miércoles, 28 de julio de 2021

200 MUESCAS

La agenda judicial había señalado un juicio el día de su quinto aniversario de boda, así que Manu Majors apenas tuvo tiempo de pasar por la floristería y recoger el ramo de rosas rojas, que había encargado, antes de volver a su casa. Al abrir la puerta, Lin Chi-Ling estaba preciosa en el pasillo, se abrazaron y besaron como el primer día.

- Tengo hambre – le dijo Lin en la cama, después de haber hecho el amor sin solución de continuidad del primer beso en el pasillo ,   no sé cómo quedarán los rollitos de verduras recalentados al microondas.

En realidad tuvieron que recalentar los rollitos, las samosas, el pollo, el arroz… sólo el pastel vasco de cereza negra se libró. La comida estuvo regular, las texturas se resintieron, pero el vino de Valdeguinea cubrió generosamente los defectos y el hambre de la pareja, después del improvisado aperitivo amoroso, hizo el resto. 



- ¿Te ha gustado el pelo que me han dejado en la peluquería esta mañana?


 Manu había ignorado el nuevo corte de cabellos de su mujer y las mechas tenuemente rojas que habían aparecido en ellos.


- Siempre estás irresistible para mí pero hoy te encuentro especialmente atractiva. No has ido a la peluquera de costumbre ¿Verdad?


- He ido a la que está al lado de la tienda de tu tía Begoña, esa carísima y en que hay que pedir hora con semanas de antelación.


- Pues te ha merecido la pena.


- Además Sofía, la patrona, te conoce Manu.


- Creo que sí ¿Sofía? Claro, hace unos años, cuando vivía en el apartamento que me alquiló la tía Begoña allí al lado, la solía ver por allí...


-  Pues ella parece que se acuerda muy bien de ti y no solo ella, otra cliente, Edurne, también hablaba de ti.


- ¿Edurne? ¿Edurne? ¡Ah! Sí, Edurne, una morenita, con mucha marcha, me parece.


- Tienes memoria para ciertas cosas y te olvidas de otras – el tono de la voz de Lin era neutro, demasiado narrativo, como de parte meteorológico en la radio -, aquel apartamento debió de ser el picadero en que más se picaba del bocho.


- Fueron tiempos complicados para mi, ya sabes, salía de una dura ruptura sentimental… no llevaba una vida ejemplar…


- ¿Ejemplar? Depende para qué, porque no se cortaron nada las dos en poner ejemplos, con nombres, apellidos y biografías completas ¡No pienso volver a esa peluquería en mi vida! Ya sé que en las peluquerías se cuentan cosas que no se dicen ni a dios en la intimidad de la conciencia, pero lo de éstas…


- Lin, Lin. El pasado no cuenta, lo importante no es el primer amor de la vida sino el último ¿No lo habías dicho tú?


- ¿A ti te hubiera gustado que el día de hoy, aniversario de nuestra boda, enterarte de que a tu mujer le apodan por ahí “la de los 200 pitos al año”? 

lunes, 12 de julio de 2021

Y LE LLAMÁBAMOS LIBERTAD DE PRENSA



-  ¿Quién compra periódicos de papel aun? - Pregunta el Barón de la Florida en la terraza del refugio, observando el juego de luces en la mole del Balaitous, con una lata de cerveza en la mano -, Yo, al menos, no. De vez en cuando cojo El País en vacaciones o algún fin de semana.

- Yo compro el Midi Olympique de los lunes y, a veces, el de los viernes pero nunca compro un diario – dice Aristide Labarthe poniéndose crema en los sufridos pies, la lata de cerveza en el suelo de madera junto a la lata de Nivea -, consulto el Sud Ouest en Internet, incluso las esquelas, que es lo más interesante que trae, la suscripción no es cara pero no sé si merece la pena.

- Suscribirse a la prensa por internet es una tontería, lo que reservan para abonados, siempre lo encuentras gratis en otro periódico – El Barón de la Florida hace estiramientos de recuperación, mientras eructa con más o menos disimulo hacia las marmotas que miran desafiantes a los turistas -, quizá la suscripción es una forma de caridad, para que los pocos periodistas que quedan no se extingan muy rápido…

- El abuelo de mi mujer compra tres periódicos todos los días en el kiosco de su barrio en Paris, se encierra en casa, los lee y los analiza, al mediodía hace un comentario que graba en el móvil y nos lo cuelga en el whatsapp de la familia – Aristide se está poniendo unos calcetines secos y limpios que ha sacado del bolsillo del anorak -, yo lo escucho a la noche y, a veces, he empleado sus comentarios para las clases en el liceo, a mis alumnos les parecen muy modernos y radicales para ser míos.

- ¿Qué edad tiene ese señor?

- Iba a clase con Edgar Morin allá por los años 30, antes de la segunda guerra mundial… ¿En Gipúzkoa se leen periódicos en papel?

- Ni en los bares, con esto de la pandemia. No hay periódicos que tengan noticias, ninguno… que si la Real Sociedad contrata a un australiano, que si las constructoras guipuzcoanas son las que mejor destruyen los paisajes del mundo, que si las mascarillas guipuzcoanas causan furor en el salón de la moda de New York... todo chorradas así, es lo que hay en nuestra Gipuzkoa.

- Menos papel, más árboles que se conservan en estos montes y en las Landas – Labarthe y el Barón entran en el interior del refugio, los aromas de la cocina de Larribet presagian una buena cena -, pero es una pena, la dictadura electrónica de este neocapitalismo liberal ha acabado con la prensa, con los periodistas…

- Es lo que dice la periodista del barrio, que ahora vende más revistas de crucigramas y así que todos los diarios vascos juntos.

- ¿La periodista?

- En casa siempre hemos llamado periodista a la del kiosco.


viernes, 9 de julio de 2021

LA JUSTICIA NO EXISTE


- La justicia española es la mejor justicia de España – Galtzagorri observaba la línea de horizonte, Peñas de Aya, Jaizkibel, quizá Matxitxako al fondo, por los altavoces sonaba “Ara nun diran” en una versión de un coro de Saint Jean de Luz, la terraza del golf de Ilbarritz estaba casi vacía al aproximarse la hora del cierre -, porque no hay alternativa o, si la hay, tampoco es justicia.

- Después de oír al ciudadano que se ha marchado, creía que ibas a soltar lo que decía Bertolt Brecht que "muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia", pero no esa obviedad – Manu Majors sigue la nostálgica música de Iparraguirre con la mano que el vaso de whisky le deja libre -, desde aquí España está especialmente bella a la luz del atardecer, así que no me apetece seguir amargándome la velada, hablando de jueces y juezas.

- Tienes razón, además ni tú ni yo creemos en la justicia de dios así que tampoco vamos a ponernos a creer en la justicia de los primates evolucionados y evolucionadas, o como se diga correctamente.

El encargado de la terraza ha recogido ya el resto de las mesas y no oculta su impaciencia para que los dos abogados le permitan terminar la jornada, alguien corta el tenue hilo musical al finalizar la canción, los dos últimos clientes se ponen de pie.

- Esa historia que nos ha contado este buen hombre, que puede ser un perfecto hijodeputa ya que no le conozco de nada más que de los titulares de prensa, me suena a conocida, sentencia de primera instancia absolutamente parcial por razones extraprocesales, confirmada en apelación por quien debió de abstenerse dada su evidente vinculación a uno de los abogados de parte y luego el señorito portero del supremo que despeja el recurso contundentemente… ya lo hemos visto ¿No, Manu?

- Si los prevaricadores fueran pichones – Majors señala una bandada posada sobre en una de las plataformas de la enorme zona de prácticas -, no habría hierba en todo Ilbarritz, se hubieran comido hasta la última semilla.   

Los dos abogados empujan sus carros con los sacos de palos de golf por la cuesta de salida hacia el aparcamiento.

- Ese prevaricador tan simpático del que el tipo hablaba – comenta Galtzagorri mientras abre el cofre del coche -, me reprochó que le hubiera denunciado en la inspección de tribunales por una jugada sucia que le había hecho a uno de mi familia.

- ¿Cómo supo que habías sido tú?

- No, yo no había sido, ni siquiera sabía lo de la denuncia, supongo que debió deducirlo, de todas maneras, todo quedó en nada, como es habitual, en nada – Majors también mete carro y saco en el cofre del coche contiguo -,  Un juez enemistado con un abogado puede acabar con su carrera profesional tranquilamente, sin temor a las consecuencias, no las va a haber para él. Yo pensé en irme a vivir a Madrid y todo… pero lo arreglé.

Los abogados se cambian los zapatos de jugar por los de calle y siguen hablando en voz alta, cada uno desde un coche.

- ¿Lo arreglaste?

- Como se arreglan esas cosas ¡Ahora hasta se puede decir que somos amigos! 

   


lunes, 5 de julio de 2021

SAN MIGUEL


 - El cometa Halley andaba por aquí cerca cuando le conocí, hace de eso unos 35 años si no recuerdo mal. Un tipo alto y simpático que hablaba en voz alta y me llamaba, también en voz alta, maestro, por los pasillos del Palacio de Justicia de la calle San Martín – Jon Galtzagorri, con voz cansina, habla en un extremo de la mesa del restaurante, un caserío en el alto de San Miguel de Elgoíbar -, la verdad es que no me cayó bien. Ya sabes la gente que te trata con una confianza que no le has dado y que te elogia desde el primer momento hace que te toques la cartera cuando se aleja y siempre compruebas que te falta algún billete. Pero no, él era de fiar, un poco pelma, un poco baboso con las mujeres, pero de fiar… siempre que no le echase el ojo a tu mujer.

- Hacía confidencias personales repentinas sin apenas conocerle – Manu Majors degusta un vermú con una rodaja de naranja mientras analiza el menú -, pero resultaba un buen tipo, además para el tercer tiempo de los partidos de rugby de veteranos, resultaba un rematador infalible, nunca ha tenido un mal vino, conservaba su lucidez en medio de una marejada de gintónics...

- Así que lo de las sentencias que le condenan por maltratos y demás majaderías no solo me resulta chocante sino que no me creo nada de los hechos probados, son conductas como de ficción – las cazuelitas de judías ya están en la mesa pero Galtzagorri habla sin probar la suya -,  conozco a la persona, no solo al abogado, y hasta el Dr. Jekill para transformarse en Mr. Hyde necesitaba de Stevenson.

- Sin embargo, parece que existen personas que tienen una cara en casa y otra cara fuera de casa – Imanol Hiruntchiverry unta pan en la salsa que queda en su cazuelita hasta sacarle brillo -, al menos, eso he oído, aunque yo no he conocido un caso personalmente, al revés, conozco muchos casos de verdaderos hijosputa en el trabajo que son todavía más hijosputa en su casa.

- Yo he viajado con él, hemos pasado días juntos, salido de marcha por ahí… no tengo el título de sicólogo – Galtzagorri también ha acabado las alubias blancas -, pero creo que a las personas las conoces en el campo de juego y en esos momentos que se pasan juntos entre partido y partido, no son las aburridas concentraciones de los profesionales pero, a veces, le tratabas a tu pilier más que a tu novia, incluso le metías más la mano.

- Lo que pasa es que si no crees a la denunciante – Hiruntchiverry ataca el bonito con verduras en tempura -, la acusas de presentar una denuncia falsa y te pones en contra a todas las víctimas que nunca han obtenido justicia.

- Lo he mantenido muchas veces: en justicia lo contrario de la verdad no es una mentira, lo contrario de la verdad es otra verdad – el bonito y las verduritas han desaparecido ya de todos los platos -, la denunciante puede vivir como una agresión lo que ha sido una bronca de pareja, la imagen de lo que cree haber vivido se le queda grabada en su cabeza y cuantas más veces repite su versión, más se queda grabada y el grano de mostaza se convirtió en árbol.

- Pero no sabemos cómo es ella, yo la vi una vez un rato en un aperitivo – Imanol ha empezado una panacotta -, y no me acuerdo de su cara ni nada, mi mujer menos, la confunde con una novia anterior que tuvo, una que, según ella, iba más maquillada que un coche robado.

- La venganza, el rencor, los celos y, quizá, la envidia – Galtzagorri pasa la lengua por la copa de postre como un perro lamiendo envoltorios de una carnicería -, porque hay mucha envidia en las relaciones, mi novio tiene todo lo que quiere, incluso a mi, y yo debo compartirlo con su golf, con sus amigotes, con sus hijos, con su ex, con su perro… vete tú a saber.

- Lo de compartir el amor de tu novia con su amor por su perro, nunca me ha dado envidia a mi – dice Manu Majors señalando la botella de whisky encima de la barra a la camarera -, en todo caso, me ha dado alergia.