teatro le llevaban a no regresar a Hernani algunas noches después del trabajo y le obligaban a Miren a “vestirse de pija donostiarra” para asistir con Aitor a alguno de esos eventos, luego le decía que eran maravillosos, siempre el último era lo mejor que había visto, pero que los amigos de Aitor, con los que obligatoriamente coincidían en el propio Kursaal, en el Teatro Victoria Eugenia, en el Principal o en la Plaza de la Trinidad, le estropeaban la fiesta, todos y todas le eran insoportables con sus poses intelectuales de superioridad hacia ella, comentarios que repetía delante de la cuadrilla de Hernani en presencia o ausencia de Aitor. 

La última vez que fueron juntos a un concierto de la Orquesta de Euskadi en el Kursaal se presentaba una composición ganadora de un premio en la primera parte, como es costumbre, y ambos vestidos con la necesaria elegancia salieron en la pausa al ambigú donde el patrocinador ofrecía una copa de cava a los asistentes, estaban acompañados de un matrimonio de Donostia que tenía sus localidades inmediatamente seguidas de las de ellos porque habitualmente Aitor y Esther las sacaban juntos, Esther era una vieja amiga de Aitor que poseía una pequeña editorial de libros de lujo y su marido José María, ligeramente sordo, era un auditor contable y consejero de empresas que se movía bien en el pequeño mundo financiero guipuzcoano, para Aitor eran como unos hermanos mayores a los que acudir en busca de consejos de todo tipo pero a los que no tienes la obligación de tratar todos los días, los conciertos eran una ocasión excelente para conservar la relación. Así que provistos de las copas los cuatro se acercaron a una mesa alta en la que había un plato de jamón serrano de calidad aceptable.

- … música en secuencia con microtonalidades y abanico de arpegios con armónicos artificiales… ¿Y a esta mierda le han dado un premio?

Esther, con un programa del concierto en la otra mano, lee la presentación que el autor hace de la obra que acaban de oír. Miren se acaba su copa antes de responder.

- Pues has aplaudido como una posesa al finalizar la pieza.

Miren coge una copa llena a un camarero que pasaba inmediatamente.

- Hay que aplaudir al director que había hecho un esfuerzo  enorme para interpretar la partitura.

Aitor retirando la copa nueva de la mano de Miren interviene en la conversación, adivinando que las dos mujeres se iban a mostrar sus sentimientos de antipatía mutua como ya lo habían hechos otras veces. 

- Estos premios buscan descubrir nuevos talentos de la música vasca, supongo que esto era lo menos malo de lo que se presentó… o que la compositora es la hija secreta del lehendakari...

Miren ya ha cogido otra copa de otra bandeja ambulante y se ha bebido casi todo su contenido.

- No seas idiota. Esto lo componen para que los pijos podáis poner cara de entendidos.

Al acabar la frase, dicha con un tono provocador, más dirigida a Esther que a Aitor, Miren acaba la copa también para coger de la mesa una copa que José María había dejado intacta.

- No me importa que la tomes, yo no iba a beberla – José María dice amablemente -.

- No me jodas con tus ironías.

Miren termina el cava, Esther la asesina con la mirada y Miren deja la copa vacía en la bandeja de un camarero que pasa, momento en que suena el timbre de advertencia del fin del descanso.

- Vamos para dentro, que empieza la segunda parte.

Dice Aitor, coge del brazo a Miren que, al darse la vuelta, da un traspiés pero con la ayuda de Aitor no llega a caerse, Esther se lo comenta al oído de José María, que estando ya de espaldas no se ha percatado y no ha entendido nada de lo que le ha dicho su mujer.

- ¿Qué dices?

- Mozart ahora ¡Qué descanso para los oídos!

Los cuatro se dirigen hacia la puerta de butacas con los demás espectadores pero Miren, sin entrar, se vuelve y corre hacia los baños, Aitor se queda esperando.

Al acabar el espectáculo, habitualmente iban todos a una bodega a comer algo pero aquella noche Esther y José María dijeron que tenían prisa porque éste tenía que levantarse muy temprano a la mañana siguiente, primera noticia que tuvo José María de aquella necesidad. Y nunca más fueron juntos a un concierto en Donostia, a partir de entonces, como mucho, oían a la Banda Municipal de Hernani o a los alumnos del Conservatorio de Hernani.


Y ESTA CRÓNICA DE HERNANI SIGUE

No hay comentarios: