viernes, 10 de septiembre de 2010

VILLAFRANCA DE RUGBY

Mis abuelos me traían a Villafranca por la feria y yo le traigo a mi hijo a Ordizia por el rugby –decía un “altamirano” de pro el miércoles pasado mientras degustaba queso bien acompañado-. El rugby que ahora hacemos es un rugby industrial y no el rugby artesano de vuestros tiempos. Como los ingenieros extranjeros de la época del aitona trajeron a los grandes talleres del Gohierri, los refuerzos de fuera han aportado técnica que nos va a permitir seguir evolucionando desde ese rugby industrial e industrioso con todo nuestro esfuerzo hacia un rugby más moderno, más comercial. También ahora debemos aprender a vender rugby y a hacer rugby financiero para seguir progresando pero sin caer en el rugby de los especuladores que siempre lleva al desastre del descenso, igual igual que en las empresas.

Yo creo que en esto del rugby hay que actuar como en mi trabajo, que es vocacional, con pasión porque es lo que amamos, esta pasión es la que nos motiva. Hay que hacer lo más duro y difícil, lo que no apetece, lo primero cada temporada y cada día. Practicar intensamente durante el tiempo que podamos verdaderamente dedicarle porque una dedicación excesiva diaria por encima del tiempo en que verdaderamente podemos concentrarnos en mente y alma en lo que hacemos no sirve para nada. Acudir sin complejos a los expertos pero sin depender, sin quedarnos colgados de éste o de aquél o de todos. Distanciarse periódicamente, desconectar y descansar después de cada cumbre. Y disciplina, disciplina, disciplina, la sagrada rutina diaria del esfuerzo. Me parece que en Ampo Ordizia se está actuando así y me alegro –concluyó después del café y se despidió de la concurrencia que ya iniciaba unas partidas de mus-. Bueno que he venido de Mondragón muy temprano y ahora me vuelvo a Arrasate, agur.

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