viernes, 17 de septiembre de 2010

JUEGO DE APOYOS

Pocos pero mal avenidos ha sido una constante del rugby vasco –incluso en el otro lado son más y no muy bien avenidos-, lo que siempre es contradictorio con la filosofía de este deporte. Por eso el alumbramiento en las cuestas de Kanpazar de la entente entre los clubes de Arrasate y de Durango para competir y compartir maillots es noticia. Lo que tendría que ser normal, sumar esfuerzos, lo hemos ido convirtiendo en un acontecimiento.

Quizá nos resulte más fácil superar líneas divisorias administrativas para encontrar cooperación que tocar la puerta al vecino de al lado. Sin embargo, no es la primera vez que se han dado proyectos de apoyo mutuo en Gipuzkoa: Oriamendi ha sido nexo entre el Hernani y el Atlético San Sebastián para su colaboración en categorías de las edades inferiores. Y el Bera-Bera y el Eibar también lo han hecho anteriormente para esas categorías formativas, a pesar de tener más cercanas otras posibilidades evidentes.

Nuestro territorio es un pañuelo para unas cosas y un caos de aldeas irreductibles para otras, como bien es sabido, pero las vías de comunicación existentes nos permiten superar las distancias geográficas. La distancia de los egos personales es muchas veces una alambrada infranqueable aunque del profundo sur guipuzcoano ha surgido un ejemplo que esperemos que dure en el tiempo y que sea imitado para superarlo.

El rugby femenino en Gipuzkoa también requiere de apoyos mutuos para no morir de raquitismo, así el Arrasate ha unido su sección a la de Durango mientras que, salvo error u omisión, no se ha mantenido lamentablemente ningún otro equipo entre las lánguidas jugadoras de Donostia, Hernani, Irún y Zarautz.

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