Es tradición monárquica española - y de otros reinos -, llegar al trono mediante guerras, traiciones, violencia y represión del pueblo : el primer Austria tuvo sus guerras de Navarra, comuneros, germanías..., el primer Borbón su guerra de sucesión que ha dejado una sanguinaria huella imborrable en la mitad de las españas.
Al contrario, la Primera república española se inició por la proclamación de la Asamblea Nacional, Parlamento y Senado reunidos, tras la abdicación de Amadeo de Saboya, con una transición pacífica. La Segunda República llegó, tras la salida precipitada de Alfonso XIII, proclamada por el pueblo español y formalizada sin revolución alguna ni baño de sangre.
Las dos repúblicas españolas acabaron porque los monárquicos dieron golpes de estado militares que en la segunda ocasión originaron un democidio impune con millares de muertos, desaparecidos y exiliados. Durante los dos breves periodos republicanos, las fuerzas reaccionarias hicieron todo lo posible para evitar su consolidación y provocaron todo tipo de incidentes para debilitar el sistema republicano, hasta que acabaron con ellas y en la segunda además encontraron en Franco el dictador sin alma que les dejó un país castrado para tiempo.
El ahijado del asesino tirano era rey antes de que se pactara como mal menor una constitución que tragaba con la monarquía y el actual es el nieto por accesión de aquel sanguinario mandatario de nuestras derechas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario