Unos días más tarde, mientras en una ciudad china de cuyo nombre no quiero acordarme pero que es fácil de encontrar en Internet, alguien decidió hacerse una sopa de murciélago para cenar, ignorando que el animalico que había comprado en el mercado era portador de un virus, en Hernani el viento sur había dejado una tarde calurosa y soleada, debían ser las 3 de la tarde cuando Aitor salía por el portal de la casa de Miren sin tomar café y vestido como de costumbre para ir a trabajar.
Cuando abre la puerta a la calle, Aitor oye la voz de Miren en el portero automático.
- Cariño, cariño, perdona lo de mariconazo, nena y quejica, perdona, perdona, por favor.
Aitor no se detiene, oye perfecta y claramente las palabras que se repiten.
- Cariño, cariño, perdona lo de mariconazo, nena y quejica, perdona, perdona, por favor.
Aitor se dirige sin prisas, sin detenerse, a una cafetería de barrio., Hay una liebre disecada por un taxidermista torpe encima del horno micoondas del aparador, detrás de la barra donde una mujer rubia, más cerca de los cuarenta que de los treinta, le pone un café sin que se lo pida y se pone otro para ella. No hay clientes, dentro de la barra pero en una esquina, hay un hombre, debe ser el marido de la rubia que está ojeando viejas revistas de caza con la esperanza de encontrar algo que no haya leído. La televisión encendida da el aburrido informativo diario que incita a la siesta de todos los ciudadanos españoles.
- Aquí tienes, mi niño, cortado con leche fría ¿Tienes tiempo para echarme una ojeada a la opción de compra que te dije?
La mijer le pone también delante una carpeta de agencia inmobiliaria con contrato, fotos...
- Contigo el tiempo es el que tu reloj marca, vida mía – en un juego de parodia de relación conyugal o amorosa, el abogado examina los papeles y fotos -. O sea que compráis una caravana sin ruedas y un trozo del desierto de las Bardenas ¿Hay agua, al menos? Habrá perdices, codornices, conejos... ¿No? Porque tu Tartarín de Tarascón no querrá ir a plantar alcachofas contigo los días de fiesta...
- Con los ahorros que tenemos, es lo que nos podemos permitir, algo donde refugiarnos cuando no trabajamos en este puto bar.
- Os sale más rentable gastaros el dinero en el Hotel Maria Cristina y pasar el cierre semanal en Donostia, pero eso puede ser la antesala del divorcio porque no creo que a éste le dejen pegar tiros a las gaviotas del río desde el balcón de la suite. Por lo demás, el contrato está claro y cristalino como agua de pozo que vais a beber…
- Y las codornices ya las criaremos nosotros para que éste las mate. Cuando quieras, cariño, puedes venir a visitarme, a ser posible, cuando éste ande con sus amigotes en la Mancha para lo de cazar palomas.
- No creo que vaya, a éste no le iba a hacer gracia, además éste tiene buena puntería.
El marido le apunta con el índice y simula un infantil disparo desde la distancia.
- ¡Que se me escapa el tren! - Aitor saca un billete de cinco euros pero ella le impide pagar con un gesto -.
- ¡Hasta mañana!
Al oír esta despedida, Aitor se vuelve para decir, a modo de adiós.
- O no,

No hay comentarios:
Publicar un comentario