Image via WikipediaDel 6 de julio de 2000El Rey que estaba de viaje por una ciudad francesa se comprometió a pasar una noche con una dama más bien mayor y no muy agraciada que le había facilitado una escapadita con una de sus cuñadas. Y así, al llegar la noche en cuestión, se acercó en unión de sus habituales compañeros de juerga por la parte trasera de la casa en que habitaba aquella mujer, pero el Rey al recordar el rostro de aquella con la que tenía que cumplir se echó un poco para atrás. Entonces le preguntó a uno de sus compañeros de parranda -que por su altura y contextura se le parecía bastante-, si era su servidor, a lo que éste protestó por ponerlo en duda. Entonces le dijo al aristócrata que fuera él el que entrara a cumplir pero en silencio. El otro, aunque reticente en principio, se avino a este juego de sustituciones y más o menos a tientas entró en la habitación donde ya estaba desnuda en la cama la francesa en cuestión.
El sustituto intentó un "aquí te pillo, aquí te mato" sin desnudarse más que lo imprescindible de su masculinidad. Pero la otra, aferrada a lo que creía real presencia, pretendía entablar un preámbulo no solo oral sino también verbal y le decía cosas como: "¿Su Majestad no va a darle algunas palabras a esta señorita a la que le hace tal honor?" Por lo que, el simulador, quizá temiendo padecer algún corte en su extremidad más querida -no consta que le faltase alguna otra extremidad-, le dijo al oído que hablase más bajo que él no era el Rey.
El escándalo que montó la engañada hizo que acudieran sus familiares que atraparon al noble y le molieron a palos. Así que cuando llegó donde le esperaba el Rey y su corte nocturna éstos se rieron del desgraciado y gritaron: "¡Vivan el honor y el amor juntos!".
Esta historieta es de Enrique III de Navarra que después vino a ser Enrique IV de Francia, primer monarca de la dinastía borbónica y la leí en la biografía del referido rey, cuyo autor es François Bayrou, (Editions J`ai lu; Paris 1994).
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