martes, 25 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 42

Imagedn generada por IA
Este es el último capítulo de la crónica vasca que antes fue guion pero no se rodó.
La historia comienza AQUÍ


El cuarto de baño de Miren era su santuario de mármol y vapor. Era el único lugar en su apartamento donde el mundo exterior y sus responsabilidades se disolvían en un olvido temporal, sustituidos por un placer auto-indulgente y fugaz. Esa noche, el agua estaba caliente, perfumada con aceites exóticos, y la luz tenue de las velas reflejaba el color rubí del vino en la copa de cristal que sostenía. Miren se había entregado a la soledad y a la búsqueda de un consuelo físico que hacía tiempo no encontraba en una conexión genuina. Aitor llevaba un mes sin aparecer, No respondía a sus llamadas ni a sus mensajes. En su despacho le contestaban que no estaba en Donostia pero tenía noticias de que se había puesto en teletrabajo y seguía llevando asuntos, visitando a sus clientes en fábrica en vez de recibirles en el despacho y acudiendo a juicios con normalidad. 

El baño de Miren era un ritual privado de desconexión, sus dedos acariciaban su punto sensible desde hacía un momento y justo cuando el placer prometía alcanzar su cúspide, la atmósfera de la habitación cambió.

No fue un sonido, sino una presencia. El aire pesado y húmedo se volvió fresco y limpio, y un resplandor que superaba la intensidad de las velas se filtró en el baño. No era un brillo agresivo, sino una luz plateada, líquida, que se arremolinaba sobre el suelo de azulejos. 

Miren se inmovilizó, con el corazón golpeándole en el pecho, su cuerpo a medio camino entre el asombro y el terror.  De esa luz, tan pura que parecía absorber toda sombra, emergió una figura alta. Sus alas, invisibles un instante, se desplegaron con la forma de plumas de cristal; su rostro era de serena autoridad, y sus ojos, dos pozos de sabiduría inmutable.

- Miren, hija de Dios, - resonó la voz de Gabriel Arcángel, no con trueno, sino con la quietud de un río profundo. No había ira en su tono, sino una inmensa tristeza. - El Padre me envía para hablarte sobre el templo que te ha sido confiado-.

Miren se cubrió, su cuarto de baño no era una playa nudista y la irrupción le hizo ser consciente de su desnudez. La copa de vino cayó de sus dedos entumecidos y se hizo añicos en el suelo. Salió del agua y se envolvió rápidamente en el albornoz.

- Una ya no puedo ni cascarse una pajilla tranquilamente en su bañera ¡Qué pelma !

- La desesperanza te ha llevado a buscar el consuelo en la soledad y en el olvido alcohólico, - continuó Gabriel, sus palabras penetrando más profundamente que cualquier reproche -. Cuidas tu cuerpo con ungüentos y aromas, pero lo usas para adormecer el alma. El vino es para la alegría compartida, no para la huida en el placer solitario. El cuerpo es una vasija sagrada, no un juguete para el vacío -.

Miren, temblando, logró balbucear:

- Alucinaciones sicóticas persistentes… tengo que recuperar el equilibrio mental.

El Arcángel inclinó su cabeza, y la luz que emanaba de él pareció envolver a Miren con calor. 

- El camino está en el equilibrio. Debes honrar tu cuerpo con el descanso adecuado, con el alimento que nutre, y con la pureza de la mente. Tu alma anhela la conexión con el propósito que te fue dado, no la evasión en la oscuridad-.

Gabriel se detuvo, permitiendo que sus palabras hicieran su efecto. 

- Aléjate de esta agua estancada. Viste tu cuerpo con dignidad. Deja atrás los placeres que te dejan más vacía de lo que te encuentran. Tu vida de pecado y de auto-negligencia termina esta noche. Cuida tu cuerpo como el hogar de tu espíritu, y tu espíritu te guiará. Busca la luz en el día y el propósito en la acción, y no busques más el olvido en la noche. Ve, y vive con intención y honor -.

La luz se concentró sobre Gabriel por un último instante, como una estrella que se apaga, y luego desapareció por completo. El baño volvió a ser solo vapor, mármol y las velas moribundas. El frío del suelo mojado de vino y agua  devolvió a Miren a la realidad.

No sintió vergüenza, sino una profunda y dolorosa claridad. Recogió los cristales con cuidado, vació el resto del vino en el desagüe y, por primera vez en mucho tiempo, se miró en el espejo, viendo más allá del reflejo, hacia el alma que brillaba en sus ojos. La vida de placeres solitarios había terminado; una vida de intención y cuidado estaba por comenzar.

Así que bien envuelta en el albornoz se tumbó de lado  en la cama y se introdujo suavemente el dedo índice con el apoyo del dedo corazón hasta alcanzar el borde de clítoris y lo movió hasta que el placer le vino relajadamente a sacudir como una descarga agradable por todo el sistema nervioso.

Luego, buscó el teléfono de la sicóloga de la que había oído hablar en la peluquería. Desde la primera consulta, se abstuvo de volver a beber alcohol. Un par de meses más tarde vendió el piso de Hernani y se compró una casa en Denia (Alicante). 

Allí empezó a escribir, escribir sobre su vida, a mezclar realidad e imaginación.

Aitor desapareció para siempre, como desapreció el arcángel, el arcángel sintomático que dijo la sicóloga,  Ahora vive con un anciano alemán que le va a dejar heredera de una fortuna cuando se muera, suceso que no puede tardar mucho.


FIN

domingo, 23 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 41

Primer final

Imagen generada por IA
Este es el final en el guion pero en esta versión - gracias espontáneos colaboradores -, hay una secuencia más que es el capítulo siguiente y éltimo.
La historia comenzó a escribirse en una SECUENCIA INICIAL


Más tarde ese mismo día, deben ser las 22 horas pasadas, en la estación de tren de Donostia, Julián, el amigo de la adolescencia de Aitor, está en el andén observando las vías en dirección Madrid cuando Aitor llega, vestido como antes, ahora sin corbata.

- Se te ha escapado el cercanías de Hernani hace más de 5 minutos.

- No se me ha escapado. Voy a coger el sudexpreso para París aquí, en vez de en Hendaya, no me apetece dejar abandonado un coche allí, en el aparcamiento.

- ¿Y el equipaje?

Aitor se toca el bolsillo del pantalón donde hay un bulto inconfundible.

- No hay mejor equipaje que un buen billetero.

(Continuará)

jueves, 20 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 40

Imagen generada por IA
Esta es una secuencia literalizada de un guion de una película.
La historia empieza en el primer capítulo


Unos días más tarde, mientras en una ciudad china de cuyo nombre no quiero acordarme pero que es fácil de encontrar en Internet, alguien decidió hacerse una sopa de murciélago para cenar, ignorando que el animalico que había comprado en el mercado era portador de un virus, en Hernani el viento sur había dejado una tarde calurosa y soleada, debían ser las 3 de la tarde cuando Aitor salía por el portal de la casa de Miren sin tomar café y vestido como de costumbre para ir a trabajar.

Cuando abre la puerta a la calle, Aitor oye la voz de Miren en el portero automático.

- Cariño, cariño, perdona lo de mariconazo, nena y quejica, perdona, perdona, por favor.

Aitor no se detiene, oye perfecta y claramente las palabras que se repiten.

- Cariño, cariño, perdona lo de mariconazo, nena y quejica, perdona, perdona, por favor.

Aitor se dirige sin prisas, sin detenerse, a una cafetería de barrio., Hay una liebre disecada por un taxidermista torpe encima del horno micoondas del aparador, detrás de la barra donde una mujer rubia, más cerca de los cuarenta que de los treinta, le pone un café sin que se lo pida y se pone otro para ella. No hay clientes, dentro de la barra pero en una esquina, hay un hombre, debe ser el marido de la rubia que está ojeando viejas revistas de caza con la esperanza de encontrar algo que no haya leído. La televisión encendida da el aburrido informativo diario que incita a la siesta de todos los ciudadanos españoles.

-  Aquí tienes, mi niño, cortado con leche fría ¿Tienes tiempo para echarme una ojeada a la opción de compra que te dije?

La mijer le pone también delante una carpeta de agencia inmobiliaria con contrato, fotos...

-  Contigo el tiempo es el que tu reloj marca, vida mía – en un juego de parodia de relación conyugal o amorosa, el abogado examina los papeles y fotos -. O sea que compráis una caravana sin ruedas y un trozo del desierto de las Bardenas ¿Hay agua, al menos? Habrá perdices, codornices, conejos... ¿No? Porque tu Tartarín de Tarascón  no querrá ir a plantar alcachofas contigo los días de fiesta...

- Con los ahorros que tenemos, es lo que nos podemos permitir, algo donde refugiarnos cuando no trabajamos en este puto bar.

- Os sale más rentable gastaros el dinero en el Hotel Maria Cristina y pasar el cierre semanal en Donostia, pero eso puede ser la antesala del divorcio porque no creo que a éste le dejen pegar tiros a las gaviotas del río desde el balcón de la suite. Por lo demás, el contrato está claro y cristalino como agua de pozo que vais a beber…

- Y las codornices ya las criaremos nosotros para que éste las mate. Cuando quieras, cariño, puedes venir a visitarme, a ser posible, cuando éste ande con sus amigotes en la Mancha para lo de cazar palomas.

- No creo que vaya, a éste no le iba a hacer gracia, además éste tiene buena puntería.

El marido le apunta con el índice y simula un infantil disparo desde la distancia.

- ¡Que se me escapa el tren! - Aitor saca un billete de cinco euros pero ella le impide pagar con un gesto -.

- ¡Hasta mañana!

Al oír esta despedida, Aitor se vuelve para decir, a modo de adiós.

- O no,

(continuación capítulo penúltimo)

martes, 18 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 39

Imagen creada por IA
Esta estampa vasca es parte de la transformación de un guion de película que no ha sido rodada.
La historia de este borrador de novela comienza aquí


Lo de las sidrerías en Euskadi es una institución social. Como es sabido, a falta de vino – el txakolí antes no contaba ni como limpiacristales -, los donostiarras se veían obligados a beber sidra, a lo largo del siglo XX la mejoría del transporte facilitó que el vino de Rioja llegara todo el año pero los donostiarras conservaron cierta costumbre de beber sidra en verano y los días de viento sur el resto del año a pesar de que los alsacianos llegados a la ciudad producían una cerveza excelente, supongo que para mantener el nivel sanguíneo en el torrente alcohólico, los donostiarras bebían de todo pero surgió la costumbre de ir por los caseríos productores de sidra en invierno para reservar la sidra que se iba beber embotellada después y que el productor llevaría a casa del cliente en su momento. Esta cata hasta ponerse ciegos se convirtió en una alegre tradición, las familias al mediodía y las cuadrillas de amigos, solo hombres, iban los fines de semana con algunas vituallas a los caseríos productores para preparar la comida en la fragua de herrar que era imprescindible en la campiñña guipuzcoana y beber sidra de las distintas barricas, todo ello sin pagar porque se iba a comprar. Quizá por las crisis varias o por los abusos, los sidreros empezaron a cobrar una módica cantidad a cada visitante. La evolución condujo a buscar mejorar los ingresos mediante la venta de la comida también además de cobrar por la bebida hacia los años 70 del siglo pasado por lo que las sidrerías se convirtieron en una especie de figones de temporada de invierno y primera parte de primavera, los merenderos de verano se convirtieron en sidrerías también, los caseríos más infectos y decrépitos se apuntaron al nuevo negocio y así los alrededores de Donostia, hasta el Adour por el norte y hasta el Ebro por el sur, se llenaron de tradicionales sidrerías sin ninguna tradición previa desde que el tirano se murió de aburrimiento sanguinario en el 75 hasta estos días en que escribo estas líneas. Además unidos en distintos cárteles, los empresarios sidreros empezaron a fijar precios y menús para realizar los mayores ingresos a los mínimos costes con las bendiciones correspondientes del batzoki y de la herriko taberna.

Es inevitable que durante la temporada de sidrería, desde mediados de enero hasta pentecostés o así, que alguien en toda cuadrilla de amigos proponga ir a una sidrería en cuadrilla y hay que ir. En Hernani hay una docena, por lo menos y la cuadrilla se encuentra un viernes noche en una de llas sobre las 21 horas, fuera llovizna, sidrería típica, un gran comedor, no hay calefacción, barricas a un lado, mesas corridas al otro, con bancos corridos, hay retretes con cola en el de mujeres, el olor de la sidra y la humedad ambiente superan el aroma que los comensales ponen, ruido, mucho ruido… es el momento del txost junto a una gran barrica de madera, un formido muchacho abre la espita por la que sale el chorrito potente y fino de sidra. Vestidos informales Aitor, Miren, Bernat, Paulina, Lánder, Maddi, Dunixi, más caras repetidas que se han visto por el pueblo, no hay niños, todos hacen cola con el vaso mientras que en las mesas hay bandejas sucias de porcelana blanca, restos, pan, servilletas… sentado está un acordeonista que toca melodías populares en un rincón, hay cantos espontáneos, que más o menos siguen la música, apenas audible en la cacofonía ambiente. Los miembros de la cuadrilla, según llenan el fondo del vaso se apartan de la barrica y forman un círculo entre las barricas y las mesas mientras hablan y apuran los vasos, luego vuelven a la cola de la barrica, esperando que el postre, nueces, queso y dulce de manzana, llegue a la mesa.

- Ya está el pelma de Joxan dando la tabarra con el acordeón, es que no se cansa, tiene el mismo repertorio que hace 40 años – dice Paulina en voz alta y aguda para hacerse oír -.

Miren apura el vaso que tiene en la mano antes de hablar.

- Si es lo que te gusta a ti, si es la música que te conecta con tus raíces de dantzarina,  que de eso tú ni te desconectas ni hostias - Miren se aleja hacia la cola delante de la barrica, sin oír lo siguiente -.

- Un poco está bien pero tanto, tanto, harta – Paulina se dirige a Bernat y a Aitor que mantienen los vasos vacíos en la mano -.

- Prefiero el acordeón que un otxote cantando canciones tristes – Aitor le contesta -, además Joxan introduce variantes de su propia cosecha y nunca toca dos veces igual la misma pieza y no solo estamos aquí para comer chuleta y nueces...

Miren se vuelve a incorporar a la conversación con el vaso rellenado en la mano.

- Ya está el pijo entendido dando lecciones pedantes a las incultas pueblerinas - Miren acaba el vaso y coge el vaso de Paulina que no lo había empezado -.

- No me importa que la tomes, yo no iba a beberla.

Miren le mira sin verla y bebe de un trago el vaso robado.

- No  me jodas con tus ironías. - Hay una agresividad exagerada en sus palabras -. Tú, si quieres que el culto te dé clases particulares de cualquier tema, queda con él, que estoy segura que te las dará gustosamente, que a este idiota se le abulta la bragueta en cuanto te huele, rica.

- Vamos para aquel pasillo de dentro – Aitor interrumpe inmediatamente -, que abren otra barrica, ésta de las metálicas..

Bernat y los demás se precipitan por un pasillo resbaladizo entre barricas y wateres, Aitor coge el vaso de Paulina de la mano de Miren y se vuelve con su vaso también en la otra mano, Paulina le sigue y Miren detrás, ésta se tropieza y se apoya en Paulina por la espalda para no caer, Paulina impulsada se agarra por detrás a su vez a Aitor que deja caer los vasos.

- Pues no han botado – Ironiza Miren -.

Un hombre de color de mediana edad, más bien bajo y fino, empleado de la sidrería, lleva un mandil impecable,y  se dirige a Miren.

- No te apures mi niña, ahora viene la Yolanda a barrerlo y recogerlo.

Una joven de unos 25 años, cansada, vestida de uniforme negro de camarera - como las otras empleadas, los camareros van vestidos como los clientes -, aparece con recogedor y escoba. Tiene un tono de enfado, de enfado perpetuo.

- ¿A ver si tenemos más cuidado? Que me tenéis harta todos, que si limpia en casa, que si limpia aquí, que si limpia allí…

Apartando a Miren de los dos, Miren se había quedado alelada observando a los dos empleados, el resto de la cuadrilla ha seguido su camino hacia la barrica cuya apertura se ha anunciado, Bernat le dice.

- Vámonos a la mesa, que ésta tiene una mala leche horrible desde que se casó con el cubano…

- Antes de que la echaran del trabajo por chupársela al jefe era una tía majísima – le replica Miren -.

- Y eso que tuvo muy mala suerte con aquel novio negro negro pero negro que tuvo y que le hizo un bombo.

(continuarción siguiente episodio)

sábado, 15 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 38

Imagen generada por IA
Esta estampa vasca pertenece a un relato basado en un guion de film no rodado y que comienza en un Capítulo primero


¿Cómo se acaba una relación clandestina, adúltera? En el duermevela del amanecer, cuando las neuronas hacen conexiones  curiosas, mientras Miren dormía a su lado con una respiración profunda y acompasada, Aitor daba vueltas a su cada vez más peligrosa relación con Paulina. Tenía claro cómo romper con Miren, “un día cojo la puerta y no vuelvo” pero le parecía más complicado dejar a Paulina, tenía la esperanza de que ella le dejara, sería un disgusto pero estaba acostumbrado a que las mujeres casadas le dejaran, que un día dejaran de responder a sus llamadas o mensajes, que le indicaran más o menos diplomáticamente que la aventura había terminado… él nunca había tomado la iniciativa, además era la primera vez en que él tenía a su vez una relación, sino matrimonial, estable ya que compartía techo y lecho con Miren. Sabía que tenía que cortar vínculos, todos los vínculos, con Hernani ¿Cómo sería vivir en París? ¿Emma le acogería? 

- Mira, Aitor.

Paulina empezaba siempre sus divagaciones con esas palabras « Mira, Aitor ». Después de hacer el amor por primera vez de la mañana, de la tarde o del día que iban a pasar juntos, mientras descansaban relajadamente desnudos en la cama de la habitación, Paulina formulaba el introito de su monólogo « Mira, Aitor », Aitor no miraba, escuchaba y, a veces, se dormía un poco, si esto pasaba, Paulina le despertaba inmediatamente con una patada, un codazo o una bofetada, dependiendo de la posición en que ella se encontrase. Si la habitación era de un hotel, reservada por Aitor siempre, ella no fumaba pero si la habitación era de una casa rural, reservada por Paulina, ella encendía uno de esos cigarrillos largos y delgados que dejaba consumirse en la mano, dando unas pocas caladas entre las frases de su disertación. Hoy estaban en una de esas habitaciones de caserío vasco que Paulina tenía en su lista de « zulos », aunque en la entrada del camino contaba con la señalización oficial de « Casa Rural » era una excepción, normalmente Paulina gustaba de comportarse como un explorador indígena y llevarle a Aitor por las pistas y caminos imposibles del profundo sur guipuzcoano o vizcaíno, alguna vez tardaban tanto en localizar el abrigo que hicieron el amor bajo la lluvia sobre una de esas mesas fijadas en áreas de recreo habilitadas por los pequeños ayuntamientos vascos para que los caminantes, peregrinos o turistas puedan disfrutar del paisaje, Paulina y Aitor se empaparon y llegaron al caserío, que no estaba tan lejos, para secarse y continuar su encuentro sexual. Pero hoy, la habitación confortable y luminosa, las ventanas abiertas en un día otoñal de viento sur, de un caserío fotogénico les había acogido apenas un cuarto de hora antes y ya habían finalizado el primer round, « primer polvo para entrar en materia » otra de las frases que Paulina empleaba con frecuencia. Como otras veces, ella solo se había desnudado de cintura para abajo, una breve falda y un tanga invisible, sin descalzarse, taconazos de aguja, y Aitor apenas se había bajado los pantalones con los calzoncillos hasta las rodillas y sentado en la silla, mientras se besaban y acariciaban, ella encima de él mientras hacía los movimientos de pistón precisos se podía ver en el espejo del gran armario ropero, Paulina se veía guapa en la imagen reflejada, en la expresión de sus ojos que buscaban el orgasmo en su interior, Aitor seguía su ritmo a la vez que la desnudaba del todo, arrojando la ropa por el suelo y desnudándose él del todo. Había sido un orgasmo notable pero no llegaba a sobresaliente en la escala de ella, en la de él, como todos, se puso un 10 sobre 10, luego Paulina sacó el paquete de tabaco y el mechero del bolso y se habían tumbado sin cubrirse, sudaban pero la temperatura ambiente no parecía propicia a resfriarse.

- Mira, Aitor, hay dos tipos de amor en la pareja, el amor de hogar y el amor de hotel. El amor de hogar es el que yo tengo con mi marido y tú tienes con la tuya, con Miren, que no es tu esposa pero como si lo fuera, ese amor de las pequeñas cosas entre semana, las comidas juntos, las salidas por el pueblo juntos, las broncas de pareja, los niños y sus deberes juntos, el sábado si el marido no se ha emborrachado mucho pues el polvete al regresar a casa que no está mal y, si no, el de la mañana del domingo que suele ser como más flojo, en todo caso antes, durante y después, una debe hacerse los deberes para no perder las ganas de repetir, ese es un amor limpio, honesto, burgués y que da muchas satisfacciones, además de algún disgusto y mucho aburrimiento. El amor de hotel, es el clandestino, en el que verdaderamente solo cuenta el sexo, encontrarse con el otro para follar, un « aquí te pillo, aquí te mato », un amor físico, un amor químico si es necesario, un amor que nunca se sabe si se podrá repetir – estamos teniendo suerte porque ya llevamos más de un año jugando esta liga -, un amor en el que vale todo, un amor hecho de todas las posiciones, de “sesentaynueves”, de “noventaynueves”, de sodomías, de “kamasutras”, de “mesasutras”, de “cochesutras”… pero en el que no hay, no debe haber, otra cosa que sexo. Are you ready ?

Al acabar su descripción de la vida matrimonial Paulina había dejado la colilla apagada en un cenicero que había sobre la mesilla y, mientras se refería al adulterio sistemático que ella practicaba desde bastante antes de encontrar a Aitor, se había dedicado a deslizar los dedos de su mano derecha sobre el glande púrpura del abogado donostiarra que era evidente que se podía considerar preparado.

- ¿Sodomía ? ¿Has dicho sodomía ? ¡Qué idea ! Para eso hace falta prepararse, flaca.

- Una sale de casa con los deberes ya hechos y en el bolso tengo unas taladrinas estupendas para el orificio y lo que haga falta.

Por las ventanas se oía el cacareo de las gallinas, algún cencerro de ganado, una motosierra desagradable en la lejanía, el motor de un avión que buscaba hacia el mar la buena orientación para tomar tierra en Hondarribia o en Loiu, cualquier opción era posible.

Nunca hubo sodomía. No era la primera vez que una flaca le decía a Aitor que tenía la fantasía de recibir amor por el esfinter anal ¿Era una idea común a las delgadas? El caso es que Aitor y Paulina no volvieron a hacer unas risas juntos en la intimidad más íntima.

Aprovechando el decalaje horario entre Francia y España, Aitor mantenía conversaciones telefónicas con Emma todos los días, bien al mediodía francés, las doce, bien a la noche francesa, las ocho de la tarde. Emma era culta y leída, en París hacía una vida de teatros y conciertos, sus crónicas críticas de lo que estaba viviendo eran bebidas por Aitor que, por primera vez en su vida, tenía que oír más que decir en sus conversaciones.

(Continúa y ya queda menos para que acabe felizmente en siguiente estampa)


jueves, 13 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 37

Imagen generada por IA
Este capítulo 37 tiene su inicio en el Capítulo primero

Esta historieta está escrita a partir de un guion que no ha sido rodado aún.

La tarde siguiente, una tarde lluviosa, aparcar en Bayona se complica, incluso en los aparcamientos subterráneos. Aitor deja el coche en el piso más profundo y húmedo después de dar vueltas para encontrar una plaza y tiene que correr porque llega tarde a la cita en la oficina de Hacienda, donde llega sudoroso, mojado y patinando en el suelo resbaladizo de la entrada. El abogado francés, Alain, le espera tranquilamente en la puerta que se encuentra cerrada a visitas a las 18 horas como el horario en letras góticas lo anuncia y se ríe de su apresurada carrera, ha llegado con unos minutos de margen porque automáticamente la puerta se abre para los dos. Se va arreglando en el ascensor que le conduce a la planta donde se encuentra el despacho de la Inspectora. El despacho lleno de expedientes de colores por mesa, estanterías e incluso el suelo junto a las paredes que quedan libres, parece imposible de encontrar algo y, sin embargo, un atento observador podrá comprobar que hay una clasificación de expedientes, quizá por importancia, quizá por orden cronológico, quizá por orden alfabético, quizá por una combinación de criterios… Aitor tiene ganas de preguntar por ello a la funcionaria, seria debajo del retrato fotográfico del Presidente de la República que sonríe henchido de su poder de rey republicano con esa nostalgia de la monarquía que las élites francesas dejan traslucir por momentos. Sobre la mesa de despacho, el grueso expediente abierto de su cliente con sus subcarpetas de plástico trasparente y, sobre todo, hay unas actas preparadas, formularios impresos que podrían ser esos contratos ilegibles que proponene los bancos o los concesionarios de automóviles a sus clientes pero que, en este caso, son las declaraciones de hechos que la Inspectora considera acreditados, con su encaje legal, su tipificación como infracción y la sanción correspondiente. Detrás de la mesa una silla de director con Emma sentada, vestida de traje, blusa abierta, collar de perlas, pendientes llamativos, peinado nuevo… delante de la mesa los dos abogados impecablemente vestidos, sentados con los ojos concentrados en los papeles que les conciernen y escuchando atentamente.

- Con esta firma aquí, en nombre de su cliente, el Sr. Madariaga se aviene a saldar y finiquitar la deuda de 105.312€ que su cliente tiene con la hacienda francesa en el plazo de 30 días y al mismo tiempo la sanción de 21.062€ que le ha sido impuesta ¿Leído, entendido y conforme?

- De pleine conformité, bien sûr, on signe – Alain le indica a Aitor, que saca de la chaqueta una estilográfica y firma lentamente seis veces en todas y cada una de las páginas y poniendo la fórmula en francés completa en la útima página, como indica el impreso: “lu, compris et accepté”.

- Tout est bien qui finit bien. Mais, quand même, ça a été bien dur d’arriver jusqu’ici, Madame la contrôleuse – después de firmar en todos los juegos de formularios y entregar las actas a la Inspectora, Aitor parece suspirar -.

- Je crois qu’on a établi une belle équipe, vôtre client a maintenant tout en règle pour opérer en France… mais un des membres de l'équipe assume un nouveau poste et nous allons dîner ensemble pour souligner l'événement, comme prévu – Otro funcionario ha entrado en el despacho, cómo ha sabido que era el momento de entrar solo Emma lo sabe, recogiendo las actas que la Inspectora le entrega y despareciendo acto seguido. Aitor aprovecha esta breve presencia para pisar ligeramente el pie del abogado francés -.

- Veuillez m'excuser de ne pas être parmi vous mais il m'est malheureusement impossible… 

- Tant pis pour vous – Emma no parece sorprendida por tener que cenar cara a cara con el abogado español y su cara no deja adivinar sus sentimientos sobre el desarrollo posterior del atardecer.

La cena es a hora francesa, las 8 de la tarde, prácticamente hay una hora para esperar, en la primera cerveza en un bar cerca de la catedral, aún son un trío que habla de la política francesa, de los problemas presentes en una sociedad que se convulsiona con facilidad ante cualquier medida impuesta, luego pasan a hablar de rugby y de la cultura popular del sudoeste francés, cultura más española en todos sus tópicos que la cultura del norte peninsular, la conversación pasa de uno a otro idioma sin problemas, a pesar de que los acentos de Emma en español y de Aitor en francés son fuertes y desvelan su origen mientras que solo Alain puede mantener una cierta neutralidad, solo un ligero deje, cuando habla español. Aitor provoca risas cuando relata sus desventuras de adolescente en colonias francesas a las que su familia le enviaba con intención de que aprendiera el idioma de Molière y se encontraba rodeado de lectores de El Quijote que le hablaban raramente en francés y que preferían entenderse en el idioma de Cervantes con el turista.

Alain les dejó cuando solo faltaban un par de minutos para las 8 de la noche y los otros dos se dirigieron a un restaurante del pequeño Bayona donde una mesa reservada con antelación y preparada para tres les esperaba. Pasaron al vino para el aperitivo y la cena, Emma habló más que Aitor, fue una degustación de porciones que reclamaban un cierto acompañamiento, maridaje, de distintos vinos.

Emma había decidido no llevarse a Aitor a la cama del apartamento aquella primera noche más por probarse a sí misma que por otra cosa, aunque la perspectiva de que iba a partir a París sin tener certeza de que Aitor fuera a acudir a lo que sus hormonas femeninas reclamaban desde hacía un tiempo, esa perspectiva incierta, le estuvo reclamando romper la palabra que solo se había dado a sí misma. Acabada la cena, lamentó vivamente que tenía que levantarse temprano al día siguiente pero le dejó claro a Aitor que le esperaba en París, le dio todas sus coordenadas aunque le exhortó a Aitor a quedarse a dormir solo en un hotel de Bayona si la tasa alcohólica le impedía regresar. Aitor estaba en toda suerte de dudas, no sabía qué carta jugar, sus hormonas le impulsaban a rematar aquella noche la estrategia que había desarrollado pero optó por el control y por sembrar para el futuro. Cuando en el portal, como novios de los tiempos de su padre, se despidieron con dos besos en la mejilla y Emma se separó para teclear el código que abría la puerta, además de su inteligencia y su elegante hunor, la inspectora de finanzas tenía un trasero perfecto que estaba allí, al alcance, se limitó a suspirar. Ella se volvió sonriente y mantuvo la puerta abierta un instante, le besó, un pico, en los labios y cerró la puerta desde el otro lado, Aitor la vió ir al ascensor  y ella no se volvió en ningún momento. 

En el aparcamiento, Aitor sacó el cepillo de dientes y el dentrífico del coche y se limpió con cuidado en los servicios antes de coger el coche, procurando no pensar mucho en lo que tendría que contar a Miren al llegar a Hernani, prefería improvisar. No fue necesario, ella dormía en su rincón de la cama y no reaccionó cuando él empezó a roncar.

(Continuación aquí)

lunes, 10 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 36

Imagen generada por IA

Este texto forma parte de una crónica de Hernani que fue antes un guion que no ha sido rodado.

La historia comienza antes, INICIO

La vieja Iruña, Pamplona, existe antes y después de los sanfermines, incluso en invierno. El Camino de Santiago, el Opus Dei, la fiscalidad foral y otros atractivos hacen que aquella Pamplona vacía de nuestra infancia sea ahora un pequeño centro turístico con hoteles y alojamientos confortables, restaurantes excelentes y todo a precios abordables, lo que hace que turistas y viajeros acudan a congresos, seminarios y formaciones que, fuera del bullicio de la semana que comienza el 6 de julio de cada año, se dan continuamente en aquellas instalaciones.

El Hotel 3 Coronas es un edificio que quizá no ha envejecido muy bien pero sigue siendo elegante, aíslado junto a un parque, en el centro de la ciudad, cerca de las viejas murallas y, por tanto de la típica parte vieja.

Una mañana temprano en el hall del hotel, un cartel avisa, “Presentación de la franquicia de joyería Banús International en el salón Urbasa, planta de subsuelo” cuando Paulina entra por la puerta principal con la peluca y las gafas de sol que se supone le camuflan en caso de encontrarse inopinadamente a alguien conocido, saluda al conserje en recepción que apenas levanta la cabeza, atendiendo a los clientes que están abandonando el establecimiento y se dirige a uno de los dos ascensores, entra y las puertas se cierran justo para impedirle ver que Miren entra en ese momento en el hall, vestida en ejecutivo, mira el aviso, pregunta al conserje que le indica los ascensores y sigue ocupado en el mostrador, ella entra en un ascensor y las puertas se cierran. Paulina se ha dirigido hacia arriba y Miren ha descendido.

En una habitación del hotel, ya son casi las 12 del mediodía en el reloj del televisor apagado, en la cama desnudo está Aitor, recostada contra él está desnuda Paulina, jugando con los pelos del pecho de él mientras habla, la luz natural se filtra por las cortinas haciendo que los estragos de la edad tengan relieve en sus cuerpos sin que le importe a ninguno de los dos.

- Es curioso pero Bernat está celoso de ti – dice Paulina cogiendo con sus dedos la barbilla de Aitor como queriendo enmarcar con la mano su cara que desborda lógicamente -.

- Pero ¿Sabe algo de lo nuestro? ¡No jodas!

- No, hombre, no. Está celoso porque te estabas follando a Miren cuando la excursión y a ella le gustaba. Si no me ha contado diez veces que os cogió en pleno cachondeo en la litera aquella, no me lo ha contado ninguna.

-  ¿No estarás tú celosa y me lo dices por eso?

- ¿Celosa yo? … ahora que lo dices. Ojalá fuera verdad. Pero no, no estoy nada de celosa. Estaría preocupada si me pudieras contagiar algo, porque tú eres un tipo limpio pero esa chica puede tener un descuido… pero eso estoy convencida de que no.

Ella sigue paseando sus dedos por la cara de Aitor, no son caricias, son contactos de un ciego que explora una escultura en un museo y permace un momento en silencio.

- Es más, me parece que ese cohete que os echasteis en el albergue es el cohete de fin de fiestas.

- Habló la Sibila

- No me contestes, porque sé la respuesta y no quiero oírla ¿Cuántos meses llevabais sin…? Piénsalo y no me digas ¿Cuántos? ¿Te crees que no se te nota?

Le ha puesto la mano en la boca y él la mordisquea, luego empieza a jugar con sus pechos, a besarlos... Y toman la posición del misionero. Paulina le detiene sin dejarle penetrar.

- Solo tengo una duda ¿Cuándo te irás de Hernani para siempre?

Sin reflexionar un segundo, Aitor suelta:

- Cuando pase el tren de largo recorrido adecuado.

- Pues no dejes pasar ese tren cuando llegue, que puede ser el último… el último...

Paulina le hace entrar y durante el tiempo que hacen el amor ambos se miran desafiantes a los ojos, como rivales que juegan a que el adversario tenga el orgasmo antes y cuando éste llega les coge besándose con furia, imposible de saber quién ha sucumbido primero.

Más tarde, pasadas las 12 sobradamente en el hall del hotel, cuando Paulina con gafas de sol y peluca puesta sale de un ascensor, delante de la recepción hay un grupo de mujeres hablando,casi a gritos, llevan carpetas en la mano, entre ellas está Miren, de espaldas al ascensor. Paulina la ve inmediatamente, se vuelve y coge el ascensor de nuevo mientras saca el teléfono del bolso. Del otro ascensor sale Aitor mirando su teléfono mientras avanza hacia la recepción, pide paso a una mujer, que es Miren.

-  ¿Qué haces aquí?

Aitor sigue con el teléfono en la mano y le besa de pico en los labios, luego con una sonrisa le dice:

- ¿Qué tal ha sido la presentación de las franquicias? ¿Ha estado bien? - Aitor está natural, con el rostro afable de quien ha encontrado a un amigo al que ha ido a buscar para tomar el aperitivo -. Te invito a comer en Las Pocholas.

- ¿Qué susto me has dado? No sabía que estuvieras hoy en Pamplona, cariño. 

- Una reunión de despacho pero yo me he quedado un poco más, ya he acabado... ¿Vienes a comer conmigo o les alcanzo a los clientes para comer con ellos?

- Vete a comer con ellos o con ella o con quien sea – el tono es sardónico, Miren quiere darle a entender que todo le parece raro -, que yo me voy a comer con estas chicas joyeras, que creo que vamos a montar un negocio todas juntas ¿Qué te crees? Tonta del todo, no soy.

- Ya me enseñarás la propuesta del franquiciador.

Paulina al fondo vuelve a salir del ascensor, ve la escena  y vuelve a entrar en el ascensor. Ni Aitor ni Miren le han visto.  Miren se dirige a las otras colegas, tres o cuatro cuarentañeras vestidas como para la boda de unos marqueses.

- Os presento a mi novio, que es abogado y que nos puede asesorar gratis en el contrato.

Aitor saluda al grupo una por una, Miren le besa en la boca y sale con las otras mujeres, que se vuelven de vez en cuando para examinar a Aitor. Aitor se dirige a recepción y paga al conserje en dinero, coge la factura y la guarda en el portafolios que lleva, Paulina pasa por el fondo, peluca y gafas, saluda al conserje y sale a la calle, Aitor se pone a hablar por el teléfono antes de pasar la puerta. 

- En 10 minutos estoy en la oficina del notario. Estoy aquí al lado, llegando ¿Has reservado mesa en Las Pocholas? Bien, estupendo, Ernesto. ¡Hasta ahora!

(Esto sigue aquí)


viernes, 7 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 35

I

Imagen generada por IA

Esta larga secuencia forma parte de la versión literaria de una crónica de Hernani, guion cinematográfico que no ha sido rodado.

La historia comienza en un capítulo primero POR AQUÍ

Una vez al año, por noviembre, la cuadrilla de amigos de Hernani de Miren a la que se ha incorporado Aitor acostumbra a hacer una marcha montañera por las laderas del macizo del Ontzi y del Adarra, promontorios que se alcanzan fácilmente desde Hernani, estas excursiones acaban en uno de los pueblos navarros de la cuenca del Urumea como Areso, Goizueta... en torno a una alubiada y el regreso lo hacen en taxis a la noche o a la mañana siguiente. A veces se añade kilometraje a la excursión  y se van a otros pueblos navarros como Leitza, Lekumberri… a los que la llegada es de noche. Los organizadores reservan restaurante y, en su caso, albergue o refugio donde pueda dormir el grupo por un precio aceptable para la mayoría. La cuadrilla se amplía para esta actividad a personas que solo se unen por sanjuanes, las fiestas del pueblo, o para funerales y bodas o precisamente para estas marchas.

A las 17 horas de un sábado, quizá de noviembre porque la luz diurna va desapareciendo, por un, sendero de entrada a un pueblo, Miren y Maddi caminan hacia las primeras casas, casas solariegas de grandes piedras con algún escudo tallado en la fachada, ambas van vestidas de montaña, Maddi con una mochila ligera prácticamente vacía porque por el camino han almorzado todos juntos de forma abundante en un punto en que las rocas del macizo o quizá los pastores del neolítico han formado una especie de tabla corrida de comedor y unos asientos de piedra. Las dos amigas van sin prisa, Miren cojea un poco pero se esfuerza en no quedarse atrás.

- Ya falta poco ¿Cómo lo llevas?

- Me molesta un poco la rodilla pero se puede aguantar… ¡Estos hijos de puta no han esperado nada!

- No iban a llevarte en parihuelas monte abajo, te hubieran despeñado, y no estás como para llamar al 112.

- Un poco de apoyo moral, al menos pero... ¿Qué se puede esperar de los hombres?

- El tuyo quería llamar al 112 y le has dicho que no, que no te pasaba nada.

- Y no me pasa nada, un golpe, un roto en el pantalón y un corte pequeño pero él no se ha quedado a hacerme compañía.

- Ya estábamos nosotras que andamos más tranquilas, ellos así han podido hacer cumbre y bajar y ya estarán en el albergue preparando la merienda-cena para cuando lleguemos.

Caminan un rato en silencio, al fondo se ve el refugio-albergue. Paulina y otras mujeres están llegando delante de ellas, Aitor, Lánder, Bernat, Dunixi y otros rostros familiares están delante de la puerta con cervezas y sidra y se alegran con su llegada. Maddi al ver a los hombres comenta a Miren.

- Aitor está en plena forma pero es un poco raro, es un poeta. Mira que traer barritas energéticas y gaseosas a una excursión ¿A quién se le ocurre? Y luego casi se mata por hacer una foto al borde del precipicio…

- Pero, en cuanto ha visto una vaca que le miraba, ha dado un rodeo de 500 metros para no pasar cerca.

- Cantando “Ese toro enamorado de la luna”, y de una forma que solo la he reconocido por la letra ¡Qué mal canta, el tío!

- ¡Hostias! Parece que lo hace queriendo y que se cree gracioso y luego empieza con sus poesías ¡Hasta el gorro me tiene con sus poesías!

Miren baja un poco la voz, muy poco para decir:

- Nunca he soportado lo de su poesía ¡Menos mal que tiene otras cosas que me gustan! Pero lo de la poesía es que nunca, nunca, lo he soportado… no se lo digo, no sé por qué, debe estar en el pacto tácito para que me aguante.

Las dos ya están uniéndose al numeroso grupo que está en la plazoleta que da entrada al caserón. Y Aitor pasa una lata de cerveza a Miren, mientras él tiene otra en la mano y declama:

- Llevo conmigo las heridas de todas las batallas que he evitado. Mi cuerpo muscular está molido del esfuerzo que no he pensado en hacer. Empañado, mudo, nulo… El cielo alto es el de un verano muerto, imperfecto. Lo miro como si no estuviese allí…

Miren, sin oírle, habla superponiendo su voz a la de Aitor desde “evitado” y pasa la lata a Maddi

- Cariño, prefiero sidra ¿Alguno de estos simpáticos me puede pasar un vaso de sidra? ¡Coño! Un vaso de sidra, no es tan difícil. Gracias Bernat.

- Lo que mandes cariño – Bernat le ha pasado la sidra y una mochila -. Tus deseos son órdenes para mi. La cena está preparada y si quiere ducharse la señora Marquesa antes, con permiso del Señor Marqués, ya le enjabono también.

- No tengo ganas ni de ducharme, además con el olor a chotuno que habrá en el dormitorio después, prefiero ducharme mañana la primera.

Bernat que se ha encargado de la reserva sigue fingiendo ser un criado o mayordomo de Miren y Aitor ante la sonrisa de éste y el desprecio de ella.

- Por cierto, ya está hecho el sorteo de literas en el dormitorio, con una excepción: a los señores marqueses y tortolitos se les ha reservado la litera del último rincón por si tienen una necesidad erótica inaplazable en medio de la noche, que nunca se sabe y de noche todas las gatas son pardas.

- ¡Que te den! - Responde Miren y entra en el edificio con la mochila y el vaso vacío.

Poco más tarde, en el comedor del albergue, el grupo cenó en cantidad, de una forma desmesurada y bebió también, la marcha montañera previa justificaba el exceso. Las alubias, los chorizos, los tocinos, las morcillas, las costillas, las berzas, las ensaladas, las tartas, los pasteles… fueron dejando su rastro sobre la mesa corrida sin mantel. Se habla en voz alta, se habla más que se escucha, sólo los y las que ya están muy cargados de alcohol parecen atender, una mano apoyada en la barbilla o en la mejilla, a quienes lanzan sus discursos más o menos coherentes. Cafés, infusiones, copas sobre la mesa, la patrona del albergue va retirando platos, tazas, cubiertos y botellas vacías y dejando botellas nuevas de cava y patxarán. 

Aitor, Bernat, Lánder, Dunixi, Javier, Zigor, Márkel, Miren, Maddi, Paulina y otro par de mujeres jóvenes que son vagamente conocidas del resto están sentados y, como es lo habitual, los hombres se han ido agrupando de un lado y las mujeres de otro, estos desplazamientos se han ido produciendo durante la merienda-cena, involuntariamente. Aitor, Bernat y Dunixi están juntos en un extremo, los demás hombres sentados junto a ellos, las mujeres ocupan la otra parte de la mesa.

Las paredes blancas pero ahumandas están llenas de aperos viejos de labranza, algunas fotos de tipos vascos tradicionales o de escenas del caserío, el escudo de euskal herria zazpiak bat en resina de poliéster imitando madera en el centro de la pared más corta, sobre la cabecera de la mesa que ocupan, hay otro par de mesas pero están vacías.

- ...eso de que alguien sea jefe de estado por haber nacido medio tarado de vete tú a saber qué leche que le dio sangre azul y de la camisa vieja de fascista asesino con la que hizo la primera comunión…

La voz de Bernat es de bajo de coro parroquial y hay que hacer un esfuerzo para entenderle, la copa que tiene en la mano y las que lleva en la sangre no son de ayuda para que su discurso sea inteligible a la primera pero Aitor parece tomarlo como un pie de diálogo teatral y se levanta, como si estuviera en la sala de un tribunal para las conclusiones finales de una vista penal,

- Yo he pedido la abolición de la pena de muerte en la Asamblea y os pareció a todos una herejía. No pedisteis clemencia para pequeños delincuentes y ahora la pedís para el mayor de todos los criminales ¿Pedís que se libre el único que puede justificarla? Sí, la pena de muerte es un crimen por lo general y solo se puede justificar cuando sea necesaria para salvar a los individuos y a la sociedad, ni el exilio ni la prisión pueden ser lo mismo para el bienestar público. Es la existencia del rey la que provoca la guerra y la muerte. La excepción cruel a la justicia se basa en la naturaleza de sus crímenes, por eso el rey debe morir para que la patria viva.

La voz del abogado y su vehemencia han provocado un cierto silencio en toda la mesa hasta que el rotundo “el rey debe morir para que la patria viva” provoca la respuesta inmediata de Miren desde el otro extremo de la mesa.

- Cállate Robespierre, cállate, que los tiempos no están para guillotinas.

Aitor se sienta y bebe una copa de cava mientras las voces retornan al volumen anterior en toda la mesa.

- Es lo que hay – dice Bernat acercando la botella de patxarán a Dunixi que la ha pedido con la barbilla -,  todos somos pacifistas hasta que nos tocan los cojones pero los cojones de cada uno, cuando es una tocada de huevos general, los cojones del pueblo, el pueblo no tiene cojones para levantarse.

- Porque el pueblo tiene exceso de colesterol – Dunixi habla como si estuviera dando una clase a 35 alumnos preadolescentes en la ikastola -, el pueblo se ha estado tanto tiempo comiéndose los huevos, que ahora tiene exceso de colesterol. Y habíamos dicho que no íbamos a hablar de política, que hablar de política acaba jodiendo el ambiente, así que vamos a hablar de fútbol ¿Qué os parece lo que está haciendo el PNV con el fútbol escolar en Gipuzkoa?

En su lado de la mesa, las chicas empiezan a cantar, bien y afinadas, “Xalbadoren heriotza” de X. Lete y todos se unen poco a poco, excepto Aitor que vocaliza sin emitir sonido, en un playback que no engaña a nadie. Miren se acerca por detrás, acabando las estrofas de la canción, le rodea con sus brazos, lleva una copa de patxarán en una mano, y pone su cara junto a la suya, Aitor sigue moviendo los labios hasta el final de la canción y Miren le dice al oído:

- Así me gusta, cariño ¿Ves que cuando te empeñas puedes cantar bien?

Miren, ojos acuosos, besa en la boca a Aitor, se besan los dos, los demás siguen cantando e inician Maite II de Hertzainak. Aitor comenta a Miren algo así como:

- Eros, tanatos, tanatos, eros

- Vamos al catre los primeros, antes de que estos se acuesten – Miren le coge de la mano a Aitor y salen del comedor, los hombres cantan, Paulina observa a los que se van y le pega con el codo a Maddi que se ríe.

La patrona apaga y enciende las luces de la sala, se apuran las últimas copas pero sin prisas. La patrona apaga las luces y deja toda la casa a oscuras, aparecen linternas de todos los modelos en las manos de los excursionistas o en sus frentes, algún rezagado bebe un último trago.

Más tarde en el pasillo del albergue sin luces, Bernat y Paulina salen de los baños comunes en que hay una luz tímida sobre el espejo corrido que la apagan ya que Bernat lleva una lámpara frontal puesta, los dos van en paños menores, muy menores, ella un tanga y él un slip con los colores blanquiazules de la Real Sociedad, su ropa y unos neceseres en la mano. Paulina cuchichea a su marido:

- Pues tengo que tomar paracetamol ahora porque si no no voy a dormir.

- ¿De dónde hostias quieres que saque ahora un paracetamol? - Bernat tampoco levanta la voz pero su volumen dobla el de Paulina -. Se los he dado antes a Aitor en el monte, para que le diera a la otra pelma.

- Mira si está despierto y se lo pides.

Los dos entran en el gran dormitorio colectivo, hay literas, se oye roncar, por el suelo hay mochilas tiradas. Paulina se sube a la parte de arriba de la primera litera más cercana a la puerta y Bernat avanza por el pasillo entre las literas con la frontal encendida, se ilumina por donde avanza, pero la penumbra deja ver que quienes duermen abajo están ya dormidos. Bernat llega a la última del fondo a la derecha, al iluminar, Aitor está encima de Miren penetrándole rítmicamente en silencio, Miren mira a Bernat con enfado y le interroga con las cejas, él responde susurrando despacio y vocalizando, Aitor no para en sus movimientos mecánicos bajo la manta que les cubre desde las caderas más o menos, Miren ni siente ni disfruta aparentemente.

- ¿Que si tienes algo para el dolor de cabeza? Que Paulina tiene dolor de cerebro y le he dado a Aitor las pastillas de paracetamol para ti.

- Dile a esa idiota – Miren habla imitando a Bernat al principio para acabar entrecortando las palabras y arrastrando las sílabas -, que el dolor de cabeza se pasa follando.

Y boquea como en un orgasmo de película muda o de película sonora a la que los padres han silenciado en la televisión para que los niños, que se supone que están dormidos, no lo oígan desde sus dormitorios. Aitor, volviendo la cara hacia Bernat, sigue moviéndose, y le habla entrecortadamente.

- Por una vez que ésta y yo podemos hablar a solas… Está la caja en el bolsillo superior de mi mochila, en la litera de arriba.

- Tú sigue, tonto, no pares, no pares, que se me pasa la… la…  la…. jaqueca - Jaqueca lo dice como si fuera el culmen del acto amatorio -.

Bernat ha encontrado el medicamento arriba pero se agacha para decir a Miren que está besando y metiendo la lengua en la oreja a Aitor.

- Vale, gracias por todo

(Continúa AQUÍ El SIGUIENTE)

martes, 4 de noviembre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 34

Imagen generada por IA
Esta crónica de Hernani es, en principio, un guion que no ha sido rodado y que he transformado en una especie de novelilla.
El relato comienza en un capítulo primero que está AQUÍ


Maddi es profesora de euskera, trabaja en una academia subvencionada o concertada por los presupuestos públicos de alguna de las administraciones de Euskadi, posiblemente por todas desde la municipal hasta la autonómica. El viejo idioma, que se dotó de reglas pasada ya la mitad del siglo XX, es objeto de una devoción lógica del sentimiento nacionalista que, con el proclamado objetivo de velar porque siga vivo, lo hace necesario para los ciudadanos vascos a los que se lo exige para ocupar puestos en esas administraciones, a pesar de estos esfuerzos y, en parte, quizá por estos esfuerzos, el idoma vasco sigue sirviendo más como bandera identitaria que como medio de comunicación entre personas pero es y seguirá siendo una fuente de empleo, cientos de vascos viven de la industria de la lengua como Maddi, los centros de estudios del idioma vasco proliferan sin parangón alguno con los de los otros idiomas que se hablan en Euskadi, ni el español ni el francés cuentan con los mismos apoyos institucionales, a pesar de ser usados corrientemente por la ciudadanía, que los apoyos que sostienen nuestro monumento neolítico.

Aquella tarde lluviosa, en un local lleno de luz y de pintura inmaculada, Maddi, profesora junto a una pizarra donde están escritas frases en euskera:  “Duela hiru egun ere bero egin du; gaur duela hiru egun bezain bero egin du” “Joan den astean ere bero izan da: gaur joan den astean bezain bero da”, hay también una mesa de reuniones, sillas con alumnos, libros y apuntes sobre la mesa, entre los alumnos sentados están caras conocidas de la localidad como Miren o Lola y otros adultos, a los que es fácil encontrar por las tabernas de Hernani.

- ¿Por qué usas bezain en vez de berdin? Yo uso berdin, hostias, y todo el mundo me entiende – le dice con cierto hartazgo Miren -.

- Porque todo el mundo habla mal, aquí estáis para practicar la lengua correctamente… eta beti euskeraz ikasgelan..

Maddi nació en una familia que hablaba euskera, estudió filología por militancia en el idioma pero también domina el español, el francés y el inglés, y tiene algunos conocimientos del árabe y del ruso, lo que puede ser la causa de su depresión por estar perdida en lo más profundo de Euskadi en vez de estar de traductora o intérprete en algún centro de decisión europeo.

- ¿Por qué razón es correcto bezain? - Lola interviene en apoyo de Miren, Lola es la peor alumna que Maddi ha tenido nunca -.

- Euskeraz, kontxo, euskeraz!!! Nahitaez, potrogatik, por cojones, porque es lo correcto. Bukatu dago eta ikusi arte! 

Ya es la hora de acabar la clase, muchos días las clases acaban con el “protogatik”, el “porque sí” de las reglas del idioma, en el vasco, como en otros lenguajes en que existen academias oficiales, las reglas impuestas se escapan a la explicación algunas veces, hay que pensar que se ha elegido la opción más votada por el cuerpo rector del organismo encargado de normalizar la lengua y las razones se escapan incluso a los estudiosos de esa lengua.

La despedida de los alumnos, menos Miren que se queda, se realizan en las fórmulas habituales del vascuence hablado en Hernani.

- ¿Tienes más clases hoy o te da tiempo de tomar algo?

- Tengo media hora libre – contesta Maddi -, vamos a tomar algo aquí abajo.

Debajo de la academia hay otra taberna típica de pueblo vasco con su decoración “abertzale”, unos pocos hombres y muy pocas mujeres están bebiendo, predominan los cafés con leche, en la barra y en mesas, hay niños que juegan y corren saliendo a la calle. Miren se ha sentado en una mesa con un vaso de vino tinto que, sin preguntarle, le ha servido la dueña qu está detrás de la barra. Maddi con un té humeante de pura ebullición pues la hostelería española disfruta haciendo llorar de dolor a los aficionados al té y, por ello, hace la infusión al vapor, no pone un recipiente con hielo al lado u otra taza y mira con mala cara cuando se pide alguna cosa que impida abrasarse el paladar “Además de enferma, esta tía rara es una pija” había pensado la patrona.

- Si tú hablas bastante euskera Miren, no sé para qué coño vienes a clase, ni que fueras a ponerte a trabajar en el Gobierno Vasco…

- Es que quiero coger nivel y luego ir convalidando para poder trabajar en lo que sea, en lo que salga y ahora en todos los sitios piden euskera y con mi jatorrena ¿Dónde hostias me van a coger?

La lengua milenaria había ido evolucionando, como todas las lenguas, a la vez que nacían y morían variantes, a finales de los años 50 del siglo XX, un ingeniero vago, que lo había aprendido por su cuenta con una voluntad de hierro para este único esfuerzo de su vida, devino lingüista de referencia en el mundo del euskera y, con la complicidad de la Real (Del rey) Academia de la Lengua Vasca que el régimen tiránico había resucitado ya en la década anterior, estableció una lengua oficial a partir del dialecto más oscuro y apenas hablado y la variante guipuzcoana rural, prescindiendo de la más hablada, vizcaína, y de las aportaciones industriales que habían dado un vascuence -nombre con el que era conocido el idioma -, popular, jatorrena en euskera. Con la recuperación de la Autonomía del País Vasco esta neolengua devino el idioma oficial de la administración vasca y, lo que es más importante, de la educación en Euskadi.

- Pero… que no vas a hacer oposiciones, que para trabajar en una tienda, no necesitas un título.

- Si hasta el inútil de Aitor se sacó el Ega 2 por qué yo no voy a sacarme un título y pasárselo por las narices.

El Ega o “certificado de competencia en lengua vasca” es un medidor del conocimiento de la lengua, nivel en función del cual se puede aspirar o no a plazas en el entramado del empleo que depende de las finanzas públicas en el pequeño país, aunque la exigencia del nivel desaparece si el aspirante a vivir de los impuestos tiene la afiliación política adecuada o el parentesco o contactos adecuados, como es aceptado por la sociedad vasca. 

-Porque tú ya hablas y Aitor tiene el título para calzar la pata de una mesa porque jamás habla en euskera.

- Porque el mamón de él no lo necesita pero yo sí, hostias, yo sí…- con cierta desesperación, sintiéndose incomprendida, Miren acaba el vino -.

- Pues yo voy a ver si desconecto un poco de este mundillo del euskera, me voy un par de semanas a Londres, gastos pagados por la empresa, a reverdecer mi inglés y a un seminario sobre técnicas de enseñanza de idiomas, nos vamos otra y yo, sin maridos ni niños ni nada…

- Eso sí que es una desconexión y no la de otra que sé yo…

- No creas que yo huyo del marido, que yo le he dicho a Lánder que venga conmigo, que solo tiene que pagar lo suyo y no ha querido, que si él quiere viajar, me ha dicho, que si quiere viajar que nos vamos a cenar a una sidrería de Astigarraga o así y ya está, no te jode, es que a veces parece tonto…

Continúa en siguiente episodio