CASANDRA

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La selección francesa de rugby estaba jugando mal, algunos lo escribíamos,  pero sólo había perdido con la inglesa en el actual Torneo de VI Naciones, la selección italiana rozó la victoria frente a la de  Irlanda y había perdido contra las de Gales e Inglaterra, a pesar de haber jugado muy bien en algunos momentos. Sin embargo pocos apostaban por un triunfo de los locales en Roma –los que lo hicieron se “forraron”-, y, al parecer, nadie pensó en Francia que pudiera darse tal resultado, dando por supuesto que las figuras francesas del márketing y del rugby iban a vencer apenas se bajaran de la “limousine” en tierras de “berlusconas”.

La derrota en Waterloo ha sido superada en las reacciones desmedidas –la del seleccionador, echando la culpa a los que puso en el campo, ridícula-, los días posteriores al ajustado tanteo por el que los italianos ganaron esta primera vez a los del gallo y ya sólo les falta hacerlo con los del trébol y con los de la rosa, y lo harán, lo que será tan bueno para el rugby como lo sucedido el sábado pasado.

Simultáneamente la selección española sorprendía a la portuguesa y obtenía un resultado holgado, sin que en Lusitania haya habido un alboroto comparable por la lógica de la marginalidad del rugby peninsular.

Casandra no deseaba la derrota de Troya pero tenía que advertir a los troyanos de lo que iba a pasar, como otros nos advertían y nos advierten de la burbuja inmobiliaria –ésa que no ha estallado aún en los activos del sistema bancario español-, pero siempre quien ha hecho de Casandra es tachado de inoportuno. Así que inoportunamente tenemos que advertirlo: el equipo de España sin apoyos en el resto del rugby español volverá a la senda de la derrota más pronto que tarde.

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Inglaterra no defendió frente a la enardecida Irlanda, sin fighting spirit en el primer tiempo y sin aliento en el segundo tiempo. Escocia impuso la lógica de su modestia frente a la modestia de la lógica Italia. Francia hizo con justeza los deberes frente a Gales que se perdió en sus reflexiones de futuro. Mientras que la selección española que no tenía nada que hacer en Rumania no hizo nada de nada de nada, más que el ridículo.