Image via WikipediaHoy cumplo 62 años. Desde hace 7 años me acuerdo de las 195 víctimas y los casi 2.000 heridos, de sus padres, de sus parejas, de sus hijos, de sus nietos, de sus amigos… creo que todos nos acordamos con un mismo sentimiento humano de pesar e impotencia por no poder aportar alivio o consuelo a nadie.
He hecho una cosa que no hacía desde el 12 de marzo de 2004: oir al ridículo Jimenez Los Santos. Oir cómo este niño robado de sí mismo se cagaba en los padres, parejas, hijos, nietos, amigos de las víctimas ¿Para qué? Para buscar apoyos sociales en lo más negro de lo más estúpido de las Españas del cuplé, la naftalina, la horterada, la sacristía, el cuartel, el cuerno y el tópico en su campaña hacia el regreso al imperio español, unidad de destino en lo universal, unidad de desatino en la pista de un circo. No es el único payaso sanguinario que anda por ahí –por aquí cerca tenemos incluso alguna payasa-, pero este tipo es un laxante insuperable para estas mañanas en que el intestino se resiste a ponerse en marcha. Nunca más oiré queriendo a este imbécil –una vez me bajé de un taxi en el que otro camisa azul ajada no paraba de adoctrinarse a sí mismo y la bronca con el chimpancé que se reía al volante fue estupendamente madrileña-, aunque para ello tenga que llegar tarde a una vista.
Y una lectura complementaria de estos “pensamientos” de los alienígenas franquistas en:
www.libertaddigital.com/nacional/las-mayores-manipulaciones-en-la-investigacion-del-11-m-1276416792/
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