viernes, 12 de septiembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 16



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Esto es una secuencia novelizada de un guion jamás rodado.

El relato comienza en este enlace: PRIMER CAPÍTULO HACER CLICK AQUÍ


En aquel tiempo, Aitor aprovecha el tiempo que pasaen Donostia para vivir “su” vida cuando sale de Hernani, teóricamente para trabajar en su despacho. Incluso se inventa comidas de trabajo inevitables para no volver a comer a Hernani, lo que le ha puesto en dificultades con Miren al caer en inevitables contradicciones, pequeños errores que pueden llevar a una catástrofe en las relaciones de pareja. Algún día, por las tardes, en vez de ir al despacho directamente, daba un paseo por la librería Lagun, que estuvo cerca de la catedral y que antes estuvo en la Parte Vieja donde fue objeto de ataques innumerabl es por parte de las hordas nacionalistas, tradicionalmente enemigas de la cultura y de sus símbolos, los libros.

Una de esas tardes en las que parece que va a empezar a llover de un momento a otro pero que solo llueve si el impermeable ha quedado olvidado en casa, a la hora de apertura de la librería, Aitor entra en Lagun, vestido de traje y corbata, con cartera portafolios, hablando por teléfono.

- Pues pasa por el despacho luego, a las 6, con tu contable ¡Un millón de euros! No me jodas ¿Qué habéis hecho? ¿Eso solo por IVA en Francia? Vete mandándome escaneadas las cartas de la Hacienda Francesa para que las lea cuanto antes. Y a las 6 me venís y me lo explicáis, a ver si se puede hacer algo, tengo un colega en Bayona que sabe mucho de impuestos pero en la Hacienda Francesa no tenemos amigos, no, no conozco a nadie, preguntaré al colega. Adiós

Saluda a la empleada de la caja y se dirige a la sección de poesía, ojea libros, lee párrafos para sí y descubre por el olfato a una mujer que lleva un toque de Chanel, elegante y en unos cuidados cuarenta años de edad o poco más, y que está buscando algo en la sección de viajes. Se acerca por detrás y le pasa un libro, un libro cualquiera que ha cogido de una mesa de exposición.

- ¿Es este libro el que está buscando, bella dama?

- ¡Aspaldiko! ¡Cuánto tiempo! Siglos sin verte ¿Por dónde andas? ¿En otra galaxia?

- Ahora vivo en Hernani.

- Sí, en otra galaxia ¿A Hernani? Ni para heredar!

- ¿Y tú qué haces?

- Que Fernando tiene un cargo en algo de la Unión Europea y nos vamos a vivir toda la familia a Luxemburgo y estaba buscando una guía turística de ese país en español o lo que sea, para dejársela a mis padres y animarles para que vengan a visitarnos.

- Dudo que haya algo de Luxemburgo, allí, querida Laura,  no hay turismo solo bancos y además Luxemburgo no tiene clima, tiene una maldición.

- ¿Y a ti qué coño te ha llevado a Hernani?

- Que mi chica es de Hernani y como tiene piso allí, cerca de la estación del tren, con el cercanías es como vivir en Donostia, no muevo el coche, apenas lo saco del parking del despacho, voy, vuelvo..., incluso como allí…

- ¿Y tus hijos? Ya serán mayores ¿No? A la que veo de vez en cuando es a tu ex, la veo mucho mejor desde que os divorciasteis.

- Mis hijos, bien, intentando hacerme abuelo, por sitios exóticos California, China… ya sabes la exportación de capital humano, que aquí nos sobra.

- Pues te veo muy bien, supongo que la de Hernani… ¿La conozco?

- No creo, no sale mucho de allí.

- Eso, que la de Hernani te dará marcha, a ti siempre te han gustado las complicadas.

- Te voy a regalar esta antología poética de poesía actual española -le pasa un libro -, está muy bien.

- Conmigo no hace falta que vuelvas a usar la trampa de la poesía, que yo ya te conozco, eres más peligroso que la playa de Gros, en cuanto una se descuida se encuentra desnuda y pidiendo socorro.

- ¡Laura, que he cambiado! Que ya soy un señor maduro y serio.

- ¿Sabes lo que me dijo Ane, tu ex, la última vez que la vi? Que sigues siendo un madurito atractivo y con más líos que pelos en la cabeza.

- Coge este libro de poemas, por favor, esta guía de Luxemburgo y vete, que me estás poniendo la cabeza… esta ronda la pago yo.

Laura le besa y se lleva los libros, dejándolos escanear por la empleada al pasar sin pagar por caja. Inmediatamente de salir llama a Ane y le cuenta, le cuenta lo que recuerda y no recuerda de la conversación, después cuenta variantes de la conversación a familia y otras amigas, San Sebastián a la semana sabía de buena tinta que Aitor se había hecho abertzale y vivía con una antigua miembro de un comando de ETA en un piso de la parroquia de Hernani, no era cierto pero era bastante más interesante.

(Continuará, aunque quizás haya una interrupción por motivos de trabajo.)


martes, 9 de septiembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 15

 

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Este relato o folletín es la novelización de un guion que nunca ha sido rodado y que empecé en el siguiente enlace INICIO


Del apeadero al bar de la calle Mayor en la esquina con la plaza Nueva, una taberna típica de pueblo vasco del sur del Bidasoa, decoración “abertzale”, esto es, fotos enmarcadas de paisajes de Euskalherría y de deportes rurales, vistas mil veces en los calendarios de las cajas de ahorro locales, una mala iluminación, alguna hucha para recaudar dinero a favor de los presos que siguen presos, donde los clientes dejan los cambios que irían a las propinas. En las estanterías, además de botellas de licores y aguardientes que nadie jamás beberá, hay lotería de navidad en venta de todos los clubes deportivos y asociaciones que conforman el ecosistema cultural de Hernani. 

Hombres y mujeres beben en la barra y en mesas, algunos agrupados en cuadrillas, pocos en pareja, en un rincón de la barra un solitario hace que lee un periódico en euskera en papel, su cara recuerda la de un líder soviético de los años 50, hay niños que juegan y corren por el interior y que salen a la calle o entran, hay ruido, la música cacofónica de los altavoces del bar obliga a hablar a todo volumen, en el exterior hay alguna mesa, en torno a las mesas, las ventanas del establecimiento y la puerta, hay gente similar a la de dentro de la taberna.

Cuando Aitor entra, Miren está sentada en una mesa con su cuadrilla de amigos, Maddi y Paulina que están junto a sus maridos o compañeros Lánder y Bernat, todos vestidos informalmente, ellas con esos colores que se llevan en funerales de desconocidos y ellos del mismo obscuro que han llevado desde que dejaron la infancia. Aitor llega con traje y corbata y una cartera portafolios en la mano, besa a Miren en los labios, se sienta en una silla que le pasan de la mesa de al lado y se quita la corbata nada más sentarse. Lánder le pone un vaso de vino delante.

- Un momento, voy a comer algo y beber un poco de agua antes del primer vino.

Los otros 5 no le hacen caso, Aitor se levanta y se acerca a la barra. Aitor regresa con un bocadillo de tortilla de patatas y un botellín de agua mineral, se sienta y come y bebe, siguiendo la conversación en modo espectador, procurando que el aceite de la tortilla caiga al suelo en vez de en sus pantalones.

- Pues claro que se dopan ¿Quién no se dopa a ese nivel de competición? ¿Cómo hostias aguantan sin doparse tantos partidos a la semana, entrenamientos, andar con chavalas todas las noches y luego a correr como patos sin cabeza detrás del balón? ¡Hostias que si se dopan!

Lánder es sufridor de la Real Sociedad por nacimiento, sus primeros recuerdos en esta vida son yendo al campo con su padre y su tío, cuando éste se murió yendo con su padre y ahora él lleva su hijo a los partidos. No está acostumbrado a que su equipo gane y cuando la Real gana, cosa que sucede últimanete con relativa frecuencia, siempre teme que sea un sueño y que se vaya a despertar de ese sueño. 

Bernat también pero es de otro tipo de seguidor, nunca la Real le decepciona, siempre encuentra un motivo para la esperanza, sufre mucho pero alcanza el paraíso con facilidad, con un buen resultado, con una clasificación no muy mediocre en la liga...

- Tú te confundes chaval, con 20 años no hace falta meterse nada para andar así ¿Tú no podías con los entrenamientos, el partido en el rugby el domingo lleno de barro y darle marcha a ésta en la trasera del coche?

Maddi le pega una bofetada cariñosa a Bernat.

- Bueno, y también en el granero de casa de sus padres 

La siguiente bofetada es menos cariñosa. Lánder se ríe francamente, todos se ríen.

- ¡Hostias! ¡Que no he dicho nada de particular y que no hayamos hecho todos! ¡Hostias! ¡Que le cuento a este pardillo lo del americano que te llevaba a la piscina los veranos!

Bernat, como en un rito muchas veces repetido le sujeta las manos a Maddi, que hace como si intenta volver a abofetearle, es la única que no se ríe y dice entre dientes “Imbécil”.

- Bueno, en resumen, que en la Real no se dopan y no, y que no, que nosotros hacíamos lo mismo y nos hartábamos a cubatas y además íbamos a fábrica 40 horas y las extras sin necesidad de pindonga ¡Que os creéis todo lo que cuentan esos putos periodistas! Y vámonos a otra parroquia, que en ésta nos tienen muy vistos.

Dicho esto, se levantan todos y salen a la calle, Aitor ha dejado el vaso de vino prácticamente entero, un niño de unos 7 años de los que juegan por el bar coge el vaso y le da unos sorbos. Parece que nadie lo ha visto.

La calle Mayor de Hernani baja desde la plaza del Ayuntamiento hasta la plaza Nueva o sube desde ésta, las tres parejas suben en busca de otro bar, hay alguno más en la calle, incluso un “pub irlandés”, de un balcón a otro cuelgan fotos de presos por terrorismo, también hay carteles que exigen en euskera la libertad de asesinos o su vuelta a casa, carteles pegados en las viejas paredes medievales donde se alternan con pintadas en el mismo sentido, los grupos que salen de los bares se cruzan con los grupos que entran a los bares, los mismos niños y niñas corren de un lado a otro, a veces caen y lloran hasta que una madre aparece y le pone de pie. Aitor, Lánder y Bernat preceden a Miren, Maddi y Paulina en dos conversaciones claramente separadas. Saludan con un movimiento de cabeza a quienes cruzan que responden con un “epa” interrogativo que es replicado con un “epa” afirmativo, dos de los niños que juegan piden dinero a Lánder y Bernat que les sueltan unas monedas sin contarlas, los niños corren a una pastelería que está abierta. Lánder  debió ser guapo hace unos años, delgado, mal afeitado, aspirando el moquillo que tiene tendencia a caerle de las narices, ojos bizcos que sólo tienen dos posiciones: prácticamente cerrados y abiertos exageradamente, Lánder mira sin ver a su hijo a través del escaparate y comenta a Bernat.

- ¿Qué vas a preparar para la cena de la cuadrilla del viernes?

Una vez al mes, los chicos de la cuadrilla de adolescentes que fueron se reúnen en una cena, son como diez o doce, algunos ya no viven en Hernani, otros no pueden salir de ronda todos los días pero esa cena es el hilo que les mantiene comunicados todo el año, entre los sanjuanes, porque las fiestas del pueblo también las celebran juntos como cuando eran unos muchachos hace 25 ó 30 años.

- ¿Ya toca? Hostias ¿Cómo pasa el tiempo? Hostias, si hoy es miércoles ¿A ver qué encuentro en el mercado? Una menestra quizá o unos pimientos rellenos preparar puedo.

-  Si quieres yo te voy a ayudar en la cocina – dice Aitor que ya cuenta como uno más de la cuadrilla para cenas, fiestas y excursiones -, para que no andes luego cenando de pie y con un ojo en el fuego.

- O sea que el señorito es, como siempre, el único que se apiada del pobre cocinero y estos putos  buitres solo llegan a comida hecha. Pues sí, majo, ven a las 5,30 y tú y yo merendamos y les dejamos a estos las sobras para que cenen a las 9 y el que no esté a las 9, ni eso, que cene un whisky.

Bernat, gordo de tripa, barba de lija a estas horas, es normalmente quien cocina en las cenas mensuales y en las fiestas, pero en su casa no se come con fundamente, él come en fábrica, su mujer pica como un pájaro cerca de la peluquería que posee y el niño - ¿O son dos? -, come en la cantina escolar, así que quedan pocas comidas y cenas que preparar, él mismo prepara los domingos unas fiambreras para esos huecos que se completan con las fiambreras que les preparan las madres de ambos cónyuges. 

- ¡Hostias, tú! ¡Que yo llevo el jamón jabugo para el aperitivo! - protesta Lánder - Lo que pasa es que lo de cocinar a mi se me da de puta pena y para molestar no voy a ir pronto, o sea…

- Tú trae el jamón y un lomo si quieres, tranquilo, pero no nos vengas dopado que te conozco, que los viernes sales del curro y te lías con todos esos putos esnifadores de la sucursal  y que un día os vais a meter por las napias un saco de cemento ¡Hostias!

La pretendida ironía de Bernat hace que Lánder abra los ojos como un personaje de un dibujo animado.

- Subnormal, que te va a oír ésta. Yo no me esnifo nada, nada de nada ¡Hostias! ¡Qué manía te ha dado.

Bernat ha cogido tema una vez más e insiste.

- En esa casa, todos vais ciegos en el curro y luego que si me ha cogido la mano un cilindro, que si me he clavado el destornillador en el ojo sin querer, que si me he cortado la pirula con la guillotina…

- ¡Que te calles y entres aquí!

Lánder le empuja a otra taberna, igualmente oscura, parecidas fotos en las paredes, parecidas botellas grasientas en los estantes, las mismas loterías, las mismas huchas, las personas que beben por la barra y las mesas pueden ser las mismas o parecidas, los niños que corren, salen y entran, también, incluso el solitario que lee el periódico en una esquina de la barra parece que se ha trasladado unos metros calle arriba.

- Hiru beltz, bi rosado eta zurito bat! - Lánder proyecta la comanda al camarero por encima de quienes ocupan la primera fila junto a la barra y luego pregunta a Bernat - Esa es la fórmula ¿No?

- Vale, ba -confirma Lánder al camarero ya que los otros se han encogido de hombros -.

Cuando entran las mujeres, el camarero pone los vasos en la barra, Lánder deja el dinero exacto sin preguntar y va pasando, con permiso del grupo que dificulta la maniobra, los vasos a los demás. Bernat, Lánder y Miren cogen los tintos, las otras mujeres los rosados y Aitor la cerveza. Entran los  niños que han pedido el dinero, Maddi y Paulina piden al camarero algo más, pasando entre los clientes que se apartan lo suficiente, el camarero les pasa sendos bocadillos en grasiento papel de aluminio que ellas pasan a los dos niños. Miren se ha quedado hablando con los hombres.

- Esta semana os toca primer viernes de mes ¿Tenéis la cena prevista?

- Ya lo hemos hablado, tu chico me va a ayudar a prepararla…

- ¿Este inútil? Si no le hago yo un huevo frito, no sabe cómo hacerlo.

El aludido, que está dejando que la cerveza se caliente y pierda burbujas en el vaso, protesta débilmente.

- Llevo años preparando mi comida, he vivido solo muchos años, y no me he muerto de hambre hasta ahora.

- Porque existen los menús del día, pero en el frigorífico de tu casa solo había cervezas y quesos apestosos.

Miren concluye su vaso inmediatamente.

- No me gusta conservar comidas caducadas, soy de hacer compra en el día

- Mientes más que hablas.

Hay un silencio general después de la acusación que Aitor hace como que no ha oído. Silencio rodeado del ambiente sonoro de la música que rebota en las paredes y de las conversaciones que se superponen que dura hasta que Bernat dice:

- El domingo vamos a ver el partido de la Real en el bar de debajo de tu casa, que juega fuera ¿Le dices a la patrona que nos reserve la mesa de costumbre?

- ¡Que la reserve tu pinche!

Responde Miren con cierto enfado, quizá porque Aitor no ha entrado al trapo, y pasa la copa a éste para que la deje en la barra, luego sale seguida de todo el grupo.

La calle está menos frecuentada pero hay circulación de grupos entre los bares, los dos niños comen sus bocadillos sentados en un escalón de una carnicería, otro niño come un bollo de envoltorio rosa sentado a su lado. Los seis entran a otro de los bares, Maddi y Paulina salen con dos vasos de leche que dan a sus hijos, por fin, las tres parejas salen a la calle al cabo de un rato, la calle está más vacía, solo hay luz en las puertas de las tabernas. Delante de una de ellas se para Bernat y hace una seña al resto.

- La espuela y a casa, que mañana hay que madrugar.

La barra está vacía, la música apagada, dos hombres como clientes, el solitario que lee el periódico en un rincón y otro sentado en una mesa y que observa fijamente un vaso vacío, el patrón, que rondará los 60 años, está limpiando el mostrador, recogiendo vajilla y tiene el cajón de la caja registradora abierto. Es Aitor quien le pide la ronda.

- Hiru beltz, bi rosado eta zurito bat! Endika! Vale, ba!

Enrique, de Hernani de toda la vida, se dirige a Miren.

- ¿Qué dice éste? El donostiarra ilustre ¿Qué dice a la hora de cierre?

Miren le corta inmediatamente.

- Hiru beltz, bi rosado eta zurito bat! ¡Hostias! ¡Que los pongas de una puta vez!

- Perdona chica, perdone señora, que no le había entendido a tu novio.

- ¡El novio más guapo del mundo!

Miren abraza a Aitor y le besa babosamente.

- ¡Al que más quiero!  ¡Mi vida, mi alma!

Aitor mira al cielo y todos se ríen. Después de servir, el patrón comienza a bajar la persiana metálica de la puerta, los otros dos clientes que quedan pagan sin hablar, se despiden con un gesto y salen uno tras otro agachándose ligeramente por el hueco que queda.

- Hay que sacar, por lo menos, un punto el domingo,  por lo menos ¡La hostia! Si es que pueden hacerlo, pero a veces parece que no se lo creen, que no tienen sangre en las venas.

Hace un rato que Bernat está hablando de la Real Sociedad.

- Eso la Real y a la tarde pero… ¿Hay partido de rugby en Landare a la mañana?

Pregunta Lánder y Aitor es quien responde.

- Sí, juegan contra Bilbao, no creo que tengan problemas para meterles una paliza, los de Bilbao se han quedado sin equipo este año, se les ha ido mucha gente.

Miren se entremete en la conversación, dejando a las otras mujeres que critiquen la falta de profesionalidad del profesorado.

- Siempre con excusas, pues el otro día bien que los del Atlético hicieron el ridículo con Bilbao, que si no es porque el árbitro era tu colega y os perdonó todo lo imperdonable, os venís sin un punto.

- Si el Atlético ganó y sin problemas sobre el terreno – Aitor intenta precisar, aunque intuye que es inútil -. Al final, con muchos cojones los de Bilbao consiguieron un ensayo para maquillar el resultado.

Miren está balanceándose de un pie a otro, el vaso de vino ya está vacío en su mano.

- ¿Ganar? Tú estás soñando, cariño.

Miren se pasa el índice por debajo de la nariz hacia arriba.

- Señores ¿Es que no tienen casa? 

Enrique está junto a la puerta, indicando claramente su voluntad de dar por concluida la jornada, los seis dejan los vasos en la  barra, el de Aitor se ha quedado a medias junto a las monedas por el importe de la consumición, los niños se han evaporado, quizá las madres les han dado llaves para que puedan irse a dormir, las mujeres van saliendo, luego Lánder, Aitor y el último Bernat que al salir pega con la mano sobre el borde inferior de la persiana, metiendo un ruido fuerte y brusco.

En la calle a la puerta del bar, los otros cinco y un par de curiosos miran a Bernat que se coge la cabeza como si se hubiera golpeado encima de la frente.

- ¡Ayyyyyy, ayyyyy! ¡Que me he dejado los cuernos en la barrera! ¡Que me he dejado los cuernos!

- ¡Idiota! Buena falta te hacen unos cuernos para que espabiles.

Paulina provoca una carcajada general que se superpone al teatro de Bernat que es el que más se ríe, los dos se besan, los niños reaparecen, no se habían ido a casa, se acercan y cada uno da la mano a una de las dos mujeres. Cada pareja parte en una dirección distinta, al caminar se puede percibir una cierta oscilación lateral en la marcha de los adultos pero hay que ser muy observador.


Continúa en este enlace: SIGUIENTE SECUENCIA

Hay otros folletines, escritos y publicados de la misma manera, con la ayuda de los lectores, y que se pueden encontrar con la etiqueta literatura en el blog, como el que está en el siguiente enlace

OTRO FOLLETÍN

domingo, 7 de septiembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 14

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Esta historia es parte de la novelización de un guion de largometraje nunca rodado.

EL COMIENZO DE ESTA CRÓNICA DE HERNANI

El tren de cercanías permite leer, oír música en auriculares, saludar a gente, a veces hablar con otros viajeros, escuchar conversaciones ajenas… el trayecto es corto entre Hernani y Donostia, apenas 10 minutos, tiempo que se pasa rápido para Aitor, que alterna el tren con el coche en función de la agenda del día, ni la vivienda de Miren ni su despacho están lejos de las respectivas estaciones, el apeadero del centro de Hernani está cerca de la zona de bares, el apeadero de Gros se sitúa en el corazón del barrio, posiblemente el más vivo de Donostia, así que el coche de Aitor se quedaba aparcado en Hernani cada vez más, lo que le permitió vender una plaza de aparcamiento subterráneo que poseía en Gros al precio de un castillo en España.

Después de la jornada de tarde, los trenes que salen de Donostia van abarrotados cuando cierran oficinas, comercios, centros escolares... un poco más tarde se puede coger un tren en el que haya asientos, Aitor procuraba coger el tren siguiente a las horas punta y leer brevemente en un libro electrónico, a veces reaccionado con una sonrisa a lo que le hacía vivir la lectura, porque Aitor se podía concentrar y pasarse de estación con cierta frecuencia, lo que le hacía esperar, a veces el tren de regreso en Andoain o en Ategorrieta. 

En uno de esos regresos a Hernani, Hernani centro porque Miren le esperaba en el recorrido habitual de bares, Aitor estaba sentado junto a la ventanilla leyendo unas aventuras africanas de Wilbur Smith, en el asiento del lado pasillo, a su lado se sentó una joven de unos 20 años de edad que, mientras escribía y leía en su móvil, charlaba con otra joven de su misma edad sentada enfrente sin preocuparse en forma alguna si su conversación podía interesar o molestar a los otros viajeros.

- ¿Si me juras que no se lo dices a nadie te cuento una cosa? - dijo la que se sentaba al lado de Aitor al arrancar el tren -.

- Te lo juro, ya sabes que todo lo que me cuentas, no sale de mi boca – respondió la otra sin levantar su mirada de la pequeña pantalla -.

- Pues mi prima Yolanda, la hija de mi tía Juanita, la hermana de mi madre, tiene un novio senegalés.

Inevitablemente este titular hizo que Aitor, como otras veces, dejará de seguir las peripecias del traficante de colmillos de elefante, no en Senegal, sino en el Transvaal.

- ¿Ya se ha aburrido del ertzaina? No le ha durado nada. Éste será negro ¿No?

- Pues claro es senegalés de Senegal y… ¿Sabes algo más?

La interpelada levantó un poco la cara.

- ¿Qué?

- Que es verdad que los senegaleses la tienen grande.

Aitor se acordó del chiste del senegalés que meaba desde un puente a un río pero lo borró rápidamente de su mente, molesto por este reflejo racista de su cerebro. 

- ¿Te lo ha dicho Yolanda?

- Pues claro se lo he preguntado en cuanto me lo dijo en secreto, porque esas cosas no se van contando por ahí…. Y tengo una foto ¿Quieres verla?

- ¿Del negro?

- Claro, se la sacó Yolanda, mira.

Teatralmente, la prima de Yolanda le mostró la pantalla de su móvil a su compañera de viaje, que se carcajeó inmediatamente.

- Si éste es el negro del whatsapp

- Esto es broma, pero lo de Yolanda y el senegalés es verdad, pero secreto secreto, no se lo digas a nadie, que en el pueblo no lo sabe nadie.

- Callada y punto en boca

Esta frase coincide con la llegada del tren al apeadero de Hernani centro, Aitor les pide paso pero ellas también se levantan y bajan con otros viajeros, más bien viajeras, dejando el vagón prácticamente vacío.


Continuará

OTRO FOLLETIN


jueves, 4 de septiembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 13

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Este texto es parte de un guion para un largometraje nunca rodado.

La historia tiene un comienzo: COMIENZO


Como Miren ya estaba instalada en Hernani, le comentó a Aitor que debía llevar sus cosas de diario a aquel piso y dejar la osera de Gros, oscura y húmeda, Aitor hizo una bolsa de viajes como si fuera a pasar un fin de semana largo fuera de su casa. Miren que tenía llave del local, lo vació una mañana y trasladó todo, absolutamente todo, menos los muebles, al piso de  Hernani, Aitor nunca tuvo que volver a su propia vivienda a buscar cualquier cosa suya y no comentó qué pensaba, si pensaba algo, de encontrarse viviendo en Hernani, en paeja de hecho o de deshecho – ambos con experiencias previas de convivencias fracasadas -, cambiando de rutinas… lo asumió, quizá como un precio a pagar por no tener qué preocuparse de con quién iba a pasar cada noche del resto de su vida y esta idea, que pasó fugazmente por su mente, le hizo “postocuparse” de su nueva situación ¿Había cometido un error?

Por las mañanas Aitor se iba a su despacho en Donostia, a veces en el coche pero más a menudo en el tren de cercanías, regresaba a mediodía para comer, volvía a irse a la tarde y a la noche iba casi todos los días directamente al circuito de bares para reunirse con Miren que estaba con la cuadrilla. Miren se ocupaba, como una tradicional ama de casa, de la limpieza y la cocina, mientras decía que buscaba un negocio que iniciar o un trabajo. Nunca emprendió un negocio y nunca pasó del periodo de prueba en un trabajo, no porque la despidieran, sino porque los trabajos con horario de entrada y salida, obediencia a las órdenes de superiores, lenguaje correcto con los otros… le impedían vivir o eso decía.

El primer año de vivir en Hernani, Aitor aún conservaba algunas costumbres donostiarras y sacaba entradas para películas y abonos para los espectáculos y conciertos que todo el año hay en Donostia. Le gustaba la música en vivo, las orquestas de música clásica y las óperas del Kursaal eran su vicio cultural, aunque se dormía a veces, también el jazz o el teatro le llevaban a no regresar a Hernani algunas noches después del trabajo y le obligaban a Miren a “vestirse de pija donostiarra” para asistir con Aitor a alguno de esos eventos, luego le decía que eran maravillosos, siempre el último era lo mejor que había visto, pero que los amigos de Aitor, con los que obligatoriamente coincidían en el propio Kursaal, en el Teatro Victoria Eugenia, en el Principal o en la Plaza de la Trinidad, le estropeaban la fiesta, todos y todas le eran insoportables con sus poses intelectuales de superioridad hacia ella, comentarios que repetía delante de la cuadrilla de Hernani en presencia o ausencia de Aitor. 

La última vez que fueron juntos a un concierto de la Orquesta de Euskadi en el Kursaal se presentaba una composición ganadora de un premio en la primera parte, como es costumbre, y ambos vestidos con la necesaria elegancia salieron en la pausa al ambigú donde el patrocinador ofrecía una copa de cava a los asistentes, estaban acompañados de un matrimonio de Donostia que tenía sus localidades inmediatamente seguidas de las de ellos porque habitualmente Aitor y Esther las sacaban juntos, Esther era una vieja amiga de Aitor que poseía una pequeña editorial de libros de lujo y su marido José María, ligeramente sordo, era un auditor contable y consejero de empresas que se movía bien en el pequeño mundo financiero guipuzcoano, para Aitor eran como unos hermanos mayores a los que acudir en busca de consejos de todo tipo pero a los que no tienes la obligación de tratar todos los días, los conciertos eran una ocasión excelente para conservar la relación. Así que provistos de las copas los cuatro se acercaron a una mesa alta en la que había un plato de jamón serrano de calidad aceptable.

- … música en secuencia con microtonalidades y abanico de arpegios con armónicos artificiales… ¿Y a esta mierda le han dado un premio?

Esther, con un programa del concierto en la otra mano, lee la presentación que el autor hace de la obra que acaban de oír. Miren se acaba su copa antes de responder.

- Pues has aplaudido como una posesa al finalizar la pieza.

Miren coge una copa llena a un camarero que pasaba inmediatamente.

- Hay que aplaudir al director que había hecho un esfuerzo  enorme para interpretar la partitura.

Aitor retirando la copa nueva de la mano de Miren interviene en la conversación, adivinando que las dos mujeres se iban a mostrar sus sentimientos de antipatía mutua como ya lo habían hechos otras veces. 

- Estos premios buscan descubrir nuevos talentos de la música vasca, supongo que esto era lo menos malo de lo que se presentó… o que la compositora es la hija secreta del lehendakari...

Miren ya ha cogido otra copa de otra bandeja ambulante y se ha bebido casi todo su contenido.

- No seas idiota. Esto lo componen para que los pijos podáis poner cara de entendidos.

Al acabar la frase, dicha con un tono provocador, más dirigida a Esther que a Aitor, Miren acaba la copa también para coger de la mesa una copa que José María había dejado intacta.

- No me importa que la tomes, yo no iba a beberla – José María dice amablemente -.

- No me jodas con tus ironías.

Miren termina el cava, Esther la asesina con la mirada y Miren deja la copa vacía en la bandeja de un camarero que pasa, momento en que suena el timbre de advertencia del fin del descanso.

- Vamos para dentro, que empieza la segunda parte.

Dice Aitor, coge del brazo a Miren que, al darse la vuelta, da un traspiés pero con la ayuda de Aitor no llega a caerse, Esther se lo comenta al oído de José María, que estando ya de espaldas no se ha percatado y no ha entendido nada de lo que le ha dicho su mujer.

- ¿Qué dices?

- Mozart ahora ¡Qué descanso para los oídos!

Los cuatro se dirigen hacia la puerta de butacas con los demás espectadores pero Miren, sin entrar, se vuelve y corre hacia los baños, Aitor se queda esperando.

Al acabar el espectáculo, habitualmente iban todos a una bodega a comer algo pero aquella noche Esther y José María dijeron que tenían prisa porque éste tenía que levantarse muy temprano a la mañana siguiente, primera noticia que tuvo José María de aquella necesidad. Y nunca más fueron juntos a un concierto en Donostia, a partir de entonces, como mucho, oían a la Banda Municipal de Hernani o a los alumnos del Conservatorio de Hernani.


Y ESTA CRÓNICA DE HERNANI SIGUE

lunes, 1 de septiembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 12

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Esta historia es la novelización de un guion de una película nunca rodada.

Y tiene un inicio:

EL COMIENZO

 Después de las fiestas anuales, unas dos semanas más tarde, la cuadrilla organizó una fiesta sorpresa de cumpleaños para Miren, porque era un número redondo de años que cumplía, como 40 o así, Aitor le compró un regalo, un bolso que ella le había indicado en el escaparate de una boutique elegante donostiarra, y cotizó también para el regalo colectivo de la cuadrilla. Para la fiesta se reservó un albergue con piscina por la zona de Orio, así todos podrían ir en sus coches, emborracharse, dormir y regresar recuperados.

Las chicas de la cuadrilla se encargaron de engañar lo suficiente a Miren para que les acompañara al albergue, pretextando que una de ellas necesitaba que le aconsejase sobre una casa que pretendía comprar. Ya en las cercanías de destino, le dijeron que tenían una sorpresa para ella, le vendaron los ojos y la hicieron entrar en la terraza del establecimiento donde todos los asistentes, la cuadrilla y otros amigos de Hernani y Donostia – para estos eventos se ampliaba el círculo de invitados -, guardaban silencio. Al quitarle la venda, Miren fingió una sorpresa máxima, quitó el lazo a la bicicleta eléctrica que le habían comprado a escote en la cuadrilla y repartió besos a todos. Hubo más regalos por parte de los distintos círculos de afecto que se forman en todo grupo.  Aitor le explicó que él tenía un regalo escondido en el interior de la casa y los dos entraron a la casa.

Un DJ ponía discos de baile,  había mesas con bebidas, mesas con comidas, una gran tarta de cumpleaños que, después de apagar las velas, fue ignorada en gran parte. Como en toda fiesta, más si es en el País Vasco, algunas pocas bailaban, otros hablaban de pie o sentados en muebles de plástico, esto es, las mujeres disfrutaban de la fiesta, los hombres estaban en la fiesta mientras discutían del final de la temporada de fútbol y de los fichajes del verano, nadie se baña en la piscina, a pesar de que la temperatura era propicia.

La noche de verano iba cayendo, las bebidas tuvieron que ser repuestas varias veces por los empleados del albergue. Sentada con las otras 3 mujeres, su círculo íntimo, más jóvenes que ella, Miren les exhibe los pendientes a las otras que los examinan con sus ojos vidriosos y comentan con el habla tomada por el alcohol. 

- ¡Muchas gracias, chicas!  Están muy bien.

-  Es que te van muy bien con la forma de tu cara. Nos costó decidirnos ¿Qué podemos regalar a esta desgraciada? - Paulina se sirve cava mientras habla, la espuma desborda y cae al suelo -. Si entre el divorcio del marido rico y el nuevo novio rico que se ha echado, tiene de todo.

- ¡Menuda suerte tiene, sin hacer nada para merecerlo! - Maddi tiene una colilla de un porro que apenas humea pegada al labio y una copa de cava que  desparrama su contenido cuando mueve las manos al hablar -. La idiota, que se encuentra 20 años después al amor de su vida en un semáforo, y ahora hecha una tortolita con ese tío tan guapo, tan elegante, un caballero…

Paulina observa que Aitor ha dejado el grupo de hombres y se acerca sonriente hacia ellas con un tubo de whisky en la mano.

 - ¿Qué hace una “cashera” como tú con un capitalino como éste que habla como un político y nunca se le entiende nada?

Aitor deja el vaso en la mesita que está cerca de las mujeres en el centro del arco que forman y se pone enfrente de ellas, de espaldas a la piscina, el alcohol le hace tambalearse ligeramente. Miren sonríe hacia donde cree que debe estar Aitor, una niebla visual ha empezado a afectarle a su vista. 

- ¡Es muy guapo y lleno de detalles!

Aitor se descalza y se quita la camisa y el jersey juntos a la vez, los deja caer a los pies de las cuatro mujeres,

-  Además siempre te está dando amor – Paulina dice con un tono ácido -, que se te nota que tienes agujetas en los muslos de tanto separarlos cuando llegas al gimnasio por las mañanas, es que no paráis, que os he visto antes en el suelo del recibidor, ñaka, ñaka, como dos críos.

Aitor se ha quedado desnudo para cuando Paulina acaba de hablar. Tiene cierta tripa en el abdomen más que musculatura.

- ¡Es la hora del baño!

Anuncia, Aitor se da la vuelta y se tira a la piscina. Miren se levanta sobresaltada.

- ¡Que no sabe nadar!

Miren corre precipitadamente hacia él,  se cae al suelo al borde de la piscina con la pesadez de la ebriedad.

- ¡Ayyyyyyyyyyy! ¡Me he roto un brazo! ¡Por tu culpa, cretino, estúpido, hijo puta!!

La furia de Miren que se ha hecho daño es escandalosa, sus gritos hacen que todos los presentes le miren. Aitor nada por la piscina tranquilamente pero con la torpeza de quien apenas controla la materia y además ha bebido demasiado, mientras todas las amigas ayudan a levantarse a Miren y Paulina le pone una servilleta con hielo en la muñeca, pero ésta sigue enfadada.

- ¿Te creerás gracioso? ¡Puto torpe! ¡Deja de hacer el idiota y ven aquí!

Aitor se acerca nadando, con un estilo horrible, salpicando y haciendo ruido, hasta apoyar las manos en el borde y empieza a declamar sin salir del agua.

- ¡Oh Gorgona de Hernani! Legendaria mujer divina, cuya mirada extraña, me hiere y fulmina ¡Baja del altar de mármol! Sobre las aguas camina o, al menos, Gorgona ¡Échate a la piscina!

Inmediatamente Miren se zambulle vestida, intentando golpearle mientras cae, las otras mujeres se ríen y se empiezan a quitar la ropa, algunos hombres también, todos los asistentes se van tirando, más o menos desnudos pero poco, más bien vestidos, a la piscina, mientras Miren besa a Aitor con pasión, están donde al menos Aitor hace pie, y éste empieza a desvestirle de su ropa mojada pero llega Paulina desnuda por detrás, les coge las cabezas por encima y les mete a ambos bajo el agua.

Paulina era guapa y con una elegancia espontánea que le había convertido en una referencia para las otras mujeres de su entorno, además tenía un salón de peluquería y maquillaje con el que ganaba más que su marido Bernat en la empresa industrial de la que éste era empleado. Paulina había tenido la idea de la fiesta y del lugar donde hacerla, Bernat se había encargado de la reserva, ella era el cerebro de la cuadrilla y él quien ejecuta las ideas eficazmente.


Esto continúa