La cabalgata de los reyes magos tardaba en llegar, los niños
saltaban impacientes en los hombros de sus padres, de sus abuelos, de sus tías,
de todo adulto que sirviese de soporte a sus nervios.
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Otro año que los Reyes Magos no van a traer a
estos descreídos la fusión en el gran club vasco de Iparralde – Dice
Galtzagorri al Barón de la Florida señalando con la mandíbula a Hiruntchiverry
y Labarthe mientras sostiene encima de su cabeza a un niño que parece ser una
pareja de gemelos histéricos-.
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No sé qué empeño tenéis por aquí en esa batalla
perdida –Se vuelve Labarthe que ha venido a hacer fotos para un semanario y que
indudablemente ha oído el comentario-, hay quien prefiere mantener su
personalidad aunque eso cueste sumergirse de vez en cuando en un mar de
lágrimas.
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Las únicas batallas perdidas son las que no se
pelean porque se ha renunciado con anterioridad –Interviene el Barón de la
Florida que está haciendo bíceps con el peso de una moza que apunta maneras de
jugar en la delantera del Hernani dentro de poco-.
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La verdad es que el rugby vasco ha perdido
muchas batallas, como hemos recordado estos días, con la de equipos que se
crearon y desaparecieron sin cuajar –Vuelve a intervenir Galtzagorri,
intentando cambiar el rumbo de la conversación-, una pena.
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¿Vienen o no esos Reyes? –Pregunta
Hiruntchiverry que ha sustituido la txapela habitual por una corona de
purpurina dorada en cartón-. Que yo llevo pidiendo esa fusión a San Nicolás,
Olentzero, Papá Noel y a quien sea, ya que a estos cabezotas de Baiona no se
les puede pedir nada.
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