lunes, 25 de febrero de 2008

TAN SANTOS COMO INOCENTES (2006)

Hay quien quiere creer que las ayudas ilegales –doping-, están lejos de su deporte favorito y que mira mal a quienes preguntamos a veces por el tipo de controles que se realizan en deportes autóctonos, populares, universitarios... o en el mismo rugby. No sólo el dinero es el motivo de que se acuda a artificios prohibidos que permiten obtener mejores resultados pero habiendo tanto dinero en juego en tantos deportes es tópicamente el impulso necesario para que el deportista ponga su salud también en juego más allá del riesgo que todo deporte conlleva. La ambición de ganar y ese impulso tan universal como es la envidia llevan a muchos competidores, incluso aficionados, a auxiliarse de toda la farmacopea que con pocas dificultades se puede obtener. La ética del deporte se arrincona para lograr objetivos a corto plazo. Hace apenas un mes que se ha publicado la “Ley Orgánica de protección de la salud y lucha contra el dopaje en el deporte”, quedan dos meses para que entre en vigor y es de temer que mucho más tiempo para su necesario desarrollo reglamentario pero no se percibe que estemos preparándonos para recibirla en su próxima aplicación práctica. Aunque soy siempre escéptico con los efectos de las reformas legales –dirigidas demasiadas veces a obtener un titular con el que calmar a la opinión “publicada”-, creo que deberíamos aprovechar el tiempo para preparar los medios personales y materiales que nos permitan velar por la salud de nuestros deportistas, incluso en el rugby.

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