El cuñado del Marqués de Altamira se mueve en el mundo de la alimentación mayorista, sobre todo de productos de la mar. De vez en cuando pasa unas muestras de algún producto – a caballa regalada no le mires la fecha de caducidad -, a la familia, unas se comen, otras se usan como abono en la huerta. Recientemente el Marqués se ha encontrado el congelador lleno de palitos de abadejo, surimi, que es sucedáneo de todo y de nada, así que ha decidido regalar a la cuadrilla una elaboración de este producto con motivo de la tradicional comida del Zinemaldia en la sociedad gastronómica.
- Los he dejado descongelar en el frigorífico y he retirado los papelitos de envoltura – le dice a Manu Majors que está haciendo a su lado unos pimientos de todos los colores para acompañar a los « villagodios » que ha traído de Bilbao -, luego he pelado y picado ajo y perejil, he rallado piel de limón y he mezclado el picadillo con el zumo del limón, la ralladura, aceite de oliva, sal, pimientas varias y todas las especias que había por ahí y he cubierto los palitos con este mejunje y los he dejado toda la noche a marinar en él.
- Más cara la salsa que los bacalaos.
- Los he transportado con todo el cuidado desde casa hasta la sociedad y ahora he triturado al máximo los maíces tostados que he comprado en la frutería de los incas, para utilizarlo como pan rallado, así que paso estas pichitas de marciano por harina, huevo batido y el polvo de maíz. Y estoy esperando que lleguen los del cine para freírlos.
Galtzagorri, el Barón de la Florida, Hiruntchiverry y Labarthe entran en ese momento por la puerta.
- Perdonad el retraso – explica Galtzagorri sirviéndose un txakolí inmediatamente sin miramientos a los demás -, pero hemos encontrado al sabio de Javier Angulo en el hall y nos ha dado una breve charla cultural sobre la situación madrileña… eso siempre da mucha sed.
- Eso de la bandeja huele muy bien – dice Hiruntchiverry, señalando la pirámide de fritos, más o menos cilíndricos, que el Marqués ha puesto en el centro de la mesa -.
Todos, menos Galtzagorri que se ha quedado alejado, cogen uno con una servilleta de papel en los dedos. Galtzagorri deja su vaso vacío y pide :
- Pasadme uno de esos « rebordinos »
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