Esta historia es parte de la novelización de un guion de largometraje nunca rodado.
EL COMIENZO DE ESTA CRÓNICA DE HERNANI
El tren de cercanías permite leer, oír música en auriculares, saludar a gente, a veces hablar con otros viajeros, escuchar conversaciones ajenas… el trayecto es corto entre Hernani y Donostia, apenas 10 minutos, tiempo que se pasa rápido para Aitor, que alterna el tren con el coche en función de la agenda del día, ni la vivienda de Miren ni su despacho están lejos de las respectivas estaciones, el apeadero del centro de Hernani está cerca de la zona de bares, el apeadero de Gros se sitúa en el corazón del barrio, posiblemente el más vivo de Donostia, así que el coche de Aitor se quedaba aparcado en Hernani cada vez más, lo que le permitió vender una plaza de aparcamiento subterráneo que poseía en Gros al precio de un castillo en España.
Después de la jornada de tarde, los trenes que salen de Donostia van abarrotados cuando cierran oficinas, comercios, centros escolares... un poco más tarde se puede coger un tren en el que haya asientos, Aitor procuraba coger el tren siguiente a las horas punta y leer brevemente en un libro electrónico, a veces reaccionado con una sonrisa a lo que le hacía vivir la lectura, porque Aitor se podía concentrar y pasarse de estación con cierta frecuencia, lo que le hacía esperar, a veces el tren de regreso en Andoain o en Ategorrieta.
En uno de esos regresos a Hernani, Hernani centro porque Miren le esperaba en el recorrido habitual de bares, Aitor estaba sentado junto a la ventanilla leyendo unas aventuras africanas de Wilbur Smith, en el asiento del lado pasillo, a su lado se sentó una joven de unos 20 años de edad que, mientras escribía y leía en su móvil, charlaba con otra joven de su misma edad sentada enfrente sin preocuparse en forma alguna si su conversación podía interesar o molestar a los otros viajeros.
- ¿Si me juras que no se lo dices a nadie te cuento una cosa? - dijo la que se sentaba al lado de Aitor al arrancar el tren -.
- Te lo juro, ya sabes que todo lo que me cuentas, no sale de mi boca – respondió la otra sin levantar su mirada de la pequeña pantalla -.
- Pues mi prima Yolanda, la hija de mi tía Juanita, la hermana de mi madre, tiene un novio senegalés.
Inevitablemente este titular hizo que Aitor, como otras veces, dejará de seguir las peripecias del traficante de colmillos de elefante, no en Senegal, sino en el Transvaal.
- ¿Ya se ha aburrido del ertzaina? No le ha durado nada. Éste será negro ¿No?
- Pues claro es senegalés de Senegal y… ¿Sabes algo más?
La interpelada levantó un poco la cara.
- ¿Qué?
- Que es verdad que los senegaleses la tienen grande.
Aitor se acordó del chiste del senegalés que meaba desde un puente a un río pero lo borró rápidamente de su mente, molesto por este reflejo racista de su cerebro.
- ¿Te lo ha dicho Yolanda?
- Pues claro se lo he preguntado en cuanto me lo dijo en secreto, porque esas cosas no se van contando por ahí…. Y tengo una foto ¿Quieres verla?
- ¿Del negro?
- Claro, se la sacó Yolanda, mira.
Teatralmente, la prima de Yolanda le mostró la pantalla de su móvil a su compañera de viaje, que se carcajeó inmediatamente.
- Si éste es el negro del whatsapp
- Esto es broma, pero lo de Yolanda y el senegalés es verdad, pero secreto secreto, no se lo digas a nadie, que en el pueblo no lo sabe nadie.
- Callada y punto en boca
Esta frase coincide con la llegada del tren al apeadero de Hernani centro, Aitor les pide paso pero ellas también se levantan y bajan con otros viajeros, más bien viajeras, dejando el vagón prácticamente vacío.
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario