miércoles, 23 de enero de 2008

EL PROBLEMA VASCO (2006)

El calendario de competiciones obliga a que todas las temporadas se produzcan encuentros entre equipos de rugby vecinos por lo menos dos veces. Lo que supone dos oportunidades para que se produzca una fiesta del balón oval, ambos clubes convivan, las aficiones rivales disfruten y la mejor imagen de este deporte se difunda en nuestra sociedad. ¿En Donostia, y no sólo en Donostia, dejamos pasar estas oportunidades? No, no las dejamos pasar, por el contrario procuramos todos los años que los partidos sean crónicas más de sucesos que de las páginas deportivas.

Desde que Plinio el Viejo nos descubrió para lo que entonces era el mundo civilizado los vascos llevamos siglos metidos en luchas fratricidas de todos los niveles y el rugby vasco, sobre todo el rugby donostiarra, no es una excepción. A pesar de que todos sabemos que las diferencias no las podemos arreglar a tortas, prescindimos del diálogo y hacemos un alarde –no, no voy a escribir del otro conflicto incivil que tiñe de vergüenza el Bidasoa cada año-, de “vasquitud” cada vez que, por ejemplo, equipos del Atlético de San Sebastián y del Bera Bera juegan.

No creo mucho en la eficacia de la palabra. Quiero suponer que las malas consecuencias para el rugby y para los clubes implicados habrán llevado a los responsables federativos y de las entidades deportivas a tomar medidas más eficaces que una cena previa entre ellos para que la próxima vez los jugadores conviertan su combate en una verdadera fiesta del rugby y que los espectadores puedan disfrutar llevando a su descendencia. Espero que a nadie se le haya ocurrido incluir la tangana general como una parte inevitable del programa de fiestas.

Por cierto, quedan tres semanas apenas para que el Bera Bera visite al Atlético San Sebastián en el partido de vuelta, esto es tiempo suficiente para que ambos clubes nos puedan ofrecer lo mejor que tienen dentro preparando una celebración del deporte del balón oval para ese día.

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