Español: Armario con relicarios en la Cartuja de Miraflores (Burgos) (Photo credit: Wikipedia) |
De juvenil me lo pasaba peor. Había que ser el más duro del equipo dentro y fuera del terreno. Yo tampoco era muy consciente de lo que me pasaba y por qué, de que me excitase la excitación de mis compañeros por las chicas más que las chicas mismas, aunque estaba en el local de la cuadrilla con ellas y me lo pasaba bien, me cortaba a veces con la facilidad que éstas tenían para quedarse sin bragas y así.
En un viaje, los entrenadores nos llevaron a un local de ambiente gay para divertirse con los “mariquitas” pero todo el mundo se aburrió y me dejaron solo un rato. No pasó nada pero las sensaciones fueron muy fuertes y al volver a casa le dije a mi padre que quería consultar al sicólogo. Mis padres creo que lo sabían antes que yo –un amigo de colegio de papá se suicidó con 17 años al no asumir su homosexualidad- y, con mis hermanos, me han ayudado, nunca han intentado “curarme”.
Algunos amigos gays son muy militantes y me reprochan que lleve una especie de doble vida –no me gusta que mis amigos vayan a animarme a los partidos-. En el equipo supongo que todos lo saben, pero lo que les tiene que preocupar es que patee bien y que siga placando como lo hago siempre y no mi vida sentimental. Claro que me llevo escenas en mi retina del juego y del vestuario, de esa belleza fugaz que las fotos de los calendarios no pueden recoger, jamás se lo diría a mis compañeros. Hay cosas en el vestuario, como la broma del jabón en el suelo de la ducha –se lo hacemos a los novatos a veces-, o en el tercer tiempo, como la danza de los elefantes donde bailamos agarrándonos de las trompas –no de las narices-, que desde fuera pueden parecer bastante gays pero que en realidad son de una tremenda infantilidad. Los jugadores de rugby somos niños que nos negamos a dejar el recreo.
No creo que jugase nunca en un equipo gay por definición o musulmán o del Opus exclusivamente. Quizá se podría hacer una selección nacional gay o un Torneo gay de las VI naciones o más con los jugadores gays que conozco pero me parece todo eso un absurdo, yo juego al rugby.
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