viernes, 17 de octubre de 2025

BORRADOR DE HISTORIA 28

Imagen generada por IA
Esta cena forma parte del desarrollo literario del argumento de un guion que no ha sido rodado.
Esta crónica de Hernani comienza Principio


Debe ser viernes porque está lloviendo lo que no ha llovido en toda la semana, Aitor está en una sociedad gastronómica, gran cocina abierta sobre una sala en la que hay mesas alargadas con bancos corridos, la mesa más próxima a la cocina tiene 8 vasos puestos y una panera con pan cortado.  Bernat, con un delantal, cocina en una de las esquinas de la estufa, ésta es como la de un restaurante con 16 fuegos y 4 hornos, Aitor, vestido de vaqueros y camisa a cuadros, va y viene de la cocina a la mesa, sacando cubiertos, platos, servilletas etc. , también trae botellas de vino de una bodega situada en un lado más lejano del comedor, como un pinche obediente del maestro cocinero, mientras habla. 

- Iba borracho como un jugador de rugby, me dijo el imbécil, por el decano de la facultad y me molestó. Esa es la imagen que tenemos del rugby desde dentro y desde fuera. Que el rugby está muy vinculado a disfrutar del alcohol.

Bernat no se vuelve de los fuegos para contestar.

- En el rugby se habla de lo que se bebe, se escribe sobre el tema y se discute en busca de soluciones...a diferencia de lo que sucede en otros deportes en que sus practicantes beben tanto o más que los del rugby.

Aitor está descorchando una botella de vino tras otra, hasta cuatro, que va poniendo en la mesa.

- Bebemos demasiado, bebemos demasiado, somos lo que somos, alcohólicos sociales, es inevitable en nuestras costumbres, beber…

- Más vale ser borracho célebre que alcohólico anónimo.

- Cada vez soporto menos las borracheras y las borracheras de los amigos.

- Yo bebo hasta un cierto punto, nunca me paso. Yo controlo. El vino hay que degustarlo.

Llegan mojados los dos primeros comensales Lánder y otro, Dunixi, de aproximadamente la misma edad, Aitor siempre es el más viejo del grupo por unos diez años. Mientras se quitan los impermeables y sacuden los paraguas, Lánder saluda.

- Kaixo!  ¿Qué tenemos hoy para degustar? ¿Qué nos ha preparado el michelín estrellado nuestro?

- Unas sardinas en aceite de la mejor calidad con ensalada templada de espinacas,pimientos, garbanzos y queso feta. Tostas con salmón ahumado aderezado con eneldo y un plato principal de  salteado de setas y gambas con patata cocida. Tabla de quesos y, de postre, solo unos pastelitos financieros. Como sabía que se te iba a olvidar el jabugo…

Lánder se golpea la frente ante el acertado comentario de su amigo.

- Yo estoy abriendo unas botellas de un tinto navarro ligero para acompañar – dice Aitor -.

Dunixi comenta a los otros que el el menú es un menú de alimentos ricos en calcio: sardinas, espinacas, quesos… y Bernat explica.

- Es que mi mujer me dice que me falta mucho calcio y que a vosotros también.

Llegan los otros 4 comensales, igualmente sacudiendo agua, Javier, Tominejo, Rigor y Mariel se van sentando, empiezan a picar sardinas y a beber vino, en la mesa Bernat queda el que más cerca de la cocina y Aitor enfrente de él, se oye hablar de la Real Sociedad y de fútbol. También llegan más cuadrillas que saludan, preparan su cena en la cocina y ocupan otras mesas. En la mesa de Aitor, éste se ha quedado al lado de Lánder en una esquina apenas interviene aunque escucha lo que le dice Lánder.

- Poeta, últimamente te veo con una sonrisa triste, creo que te voy a llamar el Marqués de la Sonrisa Triste. Bebe un poco ¡Que Ud. No me bebe nada y se me va a poner enfermo

Como respuesta, Aitor bebe de un trago su vaso y se sirve otro, lo que atrae la atención de Bernat que estaba discutiendo sobre el juego d ella Real Sociedad, sentado enfrente de Aitor, los dos cocineros están en el extremo de la mesa más cercano a la cocina.

- Déjale, déjale, que está preocupado por lo que bebemos en este pueblo. No sabe apreciar la suerte que tenemos aquí que las mujeres beben tanto o más que los hombres, así que no se cabrean como en Donostia si llegas un poco mamado a casa, porque ella está tanto o más que tú.

- Es que a mi me gusta el vino, me gusta apreciar lo que bebo... y pasear calle arriba, calle abajo, de bar en bar y tal, es algo absurdo, ya sé que no se bebe por beber, sino por estar con los amigos y tal, pero, al final, acabamos a cuatro patas un día tras otro.

Bernat reacciona un poco mosqueado a este comentario de Aitor

- Eso no lo dirás por mi ni por mi mujer. Paulina y yo no vamos a casa a 4 patas, quizá el morro un poco caliente, tú, si tienes un problema en tu casa, lo arreglas en tu casa, como hacemos los demás.

Lánder reacciona a este comentario, diciendo.

- No seas borde, tú también. Aitor tiene su razón y expone un problema sin remedio, somos alcohólicos sociales, no sabemos estar juntos sin beber y ya es tarde para hacer otra cosa, no somos musulmanes ¿Has visto en Marruecos como están? Sentaditos con su té delante, de charleta, dándole una calada de vez en cuando al narguilé o al porro…

- Y al final tan pedos como nosotros – corta Bernat -, y con la mujer en casa esperando para pasarle la factura por haberla dejado sola…

- Cuando éramos jóvenes, matábamos por follarla y ahora matamos porque ella no quiera follar esta noche – Ironiza Lánder -.

- No te entiendo, a mi la mía, me gusta – dice Aitor-.

- A mí también me gusta, hombre – asiente Lánder -.

- Maddi es una gran mujer.

Aitor lo dice y provoca una sonrisa de Lánder y una palmada cariñosa en la espalda.

- El que no entiende eres tú, a mi me gusta la tuya, Miren.

El tercero en la conversación, Bernat, también se ríe y señalando con un movimiento de barbilla a Lánder dice:

- Este es un masoquista, la verdad es que lo tuyo Aitor tiene mérito, porque tendrá sus cosas buenas, que las tiene pero… ¡Aguantar lo que tú le aguantas!

Lánder que se ha bebido mientras un par de vasos de vino llenos hasta el borde baja la voz para relatar:

- Lo que aguantamos todos, yo, cuando me casé con Maddi bajo aquel pino del Adarra, porque yo me casé bajo un pino del Adarra, la primera vez que hicimos el amor bajo aquel pino del Adarra, y yo estaba allí, por fin, poseyéndola y, a la vez, pensando que me estaba equivocando, que aquello era el mayor error de mi vida, que me estaba metiendo en una etapa de la que no sabía ni el recorrido ni la meta…

- Y nueve meses después, el niño, el cabezón ése. Y luego dos más… menuda etapa la tuya – con alegría comenta Bernat -.

- Y la quiero, y la sigo queriendo, pero cuando paso junto a aquel pino – Lánder sentencia -,, siempre pienso, aquí me ahorqué y aquí me colgaré un día.

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