Parte de un guion nunca rodado, más o menos adaptado.
Esta crónica del Urumea se inicia
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En Hernani, el domingo por la mañana, después de cumplir con el débito conyugal, se va al rugby, si hay partido de rugby en Landare Toki, el campo de rugby de Hernani está junto al río Urumea que, a veces, se desborda y lo inunda, el terreno es de lodo negro, pocas veces seco, con hierba desgastada por la temporada y que milagrosamente consigue cubrir poco más de la mitad de la superficie de juego.
Era un domingo de llovizna, de shirimiri, en las jugadas finales con su poco de gresca entre ambos equipos, el equipo visitante es vizcaíno, se juega una melé a favor del Hernani, el balón es pateado fuera por un jugador del Hernani y el árbitro señala el fin del partido, el equipo perdedor hace el pasillo al equipo ganador que es el Hernani, el público rodea a los jugadores celebrando la victoria, el equipo local apenas puede hacer el pasillo al otro equipo a su vez, los jugadores que se habían enzarzado se ríen juntos y se van amistosamente a los vestuarios pasando junto al chiringuito que hace de bar, donde algunos espectadores hacen el aperitivo mientras la mayoría, son las 2 de la tarde pasadas, abandona el recinto.
Miren con paraguas y Aitor con boina están con los habituales de Hernani, Bernat, Paulina, Maddi, Lánder… estos llevan merchandising del club local, bufandas o maillots, todos beben en vasos de plástico, los vasos no se vacían nunca, siempre hay alguien del grupo o de los demás que están junto al chiringuito que rellena. Se escuchan gritos de “campeones” “txapeldunak” y se aleja la música de la charanga que estaba en las gradas y que se dirige tocando hacia el pueblo, situado en lo alto. Hay niños que chapotean dentro de la cancha con un balón oval pequeño.
- ¡A cabezazos, estos partidos, se ganan a cabezazos, los delanteros, los gordos somos los que ganamos los partidos decisivos! - dice Bernat con su vaso de cerveza en la mano -.
- No scrum, no win… - murmura Lánder desde su nube antes de concluir el contenido de vino blanco de su vaso -.
- Lo que tú digas, pero los de atrás podían haberse quedado en casa, que hoy hubiéramos ganado sin ellos – Bernat tiene la euforia exagerada de los forofos -.
- El rugby a quince se juega a veintitrés – interviene Aitor con su cerveza que recibe gotas de lluvia del paraguas de Miren -, los cambios que ha hecho el entrenador han sido decisivos y además los chicos han estado más disciplinados que de costumbre, todos los veintitrés han jugado un buen rugby, se nota que llevan toda la vida jugando juntos, desde niños.
- !A cabezazos, estos partidos, se ganan a cabezazos, los delanteros, los gordos somos los que ganamos los partidos decisivos! - insiste Bernat -.
- ¡Qué pelma es este tío! Si cuando tú jugabas al rugby, lo único que hacías era vomitar en la banda de la borrachera que te habías cogido la víspera del partido, siempre igual, - Miren con un vaso de tinto y un cigarrillo en una mano y cimbrando el paraguas con la otra -, erais unos gordos borrachuzos, que venían los señoritos de la capital y os daban por el culo.
- Este Landare era una fortaleza inexpugnable – Bernat continúa exaltado -, los capitalinos se iban bien calentitos a Donostia.
- Pero con los puntos de la victoria en el autobús – replica Aitor impasible -.
- Tú no, tú nunca, a ti no te he visto jugar aquí nunca – Miren cambia de objetivo de sus frases -, eras tan malo que solo te dejaban llevar el agua y, como mucho, hacer de linier en la banda y ni eso hacías bien…
- Pues el ensayo de la final de la copa de Gipuzkoa que os birlamos en el descuento – Aitor parece molestarse por una vez - ¿Quién lo marcó? ¿Quién?
- Sebas Gauthier, el vikingo – responde Lánder -, que entró conmigo placándole en la zona de ensayo y tú que llegabas detrás, tarde y mal, pusiste la mano encima del balón porque te tropezaste con mi pierna pero como te hizo tanta ilusión, el buenazo de Sebas te felicitó como si tú lo hubieras marcado y en el tumulto nadie se dio cuenta, menos yo, que estaba debajo de Sebas...
Bernat, Aitor y algunos otros que están cerca se ríen y comentan sus recuerdos en voz alta.
- Y ahora no empecéis con vuestras putas batallitas de cuando eráis jóvenes y guapos – hay quien no se ríe, Miren interviene -, que tenemos que ir a comer antes de que nos quiten la mesa, que con lo que me ha costado reservarla, porque ninguno os habéis tomado la molestia de llamar, solo falta que lleguemos tarde por vuestras chorradas.
Todos van concluyendo sus consumiciones, incluso Aitor y encajan los vasos en el de Bernat para que éste los acerque a la barra. Se acerca una mujer de en su treintena y saluda a las mujeres con un gesto pero besa efusivamente a los hombres, especialmente a Aitor al que se agarra con camaradería.
- ¿Quién es el que va a entrenar a mis niños la próxima temporada? ¿Cuál de estos guapos mozos se va a ocupar?
- Ya me gustaría a mi – le dice Aitor poniendo una mueca de pena -, pero va a ser Lánder el que fundamentalmente se ocupe.
- Sí, voy a ser yo dice el aludido -, pero éstos me ayudarán de vez en cuando.
Miren que le había sonreído al llegar, cambia su expresión cuando e dirige a ella.
- Ahora ya lo sabes, así que fuera de aquí, que ya nos has llenado las narices con tu perfume de tómbola y métete las manos en los bolsillos que estás tocando lo que no te pertenece
Miren separa a Aitor con la mano que le ha quedado libre e interpone la otra mano con el paraguas contra el brazo de la espontánea.
- ¡Vale, chica, vale! ¡Que no te lo voy a desgastar, que yo ya tengo mi hombre sin necesidad de abandonar mi nido y mis polluelos!
- O te callas y te vas o te llevas una hostia bien dada por bocazas – Aitor rápidamente la aleja pero Miren se resbala y no cae al suelo porque Aitor la sujeta -, y tú desgraciado te vas a llevar otra que todo es por tu culpa, que eres un tonto, que se cree un ligón porque una calientapollas se le pone encima.
El Presidente del Club, que lleva una chaqueta con el escudo se interpone en ese momento.
- Tengamos la fiesta en paz, Lánder llévate a tu cuadrilla por ahí y Lola vete donde tu chico al coche que lleva media hora tocando el claxon para que vayas.
Las dos mujeres se dirigen miradas asesinas pero cada uno se separa. Maddi coge del brazo a Miren y Paulina coge del brazo a Bernat y a Aitor para sostenerse en el barro que les separa de las escaleras, Lánder cierra la marcha abriendo los brazos como para mantener el equilibrio sobre una plancha de surf
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