En la entrada del estadio Aguilera mucha gente echa de menos un merecido reconocimiento a Michel Celaya. En el rugby vasco hablar de Celaya es hablar de su mejor historia. Como muchos de nuestros lectores conocen Michel Celaya nació el 4 de julio de 1930 para jugar de delantero, segunda o tercera, en el Olympique de Biarritz. Obtuvo el Oscar del periódico Midi Olympique en 1957 como el mejor jugador del campeonato en
Francia, fue seleccionado en 50 ocasiones de las que en 12 fue el capitán del equipo francés. Con el equipo del gallo ganó cinco veces el Torneo de las V naciones, obtuvo una cuchara de madera y participó en Tournées por
Argentina,
Chile,
Africa del Sur, Nueva Zelanda y Australia. Como entrenador, además del equipo local donde lanzó a un tal
Serge Blanco, ha entrenado varios equipos franceses y australianos y la selección francesa. Ahora es componente fundamental del equipo técnico de Euskarians en donde mantiene viva la tradición de nuestro juego abierto y a la mano y siempre que se le llama acude a cooperar con el rugby de
Hegoalde. Aunque lo mejor –como nos recuerda un constante lector de esta columna el prestigiosos abogado Kepa Sanz-, es escucharle sus “batallitas” sobre el rugby de “clocher” en las que refiere su opinión de que en el mundo rural del Sudoeste nuestro deporte cuajó enseguida posiblemente porque se trataba de un deporte apto para todos los chicos: el gordito que no valía para otro deporte encontraba buen acomodo en la melé; el largo de segunda; el pequeñito de medio de melé; el rápido de ala...en cualquier aula de cualquier colegio todos y cada uno de los chavales tenían un puesto para ellos en este deporte, integración que no se daba en otros deportes donde se exigían cualidades determinadas y donde algunos nunca tendrían sitio Lo mismo con los mayores: el trabajador: el campesino, el leñador, el carnicero, el médico... todos convivían sin clases sociales, al margen de partidos, iglesias y sindicatos.
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