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Este "borrador" es la novelización de un guion que no ha sido rodado.
Aitor le acompañó al tren de cercanías que ella cogió en el apeadero de Gros. Quedaron en verse un par de semanas más tarde, ella tenía que regresar a negociar con Albert – dijo -, en la población que habían vivido últimamente, Majadahonda… Aitor nunca tuvo claro dónde vivía en esa época Miren con ese marido que estaba dejando de serlo. La tramitación del divorcio de mutuo acuerdo se alargaba, Miren le llamaba mucho, a horas diversas, anunciaba una visita de repente, al principio cada quincena, luego cada semana, que se resumía en una cena, cada vez más frecuentemente en Hernani, una noche de intenso folleteo -esta palabra no es nada poética pero describe como sus sinónimos jodienda y fornicio la relación de ambos -. cada vez más a menudo se encontraban en la vivienda de Hernani y el intervalo de la separación se iba reduciendo. Cuando Aitor tuvo que ir a juicios a Bilbao o a Madrid durante ese tiempo de transición conyugal, Miren se arreglaba para poder pasar una noche con él en un hotel que ella misma se encargaba de reservar ¿Qué le contaba a su marido si le contaba algo? Lo que todo el mundo: tengo que ir a ver a tal amiga, a tal pariente, a tal asunto… Las coartadas son muy parecidas, la consistencia de las coartadas es otra cosa pero Albert seguía disfrutando del mismo escaso trato que antes en el hogar, la situación se podía prorrogar indefinidamente por él pero Miren se sentía incómoda manteniendo doble vida y deseaba descubrirse, así que soltaba el nombre de Aitor y sus encuentros cada vez con más frecuencia.
Aitor fue conociendo a los amigos y amigas de Miren, la cuadrilla, de Hernani, amigos que, a veces, preguntaban por Albert, a veces daban por hecho que Aitor era el recambio de Albert. La cuadrilla de Miren era la misma desde la adolescencia, eran los que se habían quedado en Hernani los años largos que ella había vivido fuera pero seguía siendo su cuadrilla. En cada cuadrilla hay un cerebro colectivo que no es la suma de los cerebros individuales de los que la componen, es otra cosa, porque el pensamiento de cada uno nunca es un monólogo; al contrario, prolonga el diálogo, el diálogo que se vive continuamente en la cuadrilla. La política y el pensamiento comparten una estrecha afinidad; no se basan en la soledad, sino en la pluralidad humana, en el intercambio con los otros y cuando solo se vive en cuadrilla desde la juventud hasta la vejez el pensamiento individual no se diferencia del pensamiento de la cuadrilla a la que se pertenece, se puede decir que, para empezar a pensar, hace falta un colectivo al que se pertenece y al que uno se opone, que diría Hanna Arendt a su cuadrilla de intelectuales. Los de la cuadrilla se encontraban en el mismo bar, después de la jornada laboral, a la misma hora, todos los días, los mismos chistes, las mismas historias, transmisión de noticias y rumores, no se hablaba de política porque no hacía falta, el nacionalismo vasco era un axioma, la Real Sociedad les hacía sufrir frecuentemente y les daba una noche de euforia esporádicamente, los tópicos vascos como dogmas, por tanto, indiscutibles,weltanschauung de país sin crítica, de lunes a jueves seis u ocho vinos y a cenar en casa, los viernes y sábados ocho o diez vinos y a cenar en un bar, luego un par de copas antes de encerrarse en casa, los domingos se empieza y se acaba un poco antes que el lunes hay que ir a trabajar, un viernes al mes hay cena de cuadrilla en una sociedad gastronómica, algunos fines de semana al año o en puentes festivos se hace excursión de cuadrilla a algún monte o una pequeña travesía de montaña que lleva aparejado comer e incluso dormir fuera de Hernani, hay una lista de albergues y refugios que se repiten, también se celebran los cumpleaños con cenas y fiestas en esos mismos albergues y refugios o similares, a veces se hace una excursión de cuadrilla en un autobús alquilado para ir a alguna sidrería más lejana o para visitar una bodega riojana, en las vacaciones familiares coinciden por playas o montes o estaciones de esquí, salvo excepciones que son comentadas durante el resto del año, los matrimonios se han formado dentro de la cuadrilla, no hay separaciones ni divorcios, o quizá sí pero Aitor no controla quiénes se han cambiado de cuadrilla y quiénes, como él, se han incorporado a la plantilla habitual, más o menos todas las parejas, heterosexuales por definición, han tenido descendencia, uno o dos, no más, los niños y niñas están con sus padres todo el rato hasta que llegan a la adolescencia y se integran en su cuadrilla. Las fiestas de Hernani son los sanjuanes y las cuadrillas de padres e hijos se cruzan en la “azeri dantza” matinal – una cuadrilla vestida de traje típico vasco se pasea por las calles del viejo centro urbano, al frente uno de los componentes lleva un morrión con una cabeza disecada de zorro, el resto unidos por una cuerda lleva cada uno una vejiga de vaca inflada de aire, unos músicos repiten una marcha, los danzantes de vez en cuando desaparecen por una puerta de una casa y mediante pasadizos subterráneos, túneles Erdstall de la localidad, corren a aparecer y sorprender al público por otra puerta, rodear a un grupo y golpearle con sus vejigas -, o en la suelta de vaquillas - una especie de encierro en la misma parte medieval de la villa -, o en las comidas y cenas por sociedades y bares, en los conciertos y en los desfiles de bandas…
A Aitor le resultó cómoda aquella vida rutinaria, un poco alcohólica, eso sí, pero él era abogado, en que no hacía falta pensar mucho para seguir el programa, incluso cuando Miren no estaba en Hernani, a veces, iba solo y daba una vuelta por el pueblo con la cuadrilla.