martes, 18 de enero de 2011

CIGARRILLOS, WHISKY Y... RUGBY

El viento se llevó de estas tierras aquel rugby de excesos con el tabaco, el alcohol y demás. El juego y la sociedad han ido evolucionando y las exigencias del rugby actual hacen que el deportista cuide su salud de forma adecuada tanto por su conveniencia como porque se lo pueden reclamar sus empleadores o su club. La profesionalización abarca cancha y oficinas –el voluntarismo sigue siendo vital en todo caso-, y sin embargo, nuestro rugby, como otros deportes que no son el fútbol, apenas subsiste en un mundo competitivo y además pierde fuerzas como colectivo en repetidas querellas internas.

Tenemos un ejemplo cercano en quienes nos reciben después de los partidos: mientras unos empresarios hosteleros han visto la oportunidad para el cambio en su negocio con la avisada vigencia de la Ley Antitabaco, otros sólo han tenido tiempo estos años previos para preparar el cierre, al parecer. En el rugby tenemos que adelantarnos al marco de circunstancias que se nos echan encima y es posible que tengamos que replantearnos el profesionalismo en España una vez más.

En otras galaxias del rugby, Top 14, Aviva Premiership, Super 15... se están cuestionando filosóficamente si el dinero –nunca hay suficiente-, puede acabar con el rugby y parece que la salida es la fisión binaria -dividirse en dos, la entidad profesional y la aficionada-, para los clubes con equipo profesional. Donde precisamente la carencia de dinero pone en peligro el rugby que hay, quizá deberíamos avanzar en el mismo sentido, por encima de todos los egos.

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