lunes, 15 de septiembre de 2008

EMPRESARIO EN LA MELÉ (I)


NO HA PITADO EL ARBITRO PERO YA HA EMPEZADO EL PARTIDO
Recesión, crisis, desaceleración... no son los equipos contrarios sino las circunstancias en que tenemos que jugar esta competición empresarial, el rugby de la vida. Cuando llueve –y el rugby se juega en muchos sitios donde llueve y mucho-, el balón se resbala de las manos de los jugadores y las faltas de balón adelantado –en rugby el balón se pasa para atrás-, son continuas y las delanteras de los dos equipos se disputan el balón en melés ordenadas, similares a tortugas de las legiones romanas, los jugadores de la primera línea (1, 2 y 3) acaban con los cuellos destrozados estos encuentros.

No hay jugador de rugby que no disfrute, sin embargo, con estos días de lluvia, barrizal, frío... en que el juego es bronco, confuso, brutal y para el espectador neófito exento de técnica, táctica y estrategia. Por el contrario las circunstancias climatológicas difíciles son las que posiblemente requieran mejor preparación técnica, más inteligencia táctica y una orientación estratégica de todo el equipo enorme por lo que la preparación física y el entrenamiento previo van a pasar su examen más exigente, en el rugby como en la empresa con buen tiempo, campo perfecto y un arbitraje correcto es más fácil jugar o hacer como que se juega. Pero desde que el hombre de Atapuerca dijo su primer “agur” y vendió su primer collar de conchas al vecino, recesión, crisis, desaceleración... han sido las compañías del homo economicus cada cierto tiempo.

Y queremos ganar esta competición y nuestros contrarios también así que tenemos que ser mejores que ellos.

La pasión por jugar caracteriza al deportista. Dará aburridas vueltas al campo para prepararse, se someterá a entrenamientos más fatigosos que cualquier partido, a sesiones de musculación en potros de tormento, aguantará heridas, golpes, lesiones hasta que le saquen sus compañeros y sus rivales en brazos entre los aplausos de los escasos aficionados, se recuperará antes de lo que espera el médico, prolongará su actividad deportiva más allá de todo límite razonable... porque quiere jugar. Incluso en épocas de profesionalismo imperante, hay quien rechaza contratos suculentos porque no ve que vaya a jugar todo lo que su pasión le exige.

La pasión en la empresa es materia primigenia, si no nos gusta lo que hacemos, si no queremos seguir haciéndolo, apaga y vámonos. Sin pasión de emprender, de trabajar, de aportar, de responsabilizarse, de liderar... no tenemos sitio en la empresa.

Pero con pasión no basta y estas líneas que quiero ir escribiendo son una aportación rugbística al mundo de la empresa.

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