lunes, 28 de enero de 2008

PELOTAS OVALES Y DE LAS OTRAS (2006)

Generalmente los que seguimos el rugby también seguimos el fútbol, los de aquí seguimos los de nuestros clubes más cercanos a nuestro corazón ya sea la Real Sociedad ya sea el Osasuna y supongo que también habrá quien se interese por el Alavés e incluso por el Athlétic de Bilbao y se nos puede preguntar por sus resultados, las clasificaciones de la Liga, los entrenadores… pero al revés no sucede así, es prácticamente imposible que un colgado del fútbol sepa algo análogo del rugby sobre todo de las competiciones más próximas. En nuestra Gipuzkoa es más fácil encontrar un futbolero que sepa algo del Biarritz Olympique o del Torneo de las VI Naciones que de lo que se juegan el Spyro Bera Bera y el Kitmar Ordizia este fin de semana si es que se ha enterado que juegan. Pero al otro lado de la frontera la situación es también similar a pesar de que el rugby es el tercer deporte colectivo más seguido por los medios de comunicación después del fútbol y del ciclismo. El rugby entre nosotros sigue siendo una especie de religión secreta de la que sólo los iniciados conocen sus códigos y misterios, con más miembros en el norte y con escasos fieles en este lado sur.

Anunciada la próxima visita del Biarritz, quizá por partida doble, con un llenazo asegurado en el templo de la pelota esférica, muchos volvemos a tener la esperanza de que las cosas vayan cambiando y que dentro de poco tiempo el estadio esté repleto para presenciar un partido de rugby de máxima rivalidad guipuzcoana aunque para ello haga falta aún mucha profesionalización y mucho marketing en nuestro deporte pero sin incurrir en los errores del fútbol que ha llegado a producir la huida del espectador de los estadios a base de retransmisiones televisivas, de precios disparatados de las entradas y, sobre todo, de aburrimiento. Estamos hablando de dinero, audiencia, derechos de televisión, patrocinios, profesionales del rugby… y la realidad que tenemos es desoladora para nuestro rugby más cercano que no sabe relacionarse siquiera con los medios de comunicación y obtener que vayan llevando poco a poco espectadores a los terrenos de juego. Los que seguimos el rugby también seguimos el fútbol pero ya es hora de que extraigamos consecuencias comerciales de la contemplación del fenómeno mediático que sigue siendo para incrementar la atención sobre el producto rugby que es bien distinto y que va a crecer, si no lo hacemos muy mal, en los próximos años también por estos pagos.

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