jueves, 29 de mayo de 2025

CASADO DEL ALISAL


Imagen generada por IA

El pintor Casado del Alisal tiene una calle en Madrid, detrás del Museo del Prado, pegada a los Jerónimos, sube hacia el Retiro. En el número 4, entresuelo derecha, he vivido en mi infancia un breve tiempo. Cuando tenía 6 años edad tuve una pulmonía, me trataron con un antibiótico, al que resulté alérgico. Yo estaba en el Colegio de la Pureza en Ategorrieta, debía ser primeros de marzo, y tengo unos vagos recuerdos de aquel proceso, un cura que me vendaba piernas y brazos en mi cama, mi madre no estaba en Donostia, estaba en Madrid, mi abuelo Gustavo y mi padre que estaban desconcertados, por fin me llevaron a Madrid, a Casado del Alisal número 4. Un piso enorme, oficina de Gustavo Massé y Compañía Sociedad en Comandita y vivienda. El clima de Madrid en primavera me iba a ir mejor que el de Donostia, dijo el médico, y me dormí en mi cama del Garaje Massé, José Mª Soroa, 25, y me desperté viendo el muro de los Jerónimos mientras mi madre me daba ponches y sopas hirvientes. Nos quedamos hasta finales del mes de julio. Alguien sugirió que yo debería ir a algún colegio pero mi madre con la ayuda de la Tía Socorro, una amiga suya de toda la vida, falangista, cuadro de la Sección Femenina y profesora en algunos colegios, remplazó a las monjas y de una manera bastante relajada, íbamos al cine, sesión doble, muchos días y yo tenía cuadernos y lápices de colores como deberes, algunos libros de aventuras para que no molestase el resto del tiempo. Mucha cafetería California para merendar y cenar y visitas continuas al Museo del Prado que era un plan barato, incluso iba solo y los porteros me reconocían… también fuimos al Museo del Ejército una vez y vimos algún desfile militar y pasar a Franco con la Guardia Mora por la Gran Vía. Sobre todo recuerdo que en el edificio vivían los Pirinolli, uno de ellos estaba casado con mi prima Alicia y hacía maquetas de trenes, vivían muchas mujeres y chicas Pirinolli en la casa para los cuales yo era un juguete, su entretenimiento favorito, así que aquellos meses fueron posiblemente las mejores vacaciones de mi vida infantil. Teníamos jardines para jugar, la propia calle, no había mucha circulación, se convertía en cancha de juegos de chicas en los que yo participaba, un paraíso. También vivía el General Vigón en uno de los pisos, no me acuerdo de su familia, tenía un pelotón de soldados a su servicio que le hacían guardia de honor en sus entradas y salidas, sólo años más tarde supe de su responsabilidad en el bombardeo de Gernika. Micha el rumano vivía en otro de los pisos, su padre también era militar y habían huido de los rojos que ocupaban su país – eso decía -, era un chaval de mi edad pero jugábamos poco porque le hacían estudiar mucho en su casa.

Volví varias veces a pasar temporadas en Casado del Alisal en los años siguientes. En una de las periódicas crisis del negocio, mi padre vendió inmuebles para tapar agujeros y liquidó este piso, tengo la idea de que la quiebra de un cliente, Nazar de Zaragoza, se comió el precio obtenido.

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