jueves, 29 de agosto de 2019

¡MARCHANDO UNA DE MOJOJONES ! ¿OÍDO COCINA ?

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

- Por un lado, tenemos que en el “arma del crimen” están las huellas de los dos individuos puestos a disposición del Juzgado y que se encuentran actualmente en prisión, que no tienen ni un atisbo de coartada, que uno de ellos, al menos, ya ha sido detenido anteriormente por conducción temeraria y sin permiso de conducir… Y por otro lado tenemos que ese BMW X5 fue alquilado en Barcelona en Tyreaction con una documentación falsa a nombre de Manfred Rödel, que fue pagada su reserva con una tarjeta a nombre de una empresa alemana de producción, los films de Pandora, que las fotocopias de la documentación que presentó no sirven para identificar a nadie, pero que por las grabaciones del desembarco del ferry de Balearia iban dos en el vehículo y que, por ahora, no se ha localizado dónde se han alojado y si se han ido de la isla pero que no se ha presentado denuncia alguna de sustracción de ese coche...
- Y que la tarjeta de crédito era clonada, nos acaba de llegar un mail de la policía alemana – completó Ustarroz al Teniente Coronel -, aunque no aparece que haya sido usada en la isla.
- Ud. céntrese en identificar de verdad a ese tal Manfred y a su socio, no gaste mucho que estamos con tantos recortes que no nos llega ni para papel higiénico y si necesita mandar el expediente a la UCO para que ellos sigan, no lo dude, el caso está ya resuelto a efectos estadísticos, aunque sea nuestro deber encontrar al que lo hizo, pero el Delegado de Gobierno nos ha felicitado por la rápida resolución, parece que la población se queda más tranquila si se trinca a alguien después de un suceso como éste y así se perjudica menos el turismo. Venga, váyase y haga lo que pueda pero no descuide todo lo demás que tiene en marcha, que no nos van a dar una medalla ni un ascenso por encontrar al Manfred de los cojones, y al Delegado del Gobierno no le ha gustado nada que se haya filtrado la detención a la Agencia Efe antes de que él pudiera hacer la nota de prensa ¡Mierda con esos bocazas que se chivan a los plumillas! De los gitanos me encargo yo, que ya voy a hablar con el patriarca y a lo mejor en esta coyuntura resolvemos algún caso pendiente, el que algo quiere algo le cuesta y, si quiere que sus nietos salgan del talego, algo tendrá que dar a cambio ¿Qué hace ahí parado? ¿No le he dicho que salga? Y cierre por fuera la puerta.
El teniente se dirigió a su mesa pero, antes de sentarse, el sargento García, un tipo mal afeitado siempre y que siempre transpiraba, le avisó que los del puesto de Campos habían localizado que el coche podía haber estado por Santanyi en fechas coincidentes con las del asunto. Tenía que ir al pueblo a hablar con la patrona de un colmado, cuyo nombre y dirección constaba en una nota redactada con la letra horrible del Sargento García, porque nadie de Campos estaba disponible para hacerlo y tampoco nadie de la brigada, miró alrededor y nadie levantó la cabeza del papeleo. Abrió su correo profesional en el ordenador, la responsable de Tyreaction le había mandado un archivo legible con el permiso de conducir alemán, lo imprimió en más grande y se lo metió en la carpeta para llevarlo a Santanyi, así al menos tenían una imagen reconocible, mandó al Sargento García que remitiese a Interpol el archivo con una nueva solicitud de colaboración.
En el trayecto hacia Santanyi le llamó al jefe del puesto de Campos, éste le informó que el agente también había encontrado el alojamiento de los que usaban el coche, una pareja de alemanes grandes, que habían alquilado un Airbnb a una conocida de la dueña de la tienda de comestibles delante de la que aparcaban el coche y donde hacían la compra, lo que había omitido García o él no había entendido en la nota pringosa. Se dirigió a las señas del comercio, un supermercado pequeño en el que se vendía de todo desde alimentación a prensa. Había bastantes clientes, como iba de paisano exhibió la placa a la señora que estaba en caja y que era Rafi, la titular, ésta le dijo rápidamente que si quería hablar con la dueña del piso, tenía que hacerlo ahora, porque estaba limpiando el apartamento y luego se iría a Manacor y ya no volvía en una semana.
Era una calle sin sombra, de casas baratas de los años setenta, el sol del mediodía quemaba ya, Ustarroz reptó corriendo lo más pegado a las paredes hasta un portal a unos metros del supermercado. La idea de que el piso ya estuviera limpio de toda huella le asaltó y la reacción de la arrendadora cuando le paró en sus tareas de limpieza fue la de una cobra real interrumpida en el aseo de su madriguera. Le ordenó detener la lejía y el aspirador, cuando la cocina y el baño ya estaban brillantes, y los dos dormitorios y la pieza principal estaban a punto de recibir un repaso final, una bolsa negra de basura estaba junto a la entrada y unos periódicos alemanes en el descansillo sujetando la puerta. Tuvo que ordenarle que esperase a la llegada de la científica – a la que ya había llamado -, bajo amenaza de detenerle y llevarle al Juzgado de Guardia. La señora Lluc le entregó las llaves y se marchó indignada. Con cuidado de no dejar sus huellas sobre las que pudiera haber, él recogió los Bilds que parecían conformar la basura a reciclar para dejarlos dentro del piso y un Marca asomó entre ellos, reclamando su atención, porque los periódicos alemanes era evidente que no habían sido leídos y el Marca estaba claramente leído y releído. Supuso que los compañeros de la científica llegarían a primera hora de la tarde, ya eran casi las dos y se dirigió al supermercado donde la Lluch y la Rafi le aguardaban desconfiadas.
- ¡Si lo sé no digo nada! - le soltó por saludo la patrona del colmado al verle entrar de nuevo - ¿Me va a cerrar la tienda a mí también?
Ustarroz les tranquilizó a ambas y les mostró la foto del permiso de conducir, era Manfred, el compañero de Otto, porque el otro respondía al nombre de Otto, el que hablaba era Manfred y hablaba solo alemán, era el que había reservado el apartamento, la Sra. Lluc le entregaría los justificantes de la reserva que estaban en alemán, estuvieron cuatro o cinco días, aunque habían reservado hasta hoy, salían temprano por la mañana en el coche y regresaban a media mañana, dejaban el coche nuevo, enorme y negro en el mismo sitio todos los días, Manfred compraba comida alemana y el periódico alemán, pagaba en metálico, era una pareja gay posiblemente pero no se les notaba nada, los gays suelen dejar el apartamento con otro tipo de suciedad y éstos solo tabaco, bebidas energéticas, salchichas, carne preparada, postres de leche y así, bastante limpios.
Rafaela Ramis, así se llamaba la Rafi en los papeles oficiales, dijo algo sorprendente al terminar la conversación que había durado, y ninguno de los tres se acordó de comer, hasta que llegó el coche de los dos agentes encargados de examinar el piso.
- Manfred podía ser alemán pero Otto creo que no, el domingo le señaló unas conservas a Manfred como para que las comprase y éste se negó en alemán y con un gesto, Otto solo le dijo”Mojojones”, lo oí perfectamente, las conservas eran de mejillones y Otto le pedía a Manfred que le comprase “mojojones” y eso solo lo puede decir un niño español o así.
- O un señor de Bilbao -Ustarroz se sorprendió pensando en voz alta -.



Capítulo siguiente

viernes, 23 de agosto de 2019

UN CONOCIDO EMPRESARIO BILBAÍNO MUERE ATROPELLADO EN MALLORCA

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

Capítulo anterior
La noticia había saltado el día anterior, 25 de junio, solo en los periódicos vascos se encontraba en primera página pero apenas se recogía un breve texto de agencia de noticias. En ETB se dio la noticia en los noticieros de la noche, incluso con una foto fija de Iñigo Arriluze Saint Lon les Mines, sin siquiera una breve biografía.
Las esquelas, sin embargo, llenaron una página de El Correo el día 26. Luego el silencio periodístico sobre el suceso. El 28 era viernes y el funeral llenó la iglesia de San Ignacio y sus alrededores, asistió la élite del empresariado, la aristocracia de Neguri, la burguesía vizcaína y bastantes autoridades, las tarjetas desbordaban las bandejas de las mesitas en las entradas, los autógrafos en las hojas de condolencias eran una colección del no va más de la pompa y el boato del pequeño país y Manu Majors asistía a todo ello desde la acera más próxima al bar más cercano del templo. Acabado el desfile de quienes deseaban dar personalmente su pésame a cada uno de los deudos que poco a poco habían salido al umbral de la iglesia, Majors se dejó ver de Iñigo, éste le hizo una seña de que se acercase.
- ¿Te importaría vernos mañana por la mañana? ¿A las 10 en mi casa?
Majors asintió a las dos preguntas, estrechó la mano de Arriluze y besó en el aire al lado de las mejillas de las mujeres en silencio, no hacía falta decir nada, los ojos enrojecidos, los hombros abatidos y los gestos fatigados decían todo.
La vivienda se sitúa en la calle Hurtado de Amézaga, una vivienda elegante en un edificio elegante, pero no estaba tan lejos del piso de Majors como para que éste no fuera andando. El propio Iñigo abrió la puerta y le hizo pasar a un pequeño despacho lleno de estantes de libros y de maquetas metálicas de barcos, una maqueta sin terminar de una draga en un lado de la mesa con algunas piezas y útiles.
- Perdona el desorden, te traigo un café. Me acaba de llamar el teniente de Mallorca, que hoy van a presentar al Juez de Instrucción dos gitanos a los que han cogido con el coche que atropelló al aita pero que hay indicios contradictorios, que pueden ser o no ser, que quizá quien lo hizo abandonó el coche o se lo dio a los gitanos para que se deshicieran del mismo o los gitanos en una parranda lo robaron antes, lo hicieron y ahora lo niegan.
Majors no ocultó su asombro pero Arriluze no pudo darle más detalles, de todos modos quería hablarle como si no supieran la noticia, de hecho no pensaba llamar a su madrastra y a su hermana por ahora.
- Aita y yo comíamos juntos todos los jueves, un menú del día, a veces con mi hermana si no estaba en uno de sus viajes, una semana por aquí por el centro cerca de su oficina en Juan de Ajuriaguerra y otra semana por Zamudio cerca de la mía. Hablábamos de todo en general, sobre todo del Athlétic y algo de los negocios, ya sabes que al casarse me pasó todas las inversiones familiares en sociedades industriales ¿No lo sabías? Me dio participaciones en el capital de las empresas de alta tecnología del país y a mi hermana le regaló otro tanto en todo lo que tiene que ver con el arte, el diseño – Begoña es diseñadora-, el marketing o lo audiovisual… el aita era machista en el fondo y en la forma, lo artístico para ella y lo mecánico para mí. Así que ahora tengo mi consultora de ingeniería que funciona como un tiro con todo lo de la robótica industrial y una cartera de capital en muchos de mis clientes y proveedores. Él solo se quedó con la parte inmobiliaria, nos dijo que la construcción es territorio de gangsters y que no quería que ninguno de los dos se manchase las manos.
Manu Majors sonrió, en su interior escuchaba la voz del fallecido repitiendo esta frase durante la cena en que celebraron la vuelta a casa de la Virgen de Padura, la construcción es territorio de gangsters.
- Hace un par de meses, en una de las comidas en que estaba mi hermana, nos preguntó si teníamos hecho testamento, la verdad es que mi hermana no pero yo sí lo había hecho, le riñó a mi hermana y dijo que había que estar siempre preparado y que pusiéramos bien claro en el testamento lo que él iba a heredar que no quería líos con nuestros herederos y que él ya lo había hecho porque pensaba tener siete hijos más con su nueva mujer. Lo tomé como una broma, una broma sin gracia pero muy propia del sentido del humor de mi padre. Antes de irse a Mallorca, comimos los dos solos, me comentó que tenía un problema en una sociedad, que se quería deshacer de su participación en una constructora pero que sus socios no se la querían comprar y que le estaban obstaculizando su venta fuera de la sociedad y que le estaban cabreando, que en Mallorca iba a pensar en una estrategia y que a la vuelta te lo iba a comentar a ti para que le ayudases. Me extrañó que te mencionase porque tradicionalmente trabajaba con el despacho de la Plaza de Euskadi y solo para ligar con su mujer empezó a trabajar con sus vecinos los catalanes del Figueruelas, pero a ti te quería, siempre hablaba de ti con aprecio. Y cuando vi el lugar del atropello y las explicaciones que nos dio aquel amable Guardia Civil ¿Sabes que habla euskera mejor que yo, que solo sé decir egunon? Pues creo que asesinaron al aita. En resumen y quiero que contrates al mejor detective privado, no importa el dinero, que pueda haber en Bilbao o en el mundo, y que se averigüe de verdad quién ha sido, quién ha encargado el asesinato, porque estoy seguro que ha sido alguien de Bilbao y no me creo nada de esa historia de gitanos drogadictos, nada de nada. Y ahora voy a llamar a la familia, y de este encargo no le dices nada ni a la una ni a la otra.
- Los detectives privados en España no funcionan como en la tele o en el cine – le cortó Majors impidiendo la llamada -, la investigación es competencia exclusiva de la policía.
- ¿Quién controla a la policía si lo está haciendo bien o lo está haciendo mal? Tú tienes que tener una idea.
- Tengo una idea de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer. Si no llego a resultados en un tiempo prudencial, ya te encontraré quien pueda hacerlo. El lunes te llegará a la oficina un teléfono móvil muy simple de los de llamar y recibir llamadas y poco más, habrá una llamada perdida en él, ése será mi teléfono, solo hablaremos de lo de tu padre por esos teléfonos o personalmente y de vez en cuando hablaremos de otras cosas por los teléfonos normales.
- Eso quería oír, te haré un ingreso en la cuenta de tus facturas con una provisión de fondos, hazme una minuta de honorarios por el concepto que te apetezca de forma que cubra el importe. Y ahora voy a hacer las llamadas ¡Se me olvidaba! Los carlistas, también están los carlistas. Begoña, la mujer de mi padre, ha comentado en el viaje de vuelta que el presidente del club de los carlistas fue a su casa y discutió con él, se fue dando un portazo y soltando amenazas muy gordas, te lo digo por si acaso hay que mirar también por ahí.
Era un sábado por la mañana, la hora del aperitivo, Manu llamó a Li, su mujer, y quedaron en el Iruña a las 12,30, una txaranga o parecido atronaba en la calle Berástegui pero eso no le impedía pensar al elegante abogado bilbaíno.
- ¿Te has enterado de que han detenido a los que mataron a tu amigo en Mallorca?
Fue lo primero que Li dijo.

Capítulo siguiente

jueves, 22 de agosto de 2019

LA CASA DE ADOBE

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

Capítulo precedente
- Es una casa de adobe, una chabola para guardar aperos de labranza, apenas 30 metros cuadrados abajo y la mitad en la entreplanta – Iñigo Arriluze Bergareche explica al secretario del Juzgado y a los guardias civiles que desbordan la parra que da sombra con dos palmeras enanas en la entrada -, cuidado con el suelo de la entreplanta, no creo que resista más de dos personas y hay que andar agachado por ahí arriba…
Nadie ha puesto inconveniente a la actuación de los investigadores, el Teniente y el Secretario se asoman al interior y se apartan para dejar pasar a los números que van a efectuar la tarea, la familia permanece sentada y silenciosa en los muebles del exterior, salvo Iñigo que no puede callar.
- A mi padre le gustaba venir en junio a pesar de que es un mal mes porque todas las juntas generales de las sociedades se celebran estos días y él estaba en muchos consejos de administración pero hace unos años – y dirigió su mirada a la viuda, como queriendo explicar con el nuevo matrimonio este cambio en la vida del fallecido -, repartió las acciones de las sociedades entre mi hermana y yo, así que ya no le era necesario quedarse en Bilbao, aunque a algunas de las que se quedó mandaba a un representante con plenos poderes, su contable Apoita Sopeña con el que montó la oficina hace años, pero él se traía aquí trabajo, se pasaba una semana analizando y estudiando las sociedades y otra semana de vacaciones con su pareja, con su mujer.
Ustarroz anotó mentalmente que Iñigo había dicho pareja y luego rectificó para decir mujer. De vez en cuando uno de los guardias que hacían el registro salía y enseñaba algo al teniente, el ordenador portátil, llaves USB, carpetas, cuadernos… éste hacía que se lo enseñasen al secretario judicial o letrado de la administración de justicia, como él les precisó al presentarse, y luego introducía el objeto en un sobre enorme, al cabo de una hora, la diligencia no duró más, el retrete de la cuadra abierta a un par de vientos se examinó en un minuto, los sobres se acumulaban en la mesa de madera de teka y allí mismo se leyó el acta, se firmó por los presentes y el Juzgado se ausentó así como dos guardias civiles que se llevaron los sobres.
- ¿Sabe los códigos o claves que usaba su esposo? - Ustarroz preguntó -.
- Claro, se los anoto – Begoña escribió con cuidada letra dos combinaciones de letras y números en un cuaderno que había sobre la mesa -.
- Usaba el número del dorsal de un jugador del Athlétic, el primer apellido de ese jugador y el año de su nacimiento para la clave más usual y el año de nacimiento de otro jugador, su segundo apellido y su número de dorsal para la clave más especial – Precisó el hijo con una sonrisa -, y para recordarlo tenía la foto dedicada de los dos encima de la mesa del despacho.
Ustarroz les informó que el coche seguía sin aparecer, que tenían pistas sobre algunos sospechosos pero que no les podía decir más y les prometió que, en la medida de lo posible, les tendrían informados.
Cuando el teniente se fue, llegó el abogado de Figueruelas y Asociados acompañado de la Procuradora de los Tribunales excusándose por no haber llegado antes, pero traían la noticia de que el Juez había autorizado el traslado del cuerpo a Bilbao, así que las dos mujeres se pusieron en contacto con las empresas funerarias y con la parroquia para organizar el funeral y el entierro.
Los dos hijos fueron a despedirse de su padre por la tarde, ya en el tanatorio de la funeraria, la viuda se quedó fuera, luego los tres devolvieron los coches alquilados tanto por el difunto como por los hijos y volaron hacia Bilbao.
El teniente Ustarroz se dedicó por la tarde y la mañana siguiente a examinar los documentos y archivos informáticos, contenían información financiera de muchas sociedades, en alguno de los documentos había anotaciones indudablemente efectuadas por el difunto, signos de interrogación en una línea de una memoria o en una cifra de una cuenta de explotación pero nada que atrajera la atención del investigador. No pudo abrir dos archivos encriptados en una de las llaves USB a pesar de las claves, la apartó para enviarla en su caso a Madrid, a los servicios informáticos que podrían abrirlos en caso de que fuera necesario.
De la Comandancia de Barcelona le mandaron un fax con la documentación que se había empleado para alquilar el coche que podía ser el que andaban buscando y un pequeño informe. En resumen, una empresa especializada en suministrar vehículos para rodajes cinematográficos había sido contactada por una productora alemana para que le consiguiese a uno de sus ejecutivos un todo terreno para ir a visitar unas localizaciones por los Pirineos, el alquiler no había vencido y nadie estaba inquieto. El teniente se inclinaba a pensar que aquel era el coche, sobre todo porque no habían encontrado ningún otro que pudiera ser en la isla.
Y el coche apareció y era ése. Apareció a los dos días por la noche y además se pudo detener al que lo conducía y a su acompañante. Lo hizo una patrulla de la Policía Nacional que se encontraba en la entrada principal del barrio de La Soledad de Palma por aquello de controlar a los compradores que iban a adquirir drogas por los centros comerciales clandestinos que se encuentran en sus modestas casas. Los “maderos” avisaron a los “picoletos” inmediatamente y el coche se encontraba en el garaje de la Comandancia para ser examinado por la científica a la mañana siguiente, aunque el sargento de guardia inmediatamente confirmó que había los típicos restos de un atropello en el parachoques.
Todo el clan familiar de los dos jóvenes detenidos estaba reunido en la entrada de la Comisaría de la Policía Nacional -no se habían enterado del envío efectuado entre ambas fuerzas -, entre gritos y llantos proclamando la inocencia y la injusticia del arresto de los dos primos, porque se trataba de dos miembros de una misma familia muy conocida en el barrio de La Soledad, los Jiménez Fidedigno, así que el sargento pudo actuar con tranquilidad y los dispuso en dos calabozos lo más separados posible para que tuvieran que hablar a gritos y el agente del pasillo pudiera ir tomando nota de lo que se decían.
El teniente Ustarroz llegó a la entrada de la Comandancia al mismo tiempo que las primeras exploradoras del clan preguntaban al de puertas si los niños se encontraban allí, ya se había avisado al abogado del turno de asistencia al detenido y en cuanto éste llegase se podía empezar con el interrogatorio.
Para cuando la abogada se presentó, en manos del investigador había un primer informe sobre lo encontrado en el vehículo: restos humanos en la parte delantera externa y secuelas en la carrocería de un atropello muy violento, abundantes huellas digitales de uno de los detenidos en el volante y de los dos por todo el interior, manchas de actividad sexual en los asientos traseros, envoltorios vacíos de drogas por el suelo, latas de bebidas… También un resumen de lo que se habían hablado a la noche y que dejaba claro que no mencionaron nada relacionado con el homicidio sino más bien de que la Providencia había abandonado aquel coche con las llaves puestas y que la Caridad lo había recogido.
Sus subordinados en la brigada comenzaron con el interrogatorio del mayor de los dos, el llamado José Pablo Jiménez Fidedigno, de diecinueve años de edad, vendedor ambulante actualmente en paro, con alguna detención anterior y sin antecedentes penales. Ustarroz observaba en la mesa de al lado y era observado por la abogada, el interrogado le daba la espalda, enseguida se dio cuenta de que el detenido no tenía nada que ver con el suceso que estaba investigando pero que era, a todas luces, el culpable ideal.

Capítulo siguiente

martes, 20 de agosto de 2019

PROBLEMA EN POLLENÇA

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

Capítulo anterior

En Manacor está el Juzgado de Instrucción que corresponde al lugar donde apareció el cadáver de Iñigo Arriluze y Saint Lon les Mines. Manacor es el pueblo más feo de la Isla de Mallorca sin ningún género de dudas, incluso así ha sido proclamado en algún concurso, el Juzgado se encuentra en la antigua calle Mayor, bastante estrecha y no tan fea, al no haber sido afectada por el urbanismo desarrollista de los felices años sesenta como otras partes de la ciudad, lo de pueblo es una forma de hablar, Manacor es una ciudad y cuna natal de Rafael Nadal, como el lector sabe.
La clínica forense está en Palma, la capital provincial, así que Begoña fue trasladada primero a reconocer el cuerpo muerto que fue de su esposo. Un cuerpo muerto al que han hecho la autopsia ya no es de nadie, antes de que lo vea la familia los médicos forenses lo han recompuesto lo mejor posible, el rostro afilado por el rigor mortis es la última imagen que queda grabada en la retina de quien pasa por el trámite porque para las diligencias previas que se están instruyendo aquello es un trámite, un trámite más, para Begoña fue un mazazo invisible dado por un martillo pilón en todo su interior. Un rostro afilado y un cuerpo tapado con una sábana barata, mil veces lavada, mil veces lavada después de cada uso. Un funcionario, quizá un oficial del Juzgado, quizá un médico forense, le hizo salir de nuevo al pasillo sombrío desde la morgue, demasiado iluminada para la visión que le había quedado, luego le trasladaron, a última hora de la tarde pero aún de día, al Juzgado de Manacor, allí expresó su deseo de personarse en la causa, designó una procuradora de los tribunales que le habían indicado desde el despacho de Figueruelas y Asociados en Palma y en un taxi se dirigió al hotel que los hijos mayores de Iñigo habían reservado, Son Sant  Jordi, que se encuentra en Pollença, en el extremo norte de la isla, no habían encontrado nada más cerca de Campos.
Ustarroz no estuvo lejos de ella en ningún momento, en realidad la estaba observando y estudiando mientras daba instrucciones y recibía informaciones sobre el desarrollo de la investigación, ya se sabía que ninguna empresa de alquiler de la Isla había alquilado un todo terreno negro o azul oscuro en las últimas semanas y solo que un coche sospechoso había llegado en un ferry de Balearia el 20 de junio, cuatro días antes de que se produjera el atropello mortal, el vehículo aparecía inscrito a nombre de una empresa de Barcelona que se especializaba en alquiler de vehículos para rodaje de películas y se estaba intentando localizar a sus responsables pero era el 24 de junio, Sant Joan, y parecía que estaban de fiesta. En la Isla ninguna patrulla ni informador de la Guardia Civil había visto el coche que se buscaba, búsqueda que se realizaba con la matrícula obtenida de la naviera.
A las 10 de la noche estaba reunidos y llorando juntos los recién llegados de Bilbao y lo que quedaba en pie de Begoña, habían ocupado una mesa en el restaurante del hotel, bebían mucho y apenas comían lo que les iban trayendo, tampoco hablaban, de vez en cuando alguna de las dos mujeres se levantaba para abrazar al hombre. Ustarroz intentaba escrutar los rostros de Iñigo Arriluze Ibarra y de Begoña Arriluze Ibarra, la familia Arriluze no tenía mucha imaginación para los nombres, el pequeño, que debía tener un año y no habían traído en el viaje, se llamaba Aitor Arriluze Bergareche ¿Alguno de los tres comensales había contratado los servicios de alguien para acabar con su esposo o su padre? El guardia civil estaba convencido que la ejecución había sido en Mallorca pero el autor intelectual había que buscarlo en Bilbao ¿Alguno de los tres a los que se dirigía despacio desde su discreto rincón era un asesino?
- Quiero expresarles mis condolencias, no hay palabras que puedan aliviarles en su dolor, pero les aseguro que estamos haciendo todo lo posible para identificar y detener al autor o autores de la muerte del Sr. Arriluze.
Todos estrecharon su mano desmayadamente y le invitaron a sentarse. El teniente rechazó la invitación y les explicó que debían retirarse a descansar porque a la mañana siguiente temprano se iba a proceder a la entrada y registro de la casa de veraneo en legal forma, una diligencia necesaria para estudiar todas las circunstancias que habían rodeado la muerte.
Cuando se volvieron a quedar solos, Begoña sintió los interrogantes mudos de ambos hermanos y se sintió madrastra, el vínculo de ella era con el padre, los hijos tenían una relación ambigua con ella, la que había ocupado el trono de la reina muerta, hasta ahora le habían apreciado pero quizá se había convertido en alguien a quien odiar. Begoña necesitaba que le quisieran, les necesitaba más a ellos que ellos le necesitaban,
- Creo que todos somos sospechosos a ojos de este Guardia Civil, que no piensa que haya sido un accidente sino que se ha encargado asesinar a Iñigo y que yo -la viuda se señaló con ambas manos -, puedo tener un motivo pero vosotros también. Yo sé que no es verdad, que nadie podría querer matar a vuestro aita que esto ha tenido que ser una desgraciada casualidad, unos borrachos de juerga que iban a bañarse en pelotas a la playa y que ahora están escondidos en cualquier sitio sin saber qué hacer, solo rezo para que Dios o la Virgen les haga salir y presentarse para que podamos llevarnos a Iñigo a Bilbao y hacerle un funeral como Dios manda y lo que sea.
La hija comentó que ya había hablado con la funeraria habitual de la familia en Bilbao y que ésta había avisado a otra de Mallorca que se iba a encargar de todo pero que aún no le habían llamado, que suponía que ya lo harían al día siguiente, cuando los trámites hubieran concluido. La hija tenía un rostro de modelo de pintura vasca, como las mujeres que se ven en los cuadros que se venden en las galerías de arte de Saint Jean de Luz para los turistas y era más alta que la viuda.
Su hermano también parecía salido de un cuadro pero de un cuadro de remeros vizcaínos, de remeros que se pueden vestir de traje y corbata para dirigir eficazmente una naviera. El hijo se había quedado anonadado, apenas respiraba, con los puños, grandes, sosteniendo su mentón, acodado en la mesa, sus lágrimas caían con un ritmo regular y ya no hacía nada para secarlas.
- Voy a llamar a Manu Majors, el abogado amigo del aita supongo que tendrá experiencia en estos casos.
Y así fue como a las 0,30 de la madrugada del 25 de junio Manu Majors y su esposa  Lin Chi-Ling fueron despertados e informados que el antiguo primer centro del equipo de rugby de la escuela de Ingenieros de Bilbao, había llegado a jugar una temporada, había fallecido en el municipio de Campos de Mallorca, junto a aquella casa de labranza en la que tantas veces les había comentado que había encontrado el paraíso.
capítulo siguiente

miércoles, 14 de agosto de 2019

PARAÍSO PERDIDO

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

capítulo precedente

El vuelo de Bilbao llegó sobre las 10 de la mañana a Palma de Mallorca. Begoña Bergareche Ibarra mandó un whatsapp a su marido Iñigo Arriluze en cuanto pudo conectar el teléfono. Iñigo le había dicho que le iba a esperar en el aeropuerto pero ella le insistió en que no lo hiciera, que ella cogería un taxi para llegar a su paraíso hippy privado, que no viniera al aeropuerto que para eso existían los taxis… en realidad ella quería verle e inmediatamente hacerle el amor, no dejarle reaccionar, harían el amor en la terraza, sobre las baldosas irregulares de la terraza encima de un pareo, como ya lo habían hecho, su primer hijo había sido concebido así y ella estaba deseando ya tener la parejita con Iñigo. El mensaje no tuvo respuesta. Mandó otro mientras esperaba la maleta, pensó que posiblemente Iñigo estaba bañándose en la playa y había dejado su teléfono en la bolsa.
Dentro del taxi empezó a preocuparse, no era normal que no respondiese, luchaba por no pensar, por no interrogarse, pero llamaba una y otra vez, el taxista la miraba por el retrovisor empezando a alarmarse con aquella joven descompuesta que repetidamente pulsaba el teléfono y se lo ponía un buen rato en el oído, que miraba el velocímetro como pidiendo que volase sin decirlo, el tráfico habitual, alguna obra, circunstancias que le llevaron a invertir cuarenta y dos minutos en entrar por la pista y en pararse junto al muro bajo donde ella le ordenó detenerse.
Begoña vio la sombra de Iñigo sentado que se levantaba al pie de una de las palmeras en la terraza y dejó caer la maleta para correr hacia él, no era Iñigo, era un guardia civil que salió a la luz para recibirla y Begoña se echó a llorar, mejor dicho, explotó a llorar, porque fue una explosión, el guardia civil, un número al que le habían ordenado controlar la casa sentado en la terraza, no pudo decirle mucho, ella fue al rústico retrete llorando, salió llorando y siguió llorando hasta que apareció un vehículo de la Guardia Civil con otro uniformado y dos de paisano. Uno de ellos, más alto que el otro, vestido con una camisa blanca de mangas cortas, muy barata, le pidió que le acompañase a la clínica forense de Palma para identificar el cadáver cuando pudiera. Eran las 12 de la mañana, hasta que Fernando Ustarroz dijo cadáver las palabras anteriores habían sonado como desde el otro lado de un túnel, de un largo túnel oscuro y estrecho. Las lágrimas seguían incontenibles se evaporaban en el calor del mediodía. Begoña quería que Ustarroz le abrazase, le sostuviese pero, como un vasco, el teniente de la Guardia Civil aparentaba ser un mármol de ochenta kilos de peso y de ciento ochenta centímetros de altura que se mantenía a una distancia de seguridad que hacía imposible que ella se acercara, así que se sentó un rato en una silla vieja, mirando la madera de la mesa donde no había rastros siquiera del último desayuno de Iñigo.
El teniente Ustarroz le pidió que, antes de salir para Palma, abriese la casa y buscase la documentación de su marido, ella le rogó que le ayudase, la cartera estaba encima de la mesa y el teniente cogió el DNI y lo comparó con alguna imagen de su teléfono, imagen que no hizo nada para mostrarle ni ella quiso ver.
- Es él sin dudas pero cuando Ud. esté dispuesta tendrá que acompañarme y tendrá que prestar declaración, sin prisa, su declaración no es lo más importante, ahora estamos intentado localizar al causante del accidente.
Fernando Ustarroz mintió con lo de accidente y no dijo a Begoña lo que ya sabía, desde que el repartidor de las cervezas había avisado al 112 al ver el cuerpo inanimado, el chófer había parado y comprobado que no tenía pulso, los compañeros del puesto de Campos habían hecho una buena labor. El repartidor les dijo que se había cruzado con un todo terreno negro en el final de la pista ya que cogía unos metros de la pista en dirección contraria, como un atajo para ir de un chiringuito a otro, pero lo hacía con precauciones y así pudo esquivar al 4x4 que se le abalanzó encima a mucha velocidad, solo pudo ver que el conductor no era joven, además, los agentes del puesto habían anotado que el panadero había observado al amanecer un vehículo de las mismas características detenido a un lado del camino medio kilómetro antes del posible lugar del atropello, la labor del sargento al mando del puesto sumando indicios de un homicidio intencionado había alertado ya a toda la Guardia Civil de la Isla y el coche no iba a tardar en ser localizado sin duda. No habiendo descripción alguna del sospechoso parecía inútil controlar aviones y ferrys pero se estaba haciendo y se había mandado que no se borrase grabación alguna de las entradas y salidas de las últimas semanas hasta nueva orden.
Begoña llamó a los hijos de su marido y lloró con cada uno de los dos, les pidió que vinieran juntos y que reservasen ellos habitaciones en algún hotel de la capital, ella iba a hacer las gestiones con la policía y el juzgado. Luego llamó a su despacho, a la firma de abogados en la que trabajaba, Figueruelas y asociados, pidió hablar con su jefe, el director del despacho José Martínez de Gurruchaga, siempre ocupado, estuvo a punto de gritarle a la secretaria lo que había pasado pero ésta repentinamente le otorgó pasarle con el Sr. Martínez de Gurruchaga, a pesar de que estaba en una reunión muy importante, como todas las reuniones muy importantes en que el Sr. Martínez de Gurruchaga estaba siempre. Begoña le contó lo que sabía, muy poco, Iñigo muerto haciendo “running”, un coche que no ha parado, los hijos en camino… los tópicos de condolencia de Martínez de Gurruchaga le sonaron a tópicos de condolencia y además al despedirse, Begoña pudo imaginarse el gesto de atusarse el cabello de la nuca mientras miraba su reflejo en el cristal de la ventana ya que lo había contemplado tantas veces, el abogado añadió:
- El despacho de Palma de Mallorca de Figueruelas y asociados se pondrá a tu disposición para lo que necesites, agur Begoña, un beso.
Durante las llamadas, producidas en la terraza, Fernando Ustarroz le había ido pasando botellas de agua que sacaba del frigorífico y a su vez también hacía llamadas, así como las hacía el otro guardia civil sin uniforme, grasiento y achaparrado. Al acabar de hablar con el despacho de Bilbao, Begoña se quedó sin saber qué hacer, alguien había acercado la maleta y la cogió para entrar en la casa, el teniente la detuvo con un gesto.
- Si quiere cambiarse, hágalo en el retrete, por favor. Vamos a precintar la casa, el Juez lo ha autorizado y vamos a efectuar un registro de su interior en cuanto nos llegue el mandamiento.


- Soy abogada, no soy tonta del todo. No ha sido un accidente ¿Verdad?

Capítulo siguiente

 

martes, 13 de agosto de 2019

DE GOIZUETA DE TODA LA P. VIDA

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

Capítulo precedente

Para un funcionario que lo destinen en Mallorca puede ser un castigo o un premio. Para Fernando Ustarroz que en su ascenso le destinaran a la isla de Mallorca en vez de a Madrid, como era de esperar por sus buenos resultados en Galicia, había sido consecuencia de responder con sinceridad a lo que le preguntaban sus superiores. Ya le había pasado en su anterior ascenso, le dijeron que le iban a ascender y mandar a Francia, adscrito a la Embajada, donde dominando el francés y con su idioma materno, el vascuence, podría ser de gran utilidad pero le preguntaron su opinión sobre la labor del CNI en Francia en su lucha contra ETA y la dio, el resultado es que le ascendieron a patrullar en una comandancia perdida de la Costa da Morte. Y ahora, después de demostrar su eficacia en varios asuntos relacionados con el tráfico de estupefacientes y la quema de montes, pasadas brillantemente las pruebas en los cursos de capacitación, le preguntaron su opinión sobre el incidente de Alsasua, un intento de linchamiento festivo a un par de miembros del cuerpo y a sus parejas en un pueblo navarro, y la había dado, así que, en vez de ir a la Unidad Central Operativa en Madrid como esperaba, le mandaron a la Brigada de Policía Judicial de Palma de Mallorca, teniente, eso sí, pero en una isla que te aprisiona seis meses con otros cuatros pájaros aburridos y resignados a vivir enjaulados y que te agobia otros seis meses cuando toda la fauna europea va llegando a emborracharse y aparearse en las Islas Baleares, porque además de Mallorca hay otras perdidas islas más pequeñas alrededor. 
Fernando Ustarroz, teniente de la Guardia Civil, natural de Goizueta en Navarra pero casi en  Gipuzkoa, era un engendro imposible ¿Se puede ser de Goizueta y guardia civil? Cualquiera del pueblo que se lo pregunten dirá que no, que allí un joven puede ser de ETA, de Bildu, de Batasuna, de Euskal Herritarrok, de EGI, del PNV o ser pelotari, nekazari, bankari, mekaniko, palankari o lo que toque pero guardia civil jamás. Pues Fernando Ustarroz, entre cubatas en Hernani y bailes en Leitza, mientras sus amigos se iban decantando por una vida de langille normal o de estudios normales, él optó por joderse la vida y la de su familia – en realidad el padre que siempre había sido un raro en el pueblo le apoyó pero el padre se murió enseguida-, haciéndose guardia civil.
Como en Goizueta son buena gente en el fondo, a la madre y a la hermana más bien las compadecieron y cuando la hermana se casó con un chico del pueblo, un chico normal del pueblo, y a su boda no apareció Fernando, el pueblo barrió los últimos escrúpulos que le quedaban para tratarlas como antes.
Fernando Ustarroz estaba solo en Palma. En tiempos de adolescencia, tuvo una novia de Leitza que le había desvirgado y que le dejó enseguida por otro, un bronquista fanfarrón y jugador de rugby en el equipo de Hernani, él estaba muy enamorado y la decepción le había dejado muy amargado y más callado que antes. Había conocido algunas chicas que si en la academia, que si en salidas con compañeros y algunas compañeras del cuerpo, no había encontrado ninguna que sacara el clavo que llevaba dentro. Tampoco tenía muchos amigos, haciendo carreras al amanecer por Palma de Mallorca, coincidió con un guineano varias veces, resultó un tipo simpático que era sacerdote para varias parroquias y trabaron una cierta amistad, las tardes de los largos domingos del invierno gris de la isla se reunían para tomar algo e ir, a veces, al cine pero era el cura el que más hablaba mientras Fernando escuchaba, o no, lo que le contaba.
Aquella mañana de junio, al entrar en la Comandancia oyó que se comentaba que en Sa Punta había habido un atropello de un viandante y que el causante había huido pero él estaba ocupado con la entrega a la Policía Belga de un pederasta que se había refugiado en Mallorca para pasar un apacible invierno cerca de la Cartuja de Valdemossa y que, siendo imposible para él de no practicar sus aficiones, había acabado llamando la atención de unas madres que cuidaban sus niños junto a unos juegos infantiles de un jardín público. Detenido, identificado, hecho todo el papeleo, solo faltaba que los colegas belgas llegaran a recoger su paquete a media mañana, así que no hizo mucho caso del “hit and run” del que se hablaba. En su despacho repasaba el expediente y la redacción del acta a firmar, cuando entró la teniente adjunta al Comandante con unos folios que le pasó mientras le decía:
- Ustarroz, que dice el jefe que te pongas de paisano y que vayas ya a Campos, que parece que hay muchos indicios de que un atropello que ha habido no sea un homicidio imprudente sino un asesinato planificado, así de paso conoces la nueva comandancia. Dame los papeles del flamenco perverso que ya me encargo de que salga para su pueblo cuanto antes…
 El Comandante no gustaba de que se investigasen los asuntos importantes de uniforme, el uniforme alejaba la colaboración de los testigos, y tampoco gustaba de las dilaciones, ni de Ustarroz -se le había escapado su pensamiento de que el navarro estaba allí para cubrir la cuota de gays que era obligatoria de soportar en cada plantilla-, así que el Teniente Ustarroz acomodó a la Teniente Camacho frente al ordenador, echó una ojeada a los mensajes de la Comandancia de Campos y regresó para cambiarse al triste apartamento compartido que se encontraba en el portal más próximo del edificio de la Comandancia en la calle Manuel Azaña, le encantaba este nombre, de Palma.
 Mientras hacía esto iba pensando que la Teniente Camacho estaba muy bien, debía estar casada pero era una tentación en aquel reducido mundo de machos, era de suponer que su carácter, tenía una forma muy dura de tratar a todos, se había forjado a base de defenderse de todos los acosos. La teniente Camacho, sin embargo, se había quedado pensando en que Ustarroz disimulaba muy bien que era homosexual, como su tío el Teniente Coronel le había asegurado.