viernes, 7 de enero de 2011

SUPERVIVIENTES

Ya estamos haciendo los ejercicios de recuperación de las secuelas que nos han dejado las tradicionales celebraciones paganas del solsticio de invierno, aunque por estas tierras vascas siempre hay algo que celebrar digestivamente o sea que los breves paréntesis entre festejos son bastante escasos.

Y el rugby de élite -ya sé que hay unas élites y otras separadas por un río-, se puso en marcha enseguida este nuevo año para alegría de Ordizia en este lado y peor resultado en Donostia y en Lapurdi. Aunque lo que nos interesa es ponernos en marcha, con el resto del rugby guipuzcoano que tiene sus objetivos en la profundización de sus raíces en un entorno si no hostil sí poco favorable. El rugby guipuzcoano ha mostrado fortaleza para sobrevivir más de cincuenta años a pesar de sí mismo pero alcanzar sus objetivos va a exigir más juego.

Porque la mejor oportunidad de tener éxito en este reto reside en un compromiso de presentarse, esto es estamos obligados a no ser tímidos para atrevernos a emprender y no flaquear en los primeros errores que, una vez más, cometeremos.Es indudable que se está trabajando en todos los niveles con lo que ha funcionado hasta ahora pero falta un hito que coloque al rugby en un buen lugar de la sociedad guipuzcoana.

Yo estoy convencido de que ese hito está en la enseñanza y quizá la serie de próximas visitas del rugby profesional del otro lado a Anoeta sea una nueva ocasión para que los responsables de la educación guipuzcoana conozcan un poco mejor el rugby, combinando el marketing con el trabajo constante que se realiza por federación y clubes con esos responsables y con los jóvenes -el ambiente de cada domingo de partido en Altamira o Landare Toki no es una mera anédocta sino que responde al número de jugadores escolares que ambos clubes atraen a este deporte-.

Pero mientras el rugby no se integre completamente en el sistema educativo, siguiendo el ejemplo portugués, tanto nuestro rugby como nuestra educación están perdiendo oportunidades de avanzar y no lo digo por el progreso de Portugal o por las posiciones de privilegio que Nueva Zelanda o Australia ocupan en el top ten del informe PISA sobre la educación mundial.

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